(Enviado especial) — La sangrienta represión de Maduro que bloqueó e incendió los camiones con ayuda humanitaria que intentaron salir desde Cúcuta, consolida la posición de los halcones de la Casa Blanca que ya diseñan una ofensiva bélica contra el régimen populista de Venezuela. El presidente interino Juan Guaidó y el vicepresidente Mike Pence llegaron a Bogotá para proponer medidas extremas destinadas a derrocar a Maduro como paso previo a la transición democrática. No hay un solo antecedente de tropas de Estados Unidos desembarcando en América Latina y es poco probable que Argentina, Brasil, Canadá, Chile y Uruguay avalen ese controvertido movimiento para desterrar al régimen venezolano. Sin embargo, Guaidó no descarta esa táctica y asume que la Casa Blanca no tendrá inconvenientes en preparar esa inédita jugada en los cuarteles del Comando Sur.
Mike Pompeo es el secretario de Estado de Donald Trump. Hace unas horas estuvo en la cadena Fox, adonde envió un mensaje sin clasificar al gobierno populista. "Los días de Maduro están contados. Todas las opciones están sobre la mesa. Vamos a hacer las cosas que son necesarias para asegurar que la democracia se imponga en Venezuela", adelantó Pompeo.
Frente las declaraciones del secretario de Estado, que tiene un pensamiento conciliador en comparación con funcionarios republicanos como Mauricio Claver, John Bolton y Eliott Abrams, la réplica desde Caracas no se hizo esperar. "Ayer solamente vieron un pedacito así de lo que nosotros estamos dispuestos a hacer por defender los derechos legítimos de Venezuela", dijo Delcy Rodríguez, vicepresidente del régimen chavista.
Y para cerrar el círculo, que por ahora asfixia a la diplomacia global, el embajador de Venezuela en el Grupo de Lima, Julio Borges, reveló la posición que ahora tiene Guaidó ante la represión ilegal ejercida por Maduro con los voluntarios que transportaban la ayuda humanitaria rumbo a Caracas. "Vamos el lunes junto al presidente (encargado) Juan Guaidó a la reunión del Grupo de Lima a presentar posiciones firmes que signifiquen una escalada en medidas diplomáticas, políticas y de uso de la fuerza en contra del régimen por bloquear la ayuda humanitaria y generar una violencia sin precedentes en la frontera", dijo Borges en un comunicado oficial.
Mañana nos reuniremos con el Grupo de Lima en Bogotá, Colombia. Junto al Presidente @jguaido vamos a exigir una escalada en la presión diplomática y en el uso de la fuerza contra la dictadura de Nicolás Maduro. pic.twitter.com/3CPu3rEc60
— Julio Borges (@JulioBorges) February 24, 2019
El régimen venezolano tiene fuerzas armadas, grupos parapoliciales, agentes de inteligencia sin control, asesores cubanos que sobrevivieron a la amenaza americana durante décadas, expertos rusos que no titubean si deben hackear la Casa Blanca, técnicos iraníes y millones de dólares que concede China. Maduro tiene mucho poder de fuego y escasa adhesión a los derechos humanos. Es decir: si tiene que matar, mata. Como ya lo hizo el 22 de febrero en la frontera de Venezuela con Brasil.
Estados Unidos es la potencia militar más numerosa y sofisticada del planeta. Y el presidente Donald Trump está a cargo. Eso significa que puede saltarse los conceptos básicos de la democracia –alegando que corre peligro el sistema internacional-, repetir los errores básicos de Kennedy, Johnson, Ford y Nixon, y transformar a Venezuela en un Vietnam versión América Latina.
Cuando se desclasifiquen los papeles secretos del Pentágono, la CIA y la Casa Blanca elaborados en 2018 y 2019, se podrá comprobar que la estrategia de la ayuda humanitaria destinada a perforar la resistencia de Maduro fue una creación intelectual de Claver y Abrams. Estos halcones partieron de un supuesto histórico y un voluntarismo a prueba de balas: pensaron que los venezolanos que no tienen para comer se sumarían en millares a la caravana que iba a liderar Guaidó desde Cúcuta a Caracas. El hambre cede al terror, y el terror paraliza a la gente sencilla alejada del poder real. No hace falta leer la historia de Grecia, alcanza con recordar que hizo Khadafi con los libios en el siglo XXI.
Estados Unidos propuso la estrategia, donó las primeras toneladas de alimentos –a través de USAID–, sugirió a que otros países hicieron lo propio –Chile, por ejemplo—y empujó a Guaidó al centro del ring.
Maduro tenía todo preparado en la frontera y no dudó en golpear, asesinar y destruir para permanecer en el Palacio de Miraflores. Guaidó no logró atravesar los puentes de Cúcuta, sus militantes volvieron a sus casas muy desilusionados, y hasta ahora no se escuchó un mea culpa de los planificadores de Washington.
Entonces, si se concluye que la operación Ayuda Humanitaria fracasó, no hay dudas de la importancia de la cumbre del Grupo de Lima para frenar a los halcones americanos, atenuar el tono de las intenciones bélicas de Guaidó, y explorar otros mecanismos diplomáticos que sirvan para evitar que Caracas se transforme en Saigón. El Pentágono tiene más poder de fuego que Maduro y sus potenciales socios, pero eso no implica que el líder populista se detenga al momento de enfrentar a los comandos de élite apostados en el Comando Sur.
Hasta ahora, la necesidad democrática de terminar con el régimen de Maduro no logró la participación oficial de ningún organismo multilateral dedicado a preservar al orden global. Naciones Unidas (ONU) quedó paralizada con el veto de Rusia, la Unión Europea (UE) no logró unanimidad para reconocer a Guaidó como presidente interino y la Organización de Estados Americanos (OEA) tiene a su secretario general Luis Almagro jugando fuerte contra Maduro, pero sin unanimidad institucional de sus 35 miembros.
En este contexto, las intenciones democráticas de Guaidó tienen tres caminos posibles: una invasión militar, continuar con la presión internacional o abrir una mesa de negociación diplomática a la usanza de la Guerra Fría.
Una operación armada contra Maduro puede causar una tragedia. La vía diplomática tradicional no sirvió para evitar la represión del régimen. Y una mesa en las sombras de la diplomacia secreta, aún no fue articulada por las partes en conflicto. Estados Unidos, China y Rusia resolvieron muchos temas globales detrás del cortinado, y la crisis de Venezuela podría tener una transición democrática avalada por Washington, Beijing y Moscú.
Es mejor una negociación secreta que un conflicto fuera de control en América Latina. Si Guaidó y Pence proponen la vía de la fuerza para terminar como Maduro, el Grupo de Lima se va a fracturar como la ONU, la OEA y la UE, mientras los venezolanos continuaran muriendo por hambre y enfermedad.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: