El consultorio en el que Vidal Mejías se transforma es un espacio acondicionado en el barrio caraqueño de Petare (la favela más grande de América Latina), en el callejón Santa Eduvigis, mejor conocido en la zona como el "callejón de los brujos". Allí recibe a Infobae para contar cómo dice ayudar las personas que ante la crisis que vive Venezuela acuden ahora para pedir protección y prosperidad en su huida del país.
Tiene 70 años. Al comienzo parece una mujer parca, de poco hablar. Pero tras entrar "en trance", es otro el semblante que adopta para hablar como la "Hermana Mariana", con un tono de voz castizo que denota la seguridad de una especialista en salud y dispuesta a resolver los "problemas de sus pacientes".
Su consultorio, como lo llama, es un espacio reducido en el que una placa de cemento sirve de "altar" a las deidades que integran las distintas cortes, que reúnen desde imágenes de santos y advocaciones de la Virgen María así como las propias del espiritismo venezolano, de las llamada "corte indígena", "corte libertadora", y en un rincón del espacio de la "corte malandra", integrada por los espíritus de quienes en vida fueron delincuentes.
María Lionza corona el altar alrededor de cuya figura están el indígena Guaicaipuro, las indígenas Urimare, Rosa y Tibisay, el "Negro Felipe", así como la virgen de la Rosa Mística y la de Fátima.
A Diana Patricia Gonzales (27) la crisis económica la empujó a tomar la decisión de regresar a Colombia, su país de origen. Pero antes de irse decidió acudir a la casa de espiritismo "Yaguarín" para buscar protección en un nuevo camino para ella y su hijo, que viajan este mismo día a Cartagena.
Antes de comenzar la consulta, la hermana Mariana le pide a Diana Patricia que compre unas cintas de colores y unas velas para hacerle la protección. Primero "la chequea" como dice.
—Venezuela se va a quedar sola —bromea la hermana Mariana antes de comenzar la consulta—.
Toma el papel blanco en el que anotó los datos de su paciente y lo coloca sobre la vela roja que compró Diana Patricia antes de iniciar la consulta. Lo coloca cerca de la llama de la vela y comienza a moverlo de forma circular generando ondas negras sobre el papel con la llama hasta casi ahumarlo por completo. El resultado pareciera ser una especie de radiografía en la que según ella puede ver la situación de la paciente.
—Tienes caminos abiertos para viajar, pero tienes un temor. ¿Porque tanto temor? Tienes temor a desprenderte de tu familia. ¿Qué te lleva para Colombia, la situación del país o que? —Diana Patricia asiente con la cabeza respondiendo que sí a la pregunta de la hermana Mariana—.
En medio de la conversación, la hermana Mariana advierte que la brujería sí existe.
Mientras continúa viendo las manchas negras en el papel, le vaticina buen augurio en su huida del país. La joven sale a buscar las cintas que le pide la "Hermana Mariana" y ella continúa contemplando las formas sobre el pedazo de papel.
—Ella se va por la situación que hay en el país. Por la razón que muchas personas han abandonado Venezuela. Claro, en la situación política, nosotros ahí no nos metemos. Pero ella no quiere irse. Ella vino hoy aquí porque tiene dudas.
—Yo vine para acá —nos explica Diana Patricia— porque tengo fe en ellos y para solucionar algunos problemas que uno tenga. Le pedí que me ayudara a que tenga un feliz viaje, a progresar que me abran los caminos, por un futuro mejor para mi familia y para mí porque aquí no lo hay por los momentos, por la situación del país.
Explica la "Hermana Mariana" que ella no es la única que ha venido buscando protección porque se va de Venezuela. De hecho los casos que más recibe en la actualidad son de personas que se van a Colombia.
—En un solo día atendí a siete personas, una familia que se fue. El trabajo para mí fue fuerte. Preparar cintas, baños, luego ellos volvieron y se hicieron limpiezas espirituales, les preparé todas sus protecciones con cintas que para nosotros tienen su significado. Dependiendo de la ayuda que la persona viene buscando le recetamos.
La siguiente paciente tiene ya varios meses acudiendo a este "consultorio". Rosalys Salcedo dice haber sido operada por la "Hermana Mariana" de un quiste en el cuello que por la medicina tradicional, "el médico terrenal", no tenía posibilidad de ser operado.
Mientras la ausculta iluminándose con una vela que acerca hacia el área del cuello, donde se supone está la tumoración, la "hermana Mariana" invoca a Dios para que la guíe en su curación.
