Una rana chilena en peligro inspira una misión de rescate

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En la isla de Chiloé esta peculiar especie de rana, cuyos machos incuban a sus crías en sus sacos vocales, está al borde de la extinción. Así que el zoológico de Londres estableció un programa de cría en cautividad para ayudarla.

La canción popular "Frog Went a-Courtin'" narra los esfuerzos de una rana con espada y pistola por cortejar a una ratona, quien le advierte que sin el consentimiento de su tío Rata "no se casaría ni con el presidente". Los rituales de cortejo de las ranitas de Darwin, en las frías y templadas selvas tropicales del sur de Sudamérica, no involucran ni mucho menos tantas condiciones. Lo que diferencia sus emparejamientos son los acuerdos sobre la custodia de los hijos.

Las ranitas de Darwin, que deben su nombre a Charles Darwin, quien las avistó en 1834 mientras exploraba la isla de Chiloé, en Chile, adoptan un enfoque de la crianza único entre los anfibios: los machos crían a sus hijos en sus sacos vocales hasta que los jóvenes están preparados para valerse por sí mismos, una estrategia reproductiva conocida como incubación bucal.

Las ranitas de Darwin adultas miden poco más de dos centímetros y pesan menos que un par de clips. Aunque se cree que las ranas viven hasta 15 años en estado salvaje, son muy susceptibles a la quitridiomicosis,una agresiva enfermedad de los anfibios causada por el hongo quitridio. Desde la década de 1990, el patógeno, que invade las capas superficiales de la piel, ha estado implicado en la mortandad masiva de unas 400 especies de anfibios y ha acabado con al menos 90 más.

La isla de Chiloé fue en su día un santuario para las ranitas de Darwin, pero hace dos años un seguimiento confirmó la presencia del hongo quitridio. "Es probable que esto se deba al cambio climático, que ha hecho que las condiciones locales sean más favorables para él", dijo John Wilkinson, biólogo conservacionista residente en el Reino Unido.

En un año, un brote de quitridiomicosis se había cobrado la vida de más del 90 por ciento de las ranitas de Darwin de la isla. "Mueren a las pocas semanas de infectarse", dijo Ben Tapley, conservador del zoológico de Londres especializado en reptiles y anfibios en peligro crítico.

Mark O'Shea, quien es herpetólogo y coautor de la guía Frogs of the World, señaló: "Tras la contaminación, la alteración, fragmentación y destrucción del hábitat y la depredación por especies invasoras, la llegada de la quitridiomicosis podría ser el último clavo en el ataúd de muchas poblaciones de ranitas de Darwin sometidas a estrés".

En octubre, con la especie al borde de la extinción, el zoológico de Londres organizó una misión de rescate y estableció un programa de cría en cautividad para ayudar a salvar a la rana de la extinción. "No hay nada como las ranitas de Darwin", dijo Tapley. "Su peculiaridad evolutiva es muy, muy sorprendente".

Una tipo de rana aparte

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Durante la época de reproducción, el canto que utilizan los machos de ranita de Darwin para atraer a las hembras es un silbido rápido y agudo: piiiip, piiiip, piiiip. "Es más bien un chirrido, como de algo metálico que necesita aceite", dijo Tapley.

Cuando aparece la hembra y la pareja se aparea, ella pone posteriormente hasta 40 huevos en una hojarasca, y luego se aleja saltando. El macho vigila los huevos en una vigilia que puede durar hasta tres semanas. Cuando las larvas alcanzan la fase de retorcimiento, el padre en espera las recoge con la lengua. Los embriones pasan a su saco vocal, un pliegue expandible de piel que llega hasta la ingle. Dentro de los pliegues profundos de la membrana, los renacuajos se desarrollan con seguridad.

Unos dos meses después, el padre, que permanece en silencio durante el periodo de incubación y se transforma de marrón apagado a verde brillante, "da a luz" a una colonia de ranitas por la boca. El único otro anfibio que se comporta de este modo es la ranita de Darwin del norte (Rhinoderma rufum), cuya existencia no se documenta desde 1981 y que se presume extinta.

Una caja de ranas

En el Parque Tantauco, una reserva natural privada situada en el extremo sur de la isla de Chiloé, el declive de la población fue dramático. Los conservacionistas londinenses se encargaron de recuperar ranas libres del hongo para ponerlas a salvo. En última instancia, esperan idear tratamientos para mitigar la amenaza del hongo.

En una expedición de cinco días se recogieron 55 especímenes. Para detectar posibles contaminaciones, se enviaron frotis de piel por avión a un laboratorio de Santiago, la capital chilena. Todas las ranas, excepto dos, recibieron el visto bueno para emprender el viaje de más de 11.000 km a Londres. Las 53 ranas se empaquetaron individualmente con hielo y musgo húmedo en cajas de transporte de clima controlado: 56 gramos de rana en una caja de 54 kilos.

Tras viajar en barco, avión y furgoneta hasta sus nuevos alojamientos en Londres, las ranas fueron trasladadas a una sala biosegura que recreaba la iluminación, la humedad y el follaje de su hábitat natural. "Se alojaron como parejas reproductoras para maximizar la diversidad genética", dijo Tapley. "Planeamos establecer un libro genealógico, como los que se utilizan para mantener los pedigríes de los caballos de carreras".

Once de los machos resultaron tener crías. El mes pasado escupieron 33. Cada una medía medio centímetro, el tamaño de la goma de borrar de un lápiz.

La rana de la canción popular encontró su fin en el gaznate de un pato blanco como la azucena que "se lo tragó". Si alguna vez se reintroducen en la selva las ranas de Darwin cautivas de Londres, deberán correr el riesgo de enfrentarse a los depredadores del sur de Chile.