Gustavo Tarre Briceño está envuelto en una insólita pelea por una silla. Desde hace varios días quiere sentarse en ella, pero por ahora está ocupada. "Es algo más que una silla", aclara, aunque la metáfora le parece válida.
En otra escala, su lucha en Washington es la misma que encarna Juan Guaidó en Caracas, por la presidencia de Venezuela. "Buscamos la misma legitimidad", dice el representante especial de la Asamblea Nacional venezolana ante la OEA, un cargo que por ahora sólo existe en los papeles del nuevo gobierno y que se hará efectivo recién el día en que Tarre Briceño logre sentarse en el lugar que le corresponde a su país en la gran mesa política del organismo regional.
Está trabajando en eso, dice. El trámite presenta por ahora alguna dificultad. En la última sesión del Consejo Permanente, el jueves de la semana pasada, Asbina Ixchel Marín Sevilla, representante alterna de la misión permanente de Venezuela en la OEA, afirmó que ni muerta la sacan de allí.
Tarre Briceño aún no vio la silla, ubicada entre las de Uruguay y la diminuta Antigua y Barbuda, porque no pisó el magnífico Salón de las Américas ni la sala Simón Bolivar, directamente debajo, aunque sí fue a la sede del organismo, sobre la calle 17, para mantener reuniones políticas. Desde su nombramiento está abocado a una tarea paciente de "argumentación y convencimiento". Se reunió con algunos de sus 33 pares en la OEA y en varias ocasiones con el secretario general Luis Almagro, con quien afirma "los demócratas venezolanos tienen un agradecimiento de pocos precedentes históricos".
La OEA declaró por mayoría de 19 votos que no reconoce la legitimidad de Maduro, cada vez más aislado internacionalmente. Más aún, el gobierno chavista pidió en abril de 2017 su exclusión del organismo regional en desacuerdo con su "intervencionismo" en los asuntos internos venezolanos, pero esa decisión, que debía entrar en efecto en abril próximo, una vez cumplido el plazo de dos años desde la solicitud, fue tomada por un gobierno cuyos actos ya no son reconocidos. Se volvió abstracto.
Así y todo, la gran pregunta es cómo hará Tarre Briceño para ocupar el asiento de su país sin entrar en un forcejeo cuerpo a cuerpo. La respuesta está parcialmente atada a lo que ocurra en Caracas. Desde algunas de las delegaciones latinoamericanas en la OEA admiten que no hay una hoja de ruta clara si pese a las presiones Maduro no da un paso al costado y la situación se alarga. Una alta fuente de una cancillería afirmó sin embargo que la decisión de que el representante especial de Guaidó ocupe ese lugar "está tomada". No dijo a partir de cuándo, pero será "en breve".
"Estamos siguiendo los pasos previstos en la regulación interna de la OEA", explica el representante especial venezolano, abogado constitucionalista y académico con tres décadas de trayectoria en la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolivar. "Normalmente la acreditación de un gobierno no presenta ninguna dificultad, es una cuestión administrativa que pasa por el secretario general. Pero siempre las decisiones del secretario general pueden ser revisadas en el consejo permanente y allí tenemos que tener una argumentación jurídica y política muy sólida", señala. "En eso estamos trabajando ahora".
"Lo que yo estoy haciendo es reunirme con los embajadores para ir consolidando esa posición. De haber una votación, se requiere una mayoría simple que ya la tenemos. Pero lo que quisiéramos es que la argumentación fuese lo más sólida posible y convencer al mayor número de Estados", explica.
Guaidó habló de una "burocracia secuestrada" por el chavismo. Eso lo obliga a diseñar un gobierno paralelo y duplicar funciones. "La duplicidad no es solamente en la OEA sino que es en el país", dice Tarre Briceño. "Tenemos un presidente reconocido por un grupo de países y otro presidente reconocido por otro grupo de países. La cuestión que hay que analizar es la legitimidad de origen", agrega.
La expectativa es que, como ocurrió con el agregado militar de la embajada de Venezuela en Estados Unidos, coronel José Luis Silva Silva, otros detrás de él se animen a romper con el chavismo. Los contactos existen, en la mayor discreción por los riesgos que implican.
"La información que tengo es que varios de ellos en la representación ante la OEA están cercanos a reconocer al presidente Guaidó", dice Tarre Briceño. "El ánimo nuestro es tratar de ayudar a la gente que quiere reconocer al gobierno legítimo pero sin sufrir mayores perjuicios. Preferimos convencer. Eso también explica cierta lentitud. El atropello se lo dejamos nosotros a Maduro".
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