Desde Cúcuta. El puente Simón Bolívar une Cúcuta (Colombia) con San Antonio (Venezuela). A los costados del vetusto puente, antes de pasar por la aduana colombiana, cientos de precarios boliches ofrecen bananas verdes, protector de celulares, agua mineral en sachet, servicios de changarín y pastillas de menta, entre otras ofertas al paso. Ayer a la tarde el ruido era incesante, rutinario y pegajoso, mientras cuatro solitarios militantes de Juan Guaidó exhibían su rechazo al régimen populista y convocaban al recital Venezuela Aid Live y a la movilización que cruzará el puente Simón Bolívar para llevar toneladas de alimentos, medicamentos y artículos de higiene a Venezuela. La soledad de los militantes inducía a pensar que la crisis venezolana era apenas un comentario al pasar, una noticia que rápidamente era sepultada por los resultados de la Champions League.
Error: el puente escondía un ceremonia secreta, un grito de guerra que une a la muchedumbre desconocida, que les arranca una sonrisa, que implica un descargo emocional ante tanta pena por el exilio y la marginalidad.
—¡Maduro! —grita una voz mezclada entre la gente que camina arrastrando los pies por el puente. "¡Maduro!", insiste como una letanía.
Y la respuesta no espera. Esta cargada de odio y bronca. Es un grito atávico, casi gutural:
—Concha de tu madre. La concha de tu madre —, replican divertidos.
El diálogo entre la muchedumbre dura diez segundos. Hay sonrisas cómplices, carcajadas adolescentes.
Y todo empieza como terminó: con los venezolanos soñando con la caída del régimen y volviendo a una casa que no es su casa, en un país que no su país. A pocas horas de su verdadera casa, en el país que aún regentea Maduro.
Música para camaleones
Richard Branson es un multimillonario británico que supo vender los mejores long plays en sus disquerías Virgin. Branson convocó a organizar un recital a favor de Venezuela, y en pocos días reunió a más de treinta artistas con peso propio en América Latina y el mundo. Así nació Venezuela Aid Live, que tiene su escenario montado en la entrada colombiana del puente de Tienditas y que será protagonizado por Alejandro Sanz, Diego Torres, Juanes, José Luis "El Puma" Rodríguez, Juan Luis Guerra, Maluma, Maná y Luis Fonsi, entre otros artistas que exigen la apertura de las fronteras para que llegue la ayuda humanitaria a Venezuela.
El multimillonario Branson, los músicos que participaran de Venezuela Aid Live y el presidente interino Juan Guaidó calculan que 350.000 personas llegaran hasta las cercanías del puente de Tienditas para participar del concierto y que millones de personas se sumaran al evento a través de las redes sociales, las radios y los canales de televisión que trasmiten alrededor del mundo.
Maduro no puede hacer nada contra la música. Al contrario, los discursos de los músicos, los temas elegidos y las consignas que cantaran durante todo el recital van a erosionar la moral y el temple de sus generales. Maduro aún los controla por un pacto de impunidad, pero a partir de ahora será difícil enfrentar una opinión pública consolidada por la imagen y las canciones de 35 artistas con fama global. Puede ser la hora de los camaleones, si Guaidó juega bien su mano y Estados Unidos respeta sus decisiones como presidente interino.
Manteca o cañones
El 23 de enero, Guaidó anunció que era presidente interino de Venezuela. Y prometió que un mes más tarde, miles de toneladas de alimentos, medicina y artículos de higiene llegarían a Venezuela. Donald Trump respaldó la idea y Jair Bolsonaro (Brasil), Mauricio Macri (Argentina), Ivan Duque (Colombia) y Sebastián Pinera (Chile) se sumaron con sus tiempos y sus respectivas situaciones económicas. Chile trajo a Colombia cerca de 17 toneladas de alimentos, mientras que los cascos blancos argentinos iniciaron una campaña de recolección que concluirá en las próximas semanas. Cada país como puede, pero todos los Estados en la región sumarán su cooperación para terminar con la crisis social de Venezuela.
Guaidó cumplió con su palabra y la ayuda humanitaria puede llegar desde Brasil, la isla de Curazao y Colombia. Pero Maduro está agazapado y no abrirá las fronteras de su país. Al contrario, el líder populista cerró los pasos con Brasil y Curazao, y aún medita qué hacer respecto a Colombia. Su decisión se mantiene inalterable y todavía no hay fisuras importantes en la cúpula de generales que manejan las armas y los negocios en Venezuela. Maduro no quiere que la ayuda humanitaria ingrese a territorio venezolano. Y esta posición, que defenderá a punta de fusil, no asustó a Guaidó y su gabinete político. El presidente interino firmó un decreto ordenando que se abran todas las fronteras, que se permita ingresar a la ayuda humanitaria y que no se tomen medidas legales contra los miembros de las Fuerzas Armadas que se alcen contra el régimen populista.
En Cúcuta hay dos puentes clave. El de Tienditas, que aún no se utilizó, y el Simón Bolívar, que es el paso obligado para los miles de venezolanos que cruzan desde Cúcuta a San Antonio (Venezuela). El 23 de febrero, una muchedumbre avanzará sobre esos dos puentes, protegiendo a la ayuda humanitaria que ya está guardada en unos depósitos bajo custodia de las fuerzas de seguridad de Colombia.
Guaidó esperará al otro lado del puente –aún no se sabe cuál por razones de seguridad-, y no piensa dar un paso atrás. Sueña con que se abra la frontera, que ingrese la ayuda humanitaria y que ciertas ONG lideradas por Caritas se encarguen de distribuir la ayuda humanitaria. Guaidó no respetará la decisión de Maduro y ordenará avanzar contra los piquetes militares que ya tienen sus instrucciones por escrito: evitar que la ayuda ingrese a territorio venezolano.
En las próximas horas, Maduro y Guaidó pondrán en juego el destino de Venezuela. No hay lugar para los dos, representan proyectos políticos diferentes, en un mundo inestable y anarquico. Puede ser tragedia o el comienzo de la primavera venezolana.
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