La fuga masiva de venezolanos que huyen de sus casas para buscar oportunidades en otros países va camino de ser el mayor movimiento migratorio de la historia de Latinoamérica. La economía de Venezuela, un país en el que comprar una lata de atún supera el salario mínimo, volvió a verse golpeada después de que Nicolás Maduro estrenara una moneda soberana con cinco ceros menos anclada a una criptomoneda gubernamental llamada Petro.
Uno de los principales dilemas para los países vecinos de Venezuela está en el número de ciudadanos que buscan asilo, trabajo y mejores condiciones de vida. En los últimos cuatro años, Colombia recibió a cerca de 600.000 venezolanos, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). En 2015, no llegaban a 50.000. En este 2018 todavía no hay datos oficiales, pero se estima que se sobrepasó el millón de inmigrantes. Este gráfico muestra el salto en el éxodo entre 2015 y 2017:
Para ver el gráfico en un celular, colóquelo en posición horizontal (si no puede verlo, haga clic aquí) *El número de venezolanos en Estados Unidos en 2017 (292.000) es una aproximación en base a cálculos de The Economist. **No incluye solicitantes de asilo ni aquellos que están en tránsito o en situación irregular.
En total, en 2017 se estimó que había más de 1,6 millones de venezolanos viviendo fuera de su país. Este gráfico no incluye a los que partieron en 2018, por lo que la representación real es mucho mayor. Actualmente no están considerados refugiados según el Protocolo del Estatus de Refugiados recogido por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas (ACNUR). Es por eso que esta organización registró (hasta el primero de agosto) poco menos de 300.000 peticiones de asilo por parte de ciudadanos venezolanos.
¿Qué consecuencias pueden tener estas migraciones masivas?
Un problema fundamental está siendo la creciente violencia en las fronteras. En un pueblo de Brasil, por ejemplo, un grupo de residentes destruyó los campamentos de los migrantes: quemaron las tiendas de campaña y liquidaron un albergue improvisado con una excavadora entre aplausos de otros locales, tal y como reportó The New York Times. Pacaraima, una región brasileña colindante con Venezuela, sufrió episodios de violencia que terminaron con venezolanos huyendo de vuelta a su país para mantener su integridad física. La gobernadora de Roraima, Suely Campos, expresó su preocupación por estas oleadas: "Tememos que esto pueda provocar una desestabilización económica y social en nuestro estado", avisó.
ACNUR también denunció deportaciones forzadas de 82 solicitantes de asilo en Trinidad y Tobago, por ejemplo. El clima de polarización crece a medida que Venezuela va a peor.
Las condiciones sanitarias también dejan mucho que desear. Gran parte de los emigrantes venezolanos buscan refugio en parques, plazas y lugares públicos, por lo que el nivel de suciedad crea un campo de cultivo propicio para propagar enfermedades.
Paralelamente, la Cancillería de Ecuador convocó a 13 países de América Latina a una reunión para tratar el flujo migratorio de venezolanos a mediados de mes. El coronel Evandro Kupchinski, portavoz de la fuerza especial brasileña, fue contundente a la hora de valorar la crisis: "No hay un paralelo histórico para esto".
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