Hasta la semana pasada, las expectativas de la oposicion venezolana y la comunidad internacional que la apoya de estaban puestas en el resultado de la operación destinada a lograr el ingreso de ayuda humanitaria al país caribeño y romper el bloqueo montado por el régimen de Nicolás Maduro
Pero si bien la coalición logró ingresar alrededor de 50 toneladas de productos de primera necesidad, la iniciativa fue mayormente infructuosa.
La mayor parte de las fuerzas armadas se mantuvo leal la régimen y, a fuerza de una represión que dejó 5 muertos y 275 heridos, impidió el acceso de la gran mayoría de los camiones cargados de alimentos y medicación destinados a aliviar – en ínfima medida – las carencias del pueblo venezolano.
Ante esta situación, el presidente interino Juan Guaidó y los funcionarios estadounidenses que se encuentran a la vanguardia de la toma de decisiones a este respecto en el país norteamericano no dudaron en sugerir que se debería considerar una intervención humanitaria.
Sin embargo, otros gobiernos, tales como los de Brasil o Chile, se definieron en contra del uso de la fuerza. Y en su reunión del pasado lunes, el Grupo de Lima excluyó expresamente esta alternativa. Ahora, al tiempo que Guaidó prepara su vuelta a territorio venezolano a pesar de las amenazas de detención del régimen Maduro, la incógnita principal con la que tiene que lidiar la coalición pasa por determinar los pasos para evitar perder momentum y conservar la atención del mundo.
En este contexto, Infobae habló con Fernando Cutz, ex director para Sudamérica del Consejo Nacional de Seguridad estadounidense durante el primer año y medio de la administración de Donald Trump, para conocer su análisis acerca de los eventos del pasado fin de semana, y cuales deben ser, a su criterio, los pasos que la oposición debe seguir a seguir para mantener la presión en pos de su objetivo: lograr la salida de Nicolás Maduro del poder.
Cutz renunció a su puesto junto al General H.R McMaster, de quien era asesor, en marzo de 2018. Actualmente se desempeña como asesor senior del Grupo Cohen.
— ¿Cree que los eventos del fin de semana representaron una victoria para Maduro, y una derrota para Guaidó?
—No estoy seguro de que ninguno se haya llevado una victoria, o una clara, al menos. Si se lo mira desde la perspectiva de Guaidó, se logró que la comunidad internacional se ponga en marcha y centre su atención en la situación. Además, se mostró a Maduro por lo que es: un dictador despiadado que no permite el paso de ningún tipo de asistencia humanitaria que ayudaría a la población.
Al mismo tiempo, no se lograron todos los objetivos, que hubieran sido conseguir el ingreso de la ayuda humanitaria, y/o que el ejército desobedeciera órdenes que parecen contrarias a la Constitución venezolana y su gente. Maduro podría cantar victoria por haber conservado la lealtad de las fuerzas armadas a pesar de todo lo que está pasando. Sin embargo, la presión contra el continúa. El pueblo está consciente de lo que está sucediendo y eso hace más difícil justificar sus acciones.
— ¿Por qué cree que Guaidó y los funcionarios estadounidenses más involucrados en el conflicto insinuaron la posibilidad de una intervención militar inmediatamente después?
—Creo que responde a la frustración, algo que considero entendible. Si sos no sólo el líder de un movimiento, sino también un venezolano que vive en el país, debe ser muy desmoralizador tener que lidiar con todo lo que ha estado pasando durante los últimos años en el plano democrático, económico y humanitario, donde la situación se ha deteriorado a niveles históricos. Más aún cuando estas oportunidades, que dan esperanzas, no se concretan. Espero que la opción militar no sea la única que queda en la mesa. No creo que lo sea. Pero entiendo que exista esa frustración.
— ¿Poco después de estas declaraciones, distintos países, entre ellos Brasil y Chile, salieron a descartar una intervención. Actúa esta facción como un contrapeso dentro de la comunidad internacional?
— Siempre que se hacen declaraciones que parecen menos pensadas, más impulsivas, agresivas, creo que eso nunca es útil. Creo que Estados Unidos, así como otros países, han hecho un trabajo fenomenal durante los últimos años para construir una coalición internacional que, de muchas maneras, es liderada por el Grupo de Lima, del cual Estados Unidos ni siquiera es miembro. Las acciones se han tomado de manera responsable, han sido pensadas, y creo que es esencial que ese siga siendo el caso.
— ¿Sería distinta esta situación si estos contrapesos no existieran para ayudar a llegar a un balance y contrarrestar esta frustración?
— Es muy positivo que este balance exista. Vemos a muchos países que comparten una finalidad. Tienen distintos puntos de vista con respecto a los medios y las maneras de llegar a ella. Pero el diálogo y el proceso para lograrlo son muy positivos y ha llevado a políticas que están mejor pensadas.
— Antes del 23 de febrero distintos funcionarios de la oposición decían que no había un plan B. Ahora que pasó el 23, ¿qué deben hacer para mantener vivo el momentum?
— Los próximos pasos son cruciales. Hay que pensar cómo mantener la presión para que la atención del mundo no se diluya. Ya pasamos por esta situación en 2017 y antes también, y no creo que el pueblo venezolano pueda esperar dos años hasta que la atención vuelva. Creo que ya hemos pasado ese punto, y el sentido de urgencia se tiene que mantener vivo ante los ojos del mundo.
La coalición internacional lo está haciendo muy bien, pero no estoy seguro de que nadie tenga una estrategia clara y concisa para eso. Parte de esta situación implica crear un camino donde no lo hay.
— ¿Cree que la comunidad internacional estaría dispuesta a dejar ir a Maduro y su séquito, si estos se refugiaran en un país que los acepte?
—Si hubiera una transición pacífica donde Maduro huyera a cualquier país que estuviera dispuesto a albergarlo, y se restituyera la democracia en Venezuela, creo que todos aceptarían ese escenario. La idea es lograr un desenlace pacífico, por lo que en muchas maneras, ese sería el mejor.
— Usted a dicho que Maduro debería ser juzgado por crímenes contra la humanidad. El Grupo de Lima ha pedido a la Corte Penal Internacional (CPI) que considere los hechos del fin de semana pasado en la denuncia presentada por Argentina y otros cuatro países, y pidieron que se designe un experto independiente de las Naciones Unidas para investigar la situación en Venezuela. ¿Cree que los organismos multilaterales deberían tener un rol más activo?
—Es difícil lograr algo en la ONU porque China y Rusia han estado bloqueando cualquier tipo de acción productiva en el Consejo de Seguridad. Con respecto a la CPI, entiendo que se mueva de manera cautelosa porque es parte de su proceso. Pero si quiere ser tener un rol relevante y ayudar al pueblo venezolano, va a tener que moverse un poco más rápido. Hay evidencia clara de que el régimen de Maduro ha cometido actos tales como la tortura de sus oponentes políticos y aquellos que protestan en su contra.
Luego de este fin de semana, se ha puesto de manifiesto que cometió más crímenes de lesa humanidad al negar a su pueblo ayuda muy necesaria para su beneficio personal. Creo que se debe mover un poco más rápido porque se le presenta un caso excepcional, donde puede ser de utilidad mientras la situación continúa desarrollándose, en vez de llegar años más tarde y decir "esto estuvo mal". Ya sabemos eso.
— El gobierno de Guaidó anunció que a pesar del bloqueo, entraron 50 toneladas de ayuda humanitaria, ¿Cree que podrá ser distribuida o el régimen la va a capturar?
— No estoy seguro, depende del lugar por donde haya entrado. Es muy triste que tengamos que estar hablando de esto pero, tristemente, es más probable que no haya llegado. Vimos en distintas ocasiones como el régimen la destruye o la roba y luego revende. Este régimen se maneja con una mentalidad mafiosa. Maduro se aferra al poder haciendo que la gente a su alrededor continúe recibiendo sobornos y dinero de la corrupción, sea del narcotráfico, la trata de blancas o mismo la venta de ayuda humanitaria.
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