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Maduro busca la eliminación de las sanciones estadounidenses, que han golpeado la economía venezolana, y el reconocimiento internacional, entre otros cambios políticos
Es un autócrata condenado dentro y fuera de su país por haber robado las últimas elecciones. Sin embargo, el viernes, Nicolás Maduro, el presidente venezolano que ha liderado el dramático declive de su país --que ha incluido una inflación galopante, apagones, hambre, migración masiva y el desmoronamiento de la democracia de la nación-- será juramentado para un tercer mandato.
Si cumple los seis años del mandato, habrá extendido el reinado de su partido hasta su tercera década.
Maduro seguirá en Miraflores, el palacio presidencial de Caracas, incluso después de que millones de venezolanos expresaran en las urnas su deseo de cambio. Y lo hará en medio de su más duro despliegue represivo hasta la fecha, con la policía y los militares en equipos antidisturbios cubriendo las calles de la capital; periodistas, activistas y líderes comunitarios en prisión; y una amplia expansión de su aparato de vigilancia.
El hombre que, según Estados Unidos y otros países, ganó las elecciones, Edmundo González, permanece en el exilio, obligado a huir a España o a ser detenido, mientras que la líder más importante de la oposición del país, María Corina Machado, se ha escondido dentro de Venezuela.
El jueves, Machado apareció por primera vez desde agosto, uniéndose a las protestas callejeras contra Maduro en Caracas, la capital. Se subió a un camión mientras miles de simpatizantes, que corrían el riesgo de ser detenidos, gritaban "¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!".
Posteriormente,fue detenida brevemente por adversarios no identificados y luego fue puesta en libertad.
Ha habido pocas protestas recientes contra el gobierno, y es probable que la amenaza constante de que las fuerzas de seguridad encarcelen a civiles dificulte a Machado mantener el impulso en las calles.
González ha dicho que regresará a Venezuela el viernes para su propia toma de posesión, pero el gobierno ha puesto una recompensa de 100.000 dólares por su captura y no está claro cómo planea evitar ser arrestado, de hacerlo.
Por su parte, Maduro se enfrenta a la posibilidad de que el presidente electo Donald Trump, que ha llenado su equipo de política exterior con enemigos de Maduro, adopte una línea dura contra él, posiblemente imponiendo más sanciones económicas.
En respuesta, el líder venezolano ha pasado los últimos seis meses acumulando prisioneros extranjeros que, según analistas y exdiplomáticos estadounidenses, espera utilizar como herramienta de negociación con Estados Unidos y otros países.
Desde julio, las fuerzas de seguridad venezolanas han detenido a unos 50 visitantes y titulares de dos pasaportes de más de una decena de países, según el grupo de vigilancia Foro Penal.
"Son fichas de intercambio", dijo Gonzalo Himiob, fundador de Foro Penal.
Maduro quiere la eliminación de las sanciones estadounidenses, que han golpeado la economía venezolana, y el reconocimiento internacional, entre otros cambios políticos.
Funcionarios venezolanos afirman que han detenido al menos a nueve personas con ciudadanía o residencia estadounidense, y las autoridades acusan a algunas de ellas de conspirar para asesinar a Maduro.
Estados Unidos no tiene presencia diplomática en Venezuela, y un representante del Departamento de Estado dijo que el gobierno estadounidense ni siquiera estaba seguro de dónde estaban retenidos sus ciudadanos.
Los familiares de tres ciudadanos estadounidenses detenidos dijeron que no habían tenido noticias de sus seres queridos desde que desaparecieron hace meses y que solo han recibido una comunicación limitada de su propio gobierno.
David Estrella, de 64 años y padre de cinco hijos, había ingresado a Venezuela por tierra desde Colombia el 9 de septiembre, según su exesposa, Elvia Macías, de 44 años.
Elvia Macías, quien mantiene una relación estrecha con su exesposo, lo describió como un "aventurero" que --lleno de optimismo porque la situación en Venezuela "no estaba tan mala"-- había ido a visitar a unos amigos.
Macías trabajaba en control de calidad para empresas farmacéuticas en Nueva Jersey, se estaba preparando para jubilarse y ya había visitado Venezuela en una ocasión, según ella.
Elvia Macías lloró al recordar haber celebrado la Navidad sin él.
"Esta situación ha tenido un tremendo impacto en nuestras vidas", afirmó.
El movimiento de inspiración socialista de Maduro ha gobernado el país desde 1999, cuando su predecesor, Hugo Chávez, asumió el cargo. En julio, Maduro se enfrentó a su reto electoral más difícil hasta la fecha, contra González, un exdiplomático que se convirtió en el sustituto de Machado cuando el gobierno le prohibió postularse.
Incluso en medio de una campaña de represión intensificada, muchos venezolanos salieron en masa a apoyar a González. Y en los días posteriores a las elecciones, la oposición recopiló miles de actas de escrutinio y las publicó en internet, las cuales mostraban que González había ganado por una amplia mayoría.
No obstante, Maduro declaró la victoria, una afirmación cuestionada por observadores independientes, entre ellos el Centro Carter, las Naciones Unidas y un miembro del consejo electoral del país.
