"Ojalá pudiéramos quedarnos dormidos por un día y no despertarnos por Navidad". Lo que supone ser una fecha de felicidad y celebración, para los venezolanos se convirtió en un dolor de cabeza más. Comidas, regalos… Son muchas las cosas que conllevan esta fecha y que para los venezolanos se volvieron desde hace tiempo en "bienes de lujo".
Esa frase lapidaria, pero que marca la crítica situación que atraviesa el país, pertenece a Viviana Acosta (28), madre de tres hijos (Michel -12-, Ruben -9- y Victoria -4-), y esposa de Enrique (30).
El Washington Post acompañó a la pareja con sus pequeños hijos a realizar algunas compras para las Fiestas.
"El centro de Caracas alguna vez estuvo adornado con luces navideñas durante las vacaciones. Ahora, mientras Enrique y Viviana paseaban con sus hijos por una importante calle comercial de Caracas, carecía de decoración navideña", señala el periódico capitalino.
"Es como si la Navidad no estuviera este año", manifestó Enrique.
La hiperinflación devastó el bolsillo de los venezolanos. Con un índice que llega casi al 2000%, según la firma Ecoanalítica -desde 2015 el régimen de Nicolás Maduro no aporta datos oficiales de la inflación-, mes a mes para los ciudadanos es una odisea encontrar alimentos y medicamentos. Y cuando los encuentran, los precios son astronómicos.
A medida que aumenta la inflación, los hospitales carecen cada vez más de medicamentos y elementos básicos como gasas. Asimismo, en algunas familiares los padres dejan de comer para alimentar con lo poco que tienen a sus hijos. En las últimas semanas el país sufrió fuerte apagones, producto de la crisis energética.
Viviana sufrió en carne propia las consecuencia de tener que dejar de comer. En lo que va del año perdió casi 10 kilos para poder alimentar a los niños: "Es la dieta de Maduro (…) Los niños bromean en la escuela que incluso Santa Claus será delgado este año".
Preocupada por lo más básico, la comida, la joven madre de tres hijos casi había olvidado los regalos.
Los niños poco entienden de lo que sucede en el mundo de los grandes. Ellos tienen la ilusión de la Navidad y el nacimiento del niño Jesús. Pero a veces la realidad es más fuerte que la esperanza y la ilusión.
""¡Mami, mira!", dijo Rubén, señalando una caja de Transformers. Viviano miró el precio y replicó, horrorizada: "Cinco millones". Es decir, diez meses de sueldo. Pero Rubén, el mayor de los tres, comprendió al instante, la tomó de la mano y le dijo: "Mami, veamos otra cosa".
Incluso Rubén y Michel decidieron no escribir sus cartas este año al niño Jesús. Victoria, la más chica, sí la hizo. "Querido niño Jesús, quiero patines, maquillaje, un cachorro y una muñeca bebé".
A esa altura la Navidad empeoraba el estrés de la familia. Victoria de hecho había insistido en que quería un árbol nuevo. Sus padres tomaron una vieja guirnalda de pino y la pegaron a la pared en forma de árbol. Pero la niña quería luces. Un bien de lujo para la familia que necesitaba la plata para irse a Colombia a empezar una nueva vida. Sin embargo, la ilusión de la más chica fue más fuerte. Enrique llegó con la caja de luces para complacerla.
Mientras Maduro y la cúpula chavista responsabiliza a Estados Unidos y la derecha venezolana de los problemas del país, ciudadanos como Viviana y Enrique sufren las consecuencias de la crisis. Hasta los más pequeños terminan siendo rehenes de un régimen que desde hace tiempo perdió el rumbo del país.
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