En los últimos años el papa Francisco ha sido foco de críticas por evitar condenar las violaciones a los derechos humanos en Venezuela. Este martes, mientras en el país caribeño la población exige la salida del dictador Nicolás Maduro del poder, el Pontífice aseguró que está dispuesto a mediar en la crisis, "con la condición de que ambas partes -oposición y chavismo- lo quieran".
En diciembre de 2016, el Vaticano medió en los diálogos entre el chavismo y la oposición. El cardenal Pietro Parolin fue el representante de la Santa Sede. Sin embargo, los esfuerzos quedaron en la nada. El régimen logró su objetivo: ganar tiempo y descomprimir la tensión social y política que se vivía por esos días.
Luego de las rondas de negociaciones, Francisco envió una carta al Gobierno y a la oposición, en la que destacaba la importancia del diálogo entre las partes. Pero las palabras del santo padre no fueron bien recibidas por la cúpula chavista.
La misiva, firmada por Parolin, exigía al régimen el cumplimiento de los acuerdos a través de la "implementación urgente de medidas destinadas a aliviar la grave crisis de abastecimiento de comida y medicinas". Asimismo, el Vaticano pidió la liberación de los opositores detenidos y remarcó la necesidad de un "camino electoral".
La carta enfureció al chavismo. Diosdado Cabello, hoy presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), indicó en ese entonces que el Vaticano no iba a "tutelar a Venezuela" en el diálogo y consideró una "falta de respeto" que Parolin haya enviado una carta.
Maduro, por su parte, acusó a la Santa Sede de ser un "facilitador" que se dedicó a "sabotear" el diálogo.
La oposición, en cambio, estuvo de acuerdo a las exigencias planteadas luego de las mesas de negociación.
Pero lo único que se consiguió fue que el chavismo ganara tiempo y aire para respirar luego de meses de fuertes presiones. El régimen en ningún momento se mostró dispuesto a ceder ante los pedidos planteados en el diálogo. Esos mismos pedidos que vienen realizando desde hace años los venezolanos cuando salen a las calles.
En abril de 2017, a bordo del avión papal de regreso a Roma desde Egipto, Francisco habló sobre las fallidas negociaciones de 2016. "Hubo intervención de la Santa Sede bajo pedido fuerte de cuatro presidentes que trabajaban como facilitadores. Y la cosa no resultó. Quedó ahí. No resultó porque las propuestas no eran aceptadas o se diluían. Eran un sí sí, pero no no".
El Pontífice reiteró su disposición para mediar en la crisis, pero bajo "condiciones muy claras".
Con relación a los ex presidentes que el Papa hizo mención, se trataba de José Luis Rodríguez Zapatero (España), Leonel Fernández (República Dominicana), Martín Torrijos (Panamá) y Ernesto Samper (Colombia).
Si bien es cierto que en reiteradas oportunidades Francisco reconoció su disposición a colaborar para encontrar una solución pacífica a la crisis venezolana, la principal crítica que recae su figura es que nunca haya condenado las violaciones a los derechos humanos por parte del régimen de Maduro.
Desde aquel diciembre de 2016 hasta hoy, cientos de venezolanos fueron asesinados por las fuerzas de seguridad del régimen durante las protestas contra Maduro. El mayor número -más de 150- se registró en 2017, cuando hubo una ola de manifestaciones a nivel nacional e internacional entre marzo y agosto contra el dictador chavista.
Las protestas pacíficas fueron brutalmente reprimidas.
En estos dos años Maduro le quitó los poderes a la Asamblea Nacional (AN), de mayoría opositora, y los trasladó a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), lo que despertó la reacción popular. Ese órgano, conformado únicamente por chavistas, convocó a elecciones para mayo de 2018. Como era de esperar, el Consejo Nacional Electoral (CNE) -de corte chavista- declaró ganador a Maduro, quien asumió un nuevo mandato el pasado 10 de enero. Gran parte de la comunidad internacional, con Estados Unidos a la cabeza, denunció ese proceso electoral como "fraudulento", por lo que ahora no reconoce a Maduro como presidente legítimo, y sí a Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, quien se juramentó como el jefe de Estado interino ante la "usurpación" que hace el dictador.
Guaidó y los principales referentes de la oposición se han negado a sentarse a una mesa de diálogo con el chavismo para evitar terminar como la última vez: con falta de cumplimiento de los acuerdos y un régimen menos ahogado por la presión. Desde la oposición han sido claros: este proceso es de "no retorno". Habrá que ver qué decisión toman luego de las palabras de Francisco.
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