Estados Unidos ha reconocido a González como ganador, e incluso aliados de Maduro como los presidentes Gustavo Petro, de Colombia, y Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, ambos vecinos de Venezuela con tendencias de izquierda, se han distanciado.
Ninguno de los dos asistirá a la toma de posesión.
Maduro ya había detenido a extranjeros con fines políticos. Pero nunca su gobierno había retenido a tantos a la vez, según Foro Penal, el grupo de vigilancia.
Algunos analistas afirmaron que Maduro había decidido detener a extranjeros porque ha visto que así consigue lo que quiere.
En 2022 y luego de nuevo en 2023, Estados Unidos llegó a acuerdos con el gobierno venezolano, en los que Washington liberó a aliados venezolanos de alto perfil a cambio de ciudadanos estadounidenses retenidos por Maduro.
Esto formaba parte de un cambio en los tratos de Estados Unidos con los gobiernos y otras personas que capturan estadounidenses en el extranjero.
En el pasado, la política estadounidense consistía en no negociar con los captores, por temor a que los tratos fomentasen la toma de rehenes.
Pero esto dejó a los estadounidenses detenidos con pocas esperanzas de ser rescatados, y los críticos dijeron que incluso contribuyó a la muerte de personas como James Foley, periodista asesinado por ISIS en Siria en 2014.
Desde entonces, Estados Unidos se ha mostrado más dispuesto a negociar. Pero algunos críticos sostienen que eso provoca la misma práctica a la que se dedica Maduro.
Tom Shannon, que desempeñó un papel de alto rango en el Departamento de Estado en los gobiernos de Barack Obama y de Donald Trump, dijo que creía que Maduro había sido alentado por los recientes acuerdos de rehenes con Rusia e Irán.
Aun así, no piensa que llegar a acuerdos sea un error.
"Creo que uno de nuestros trabajos es cuidar de los ciudadanos estadounidenses en el extranjero", dijo Shannon. "Y es muy difícil simplemente dar por perdida a la gente y decir, 'oh mala suerte, lo siento mucho'".
En su lugar, dijo que el gobierno estadounidense debía "infligir niveles de dolor a los secuestradores que dejen claro que esto no va a volver a ocurrir".
Otros ciudadanos estadounidenses detenidos en Venezuela son Wilbert Castañeda, de 37 años, un Navy SEAL que viajó a Venezuela para visitar a su novia, según su madre, Petra Castañeda, de 60 años.
Castañeda, padre de cuatro hijos, fue detenido por las autoridades a finales de agosto. Ya para septiembre, su rostro había aparecido ampliamente en la televisión estatal y Diosdado Cabello, ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz de Venezuela, lo acusó a él y a otras personas de participar en un complot para asesinar al presidente.
Petra Castañeda, que vive en California, dijo que su hijo era inocente.
"Todos en la familia estamos muy preocupados, estamos desesperados", dijo. "Nos aferramos a una esperanza de que los Estados Unidos logren tener algún arreglo con el señor Maduro".
Stephen William Logan, de 84 años, profesor jubilado de Virginia Occidental, dijo que ni siquiera se había dado cuenta de que su hijo Aaron Barrett Logan, de 34 años, había ido a Venezuela. Entonces, en septiembre, su familia recibió una llamada de funcionarios del Departamento de Estado, notificándoles que había sido detenido.
Logan dijo que su hijo trabajaba en Estados Unidos para un banco importante como "probador de penetración", probando la seguridad del banco intentando piratear sus sistemas.
Cabello acusó su hijo de estar implicado en el mismo plan de asesinato.
"Ni siquiera sé cómo imaginarlo", dijo Logan padre sobre las condiciones en las que vivía su hijo, preguntándose si era como "un campo de concentración".
Representantes del equipo de transición de Trump declinaron hacer comentarios. Ninguno de los detenidos estadounidenses ha sido declarado injustamente detenido por el Departamento de Estado, una designación que podría conseguirles más ayuda desde dentro del gobierno estadounidense.
En Caracas, muchos asistieron a la protesta del jueves contra Maduro a pesar de que concentraciones similares se han enfrentado a la violencia de las fuerzas de seguridad y han acabado con la muerte de participantes.
Entre los que estuvieron en las calles estaba Laura Matos, de 21 años, que dijo que "todo el mundo" le había dicho "no salgas".
Pero "anoche no pude dormir", dijo. "Yo decía: 'Quiero que ocurra algo, quiero que el presidente electo Edmundo González se juramente, quiero que Venezuela tenga un cambio'".
"No merecemos estar así", continuó, mientras otros manifestantes hacían sonar trompetas de plástico a su alrededor. "Merecemos más, tener un mejor futuro. Merecemos los jóvenes como yo poder estudiar y ejercer y quedarnos en nuestro país".
Alain Delaquérière colaboró con investigación.
Julie Turkewitz es jefa del buró de los Andes, radicada en Bogotá, Colombia, cubre Colombia, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Perú. Más de Julie Turkewitz
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