Tras desconocer por ilegítimas las elecciones de 2018 en las que no participaron los principales partidos de la oposición y declarar "usurpador" a Nicolás Maduro tras su reasunción el 10 de enero pasado, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, se proclamó este miércoles presidente interino del país, encargado de las funciones ejecutivas hasta tanto se realicen elecciones democráticas y transparentes.
Guaidó realizó su juramentación en un acto público multitudinario realizado en el centro de Caracas para protestar contra el régimen chavista.
¿Pero cuál es el poder real que Guaidó tienen desde este momento y cómo convivirá con Maduro?
En los hechos, Venezuela ha terminado de conformar este miércoles un poder bicéfalo que se fue construyendo en los últimos años y que cuenta con diferentes apoyos a nivel nacional e internacional y se desconocen su autoridad mutuamente.
Guaidó, un ingeniero de 35 años con una maestría en administración pública, preside la Asamblea Nacional, el único poder del estado venezolano que quedó en manos de la oposición tras las elecciones de 2015, las últimas que fueron consideradas transparentes y democráticas por la comunidad internacional.
Desde entonces, Nicolás Maduro ajustó los cerrojos de su régimen, desplazó jueces y cooptó el Tribunal Supremo de Venezuela con magistrados leales al chavismo que en poco tiempo declararon en desacato a la Asamblea Nacional. Luego convocó a una elección amañada de una Asamblea Constituyente que pasó a funcionar en la práctica como un parlamento paralelo.
En este juego de espejos, Maduro cuenta entonces con el respaldo del Tribunal Supremo, de la Asamblea Constituyente y, por sobre todo, de las máximas jerarquías de las fuerzas armadas, donde también ha realizado purgas para desplazar a los disidentes, que junto a las fuerzas policiales y parapoliciales resultan vitales para el control de los barrios y la calle.
Guaidó, por su parte, cuenta con el respaldo de la Asamblea Legislativa que preside, del Tribunal Supremo en el exilio constituido por los jueces desplazados por Maduro y de los partidos políticos de la oposición reunidos en la Mesa de Unidad Democrática.
En el exterior, Guaidó viene ganando respaldo internacional. En las últimas semanas, los Estados Unidos, la OEA, Canadá, Japón y la docena de países de América Latina reunidos en el Grupo de Lima desconocieron el nuevo mandato de Maduro y este miércoles comenzaron a reconocer a Guaidó como presidente interino legítimo del país, además de ofrecerle su ayuda para el restablecimiento de la democracia en Venezuela. En un tono algo más menos contundente, también la Unión Europea ha llamado a la realización de nuevas elecciones democráticas en Venezuela.
Algunos de estos países y organizaciones, además, han comenzado a retirar a sus embajadores de Caracas y a reconocer como únicos representantes legítimos ante ellos a los designados por la Asamblea Nacional.
Cada vez más aislado, Maduro aún cuenta, sin embargo, con los respaldos de dos potencias como Rusia y China, y de otros regímenes autocráticos como el turco y el iraní.
Es de esperar que en los próximos días se agudicen estas tensiones y el juego de espejos entre dos poderes en pugna.
Guaidó ha dicho que su objetivo es mantener la presión alta con la gente en las calles y un apoyo internacional creciente para lograr que Maduro abandone el Palacio de Miraflores y entonces poner en marcha un proceso electoral transparente para la elección de un nuevo presidente, el fin último de su mandato interino al frente del Ejecutivo.
Del otro lado, es esperable un mayor endurecimiento del régimen, con posibles nuevas detenciones de dirigentes opositores, de los que ya hay más de dos centenares en las cárceles venezolanas.
Hay algo que ambos reconocen: que el último sostén del chavismo son las fuerzas armadas, en las que florece el descontento con el régimen en los estratos inferiores. Por eso, Guaidó ha insistido en los últimos días en pedir el respaldo de los militares a la Constitución y ofrecer una amplia amnistía a quienes se rebelen contra el régimen. En esa pulseada, ambos saben que está la clave para la definición de esta puja de poder.
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