—Yo iba a un neurocirujano que solo me enviaba pastillas para el dolor que ya mi cuerpo las rechazaba —explica Rosalys mientras sostiene su cabello levantado—. Desde octubre para acá me inyectaban la cabeza y se me aliviaba el dolor solo una hora pero después era peor. Ellos decían que tenía que pasar todo el tiempo con esto porque no era de operación, sino con calmantes. Me hablaron de este sitio y me dije "yo voy a ir" porque me sentía desesperada. No tengo un mes de haber venido aquí, ya no siento dolor de cabeza. Es la tercera vez que vengo ya no tengo dolor. Gracias a la hermana Mariana que me ha ayudado y a la fe, con mucha fe.
Durante la consulta, la hermana Mariana explica que para los espíritus no existe ni tiempo ni espacio.
—En este tiempo le hemos hecho sus curaciones espirituales. A ella le hicimos una clave de salud para alimentar sus chacras y su aura que eso ayuda mucho en la curación pero depende de la fe de las personas. Para los médicos terrenales su quiste no es operable. Puede seguir estando ahí el quiste pero ella va a sentir una mejoría.
En medio de la consulta, Rosalys confiesa el drama que ha vivido por la escasez de medicinas, producto de la crisis humanitaria que el gobierno de Maduro se niega a reconocer. Por ello decidió recurrir a este tipo de ayuda.
—Yo decía "si todo es Dios que voy a hacer metida en esos sitios", pero en realidad después de que te toca, te das cuenta de la ayuda que te dan, porque me siento bien. Era desesperante, cuando salía por ahí a preguntar por la pastilla y la respuesta que tenía era `no no hay la pastilla´. Además no todas las pastillas me hacían. O sea, a esta es hora que yo todavía no sé lo que es encontrar esa pastilla. Pero en realidad no he tenido que tomarme ningún analgésico para el dolor de cabeza después que vine aquí. Ella solamente me mandó un depurativo de totuma, hecho de plantas, es un líquido y yo me lo estoy tomando.
Pero la ayuda que dice ofrecer la "Hermana Mariana" no tiene fronteras, porque ofrece la protección a la distancia, como es el caso de una familia que emigró a Buenos Aires empujada por la imposibilidad de ofrecer un futuro a su hija.
—Tengo un caso que estoy atendiendo en Buenos Aires. De una niña, porque allá la matemática es mucho más avanzada que aquí. La niña se la llevaron sus padres, aquí era excelente alumna y esa materia la manejaba muy bien. Allá tiene muchos problemas y yo le estoy tratando desde aquí y ya ha mejorado gracias a Dios, ya logró pasar el primer examen después de dos años de estar allá. La trabajo por medio de su abuela que viene para acá, y la estoy trabajando con el profesor Lino de las Mercedes Vallés, un profesor espiritual. Le inyectamos confianza y fe en lo que ella está haciendo. La abuela viene para acá y yo le preparo sus velones. A veces le hago una limpieza espiritual, claro no le puedo enviar baños porque está lejos, pero por medio de una copia de fotos yo a ella la trabajo y le hago su limpieza.
Por lo pronto, la escasez que vive Venezuela no afecta todavía a este tipo de prácticas. En la misma calle donde está el consultorio, hay una tienda de remedios naturales en la que Jonathan Escalona tiene variedad para ofrecer ante cada mal diagnosticado por los espiritistas del callejón.
—Vendo los productos naturales que ella (la "Hermana Mariana") les manda. Puede ser el estomacal, el expulsador de parásitos, 607 que limpia la sangre, el B12 que es un reconstituyente. Estos productos los hace un laboratorio con su permiso. Y son más baratos que los fármacos. Por eso la gente prefiere al brujo porque las cosas son más económicas.Y estos productos curan, porque si no la gente no vendría.
Desde hace 15 años gestiona la tienda que recibió de su mamá, que se inició en el ramo en la década de los 70.
—Sigo con esta tienda porque hay que ayudar a las personas. Aunque lo que gano solo me da para comer. Si quiero comprar ropa pues tengo que guardar más pero lo hago porque allá arriba hay uno que todo lo ve y ve las buenas acciones que uno tiene. Sin Dios uno no es nadie.
Aunque no hay base científica que sostenga estos métodos, la desesperación ante la crisis lleva cada día a más venezolanos a asumir actos de fe ante propuestas milagrosas como última esperanza.
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