El diálogo internacional al que convocaron México y Uruguay el 7 de febrero en Montevideo para intentar buscar una solución negociada en el caso de la crisis venezolana no tendrá ningún resultado positivo, ya que existe un consenso entre un gran número de países en el sentido de que la única opción viable es la salida del dictador Nicolás Maduro, así lo señaló el ex canciller mexicano Luis Ernesto Derbez Bautista.
"Yo creo que van a ser mediadores fracasados porque ya estamos ante la decisión de una gran cantidad de países porque ya están diciendo que la única solución es la salida de Maduro", señaló en entrevista con Infobae México.
"Lo que les va a pasar a México y Uruguay es que van a tener una respuesta muy fría y que no se resuelva algo a favor de la negociación porque la cosa en Venezuela ya está decidida. México y Uruguay se están quedando en la orilla", advirtió.
Los dos países se han pronunciado como neutrales en este conflicto. El martes, el secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard Causaubón señaló que "no defendemos a (Nicolás) Maduro ni a su régimen, ni tenemos ninguna posición política".
Sin embargo, el ex canciller consideró que México, lejos de quedar como "negociador" perdió las "credenciales democráticas" que ganó con la llegada del izquierdista Andrés Manuel López Obrador al dejar pasar la oportunidad de liderazgo que representaba el haber respaldado la decisión del Grupo de Lima –de pedir a Maduro que no asumiera un segundo periodo.
Derbez Bautista, quien fuera canciller entre 2003 y 2006, consideró que México sorprende negativamente , mientras que Uruguay, al mantener una posición neutral, pone en entredicho "su progresismo" en América Latina.
"Lo trágico de esto es que en este caso concreto no es progresismo porque estamos apoyando de manera implícita a una persona que no cree en los principios democráticos, que ha estado explotando a su pueblo, que tiene fortuna en el exterior junto con otros miembros de su gabinete… Maduro es una persona que lo que quiere es robar, explotar a su país, a su pueblo y no tiene el menor interés por respetar a sus ciudadanos", expresó.
Consideró que si existe un régimen regresivo en este momento, ése es el de Nicolás Maduro, que no permite la crítica, la competencia y usa a las Fuerzas Armadas como un instrumento para reprimir a la población.
Las consecuencias de la neutralidad
A pesar de su neutralidad, el ahora rector de la Universidad de las Américas en Puebla (UDLAP) consideró que al menos durante un tiempo habrá consecuencias para los dos países, principalmente para México, que, por un lado, podría ver el deterioro de su relación con otras naciones latinoamericanas y, por otro, se arriesga a enfrentar el endurecimiento de las políticas de Donald Trump en contra de la población migrante.
Advirtió que si bien es cierto que esta postura les podría valer un "enfriamiento" de sus relaciones exteriores, que desaparecerá eventualmente, en el caso de la relación México- Estados Unidos las consecuencias podrían ir más allá.
"Lo único que le interesa (a Trump) es el famoso muro y va a endurecer su política. Lo que sí me preocupa es que va a ocurrir un endurecimiento de la percepción de mucha gente de Estados Unidos en contra de nuestros compatriotas", señaló.
Advirtió que con los recortes presupuestales al servicio exterior mexicano, los consulados en EEUU no tendrían las herramientas para realizar su función en caso de represalias del gobierno de Trump por el tema Venezuela.
En el caso de Uruguay, manifestó que su neutralidad deja la interpretación de que no está de acuerdo con Maduro, pero no lo quiere decir abiertamente.
"Lo que hizo fue salirse de la línea bolivariana y tomar una actitud que se asemeja a la mexicana de decir 'no me quiero meter, no quiero decir quien es la persona que debe estar gobernando esa Nación, vamos a mediar'".
Añadió que al no pronunciarse de una manera concreta, Uruguay pone en entredicho su progresismo y se puede "tachar de hacer una alianza a ultranza no importa lo que hagas porque somos amigos".
A pesar de su neutralidad consideró que si existe un país que se podría decir que es progresista es Uruguay "y desafortunadamente al día de hoy, al no pronunciarse explícitamente está dejando en duda su progresismo, más bien se está viendo como un regionalismo de una naturaleza de amistad y de integración de grupos que piensan que es el intervencionista del Estado y que todavía traen una visión muy añeja de la izquierda, están todavía en esas izquierdas de los siglos XX en la que la gente pensaban que ser parte del estado es que el estado controle", expresó.
Agregó que esto es contrario a las izquierdas modernas en las que sí hay una preocupación del Estado por mantener un mínimo de bienestar para toda la población pero permitiendo que se dé el desarrollo de las actividades productivas de manera correcta por la iniciativa privada.
El ex canciller advirtió que los dos países, en lugar de ser los negociadores en la crisis de Venezuela, corren el riesgo de "quedar como ingenuos por utilizar este concepto de la negociación para ver si se sacaban la lotería y posicionarse en lugar de países que hubieran trabajado desde el Grupo de Lima haciendo hecho las cosas adecuadamente, ahí sí convirtiéndose en líderes que hubieran planteado las acciones que se están tomando, pero también la necesidad de la mediación, que tampoco está ocurriendo en el Grupo de Lima".
Este esfuerzo, consideró, hubiera tenido más posibilidades de éxito si se hubiera planteado una solución en conjunto con otros países como Canadá y naciones europeas con regímenes democráticos.