Una guerra civil en Sudán que ha cobrado la vida de 150.000 personas y obligado a más de 11 millones a abandonar sus hogares, según algunos estimados, provocó que el gobierno estadounidense declarara el martes que uno de los principales antagonistas de la guerra había perpetrado un genocidio: la milicia de etnia árabe conocida como Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
La guerra, que ha atraído a países extranjeros y a una multitud de grupos armados, ahora amenaza con desbordar las fronteras de Sudán. Tras 21 meses de enfrentamientos, miles de personas han muerto en una campaña de limpieza étnica, innumerables mujeres y niñas han sido objeto de violencia sexual y millones de individuos pasan hambre, en la primera hambruna declarada de manera oficial en el mundo desde 2020.
Se ha desplazado a tanta gente que Naciones Unidas afirma que Sudán alberga ahora la mayor crisis de desplazados del mundo: una "pesadilla viviente", en palabras de Amy Pope, directora general de la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU.
Genocidio antiguo y actual
El jefe del Ejército sudanés, el general Abdel-Fattah Burhan, y el comandante de las Fuerzas de Apoyo Rápido, el teniente general Mohamed Hamdan Dagalo, fueron aliados en el pasado. En 2021, trabajaron juntos para dar un golpe militar. Pero luego se separaron después de que fracasó el intento de fusionar sus fuerzas.
En abril de 2023, entraron en guerra, con tiroteos que se propagaron por la capital, Jartum.
Las FAR están compuestas por los restos de otra milicia, los yanyauid, responsables de la muerte de cientos de miles de personas hace dos décadas en la región occidental sudanesa de Darfur. Aquellas matanzas dieron lugar a acusaciones de genocidio ante la Corte Penal Internacional contra el gobernante autocrático de Sudán, Omar al-Bashir, quien fue derrocado en 2019.
El martes, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, declaró que las FAR y las milicias aliadas habían cometido nuevos actos de genocidio en Darfur en 2023. El objetivo, según las autoridades, fue el pueblo masalit, una minoría étnica no árabe de Sudán, donde la población y las fuerzas armadas son predominantemente árabes.
En julio de 2023, se descubrió una fosa común que contenía los cadáveres de 87 personas, la mayoría de ellas masalit, quienes, según grupos de derechos humanos, probablemente habían sido asesinadas por las FAR. También ha habido informes de violencia sexual, tortura y asesinatos de personas masalit.
Los estimados sobre el número de muertos en la guerra varían mucho. El año pasado --antes de las recientes oleadas de enfrentamientos-- el enviado de Estados Unidos en Sudán, Tom Perriello, declaró que la cifra podía ascender a 150.000. En enero de 2024, un grupo independiente de expertos presentó un informe a las Naciones Unidas según el cual, tan solo en diciembre de 2023, entre 10.000 y 15.000 personas habían sido asesinadas en masacres de las FAR en El Geneina, una ciudad de Darfur Occidental.
Hasta julio, al menos 33.000 personas habían resultado heridas en los combates, según la Organización Mundial de la Salud. Es muy probable que esa cifra haya aumentado.
Desplazamiento masivos
Más de 11,5 millones de sudaneses --casi una cuarta parte de la población del país-- han sido desplazados de sus hogares, muchos de ellos repetidamente, incluidos 8,7 millones que huyeron durante la guerra actual, según un informe de la ONU publicado esta semana. Desde que comenzaron los combates, más de 3,3 millones de personas han cruzado las fronteras de Sudán hacia los países vecinos, entre ellos Egipto, Chad y Sudán del Sur.
Según el informe, más de la mitad de los desplazados son niños. Muchos viven en condiciones terribles, con escasez de alimentos y agua. Algunos refugiados que viven en un campamento de Adré, al otro lado de la frontera con Chad, duermen en el suelo, incluso cuando llueve.
La catástrofe se agravó aún más en octubre, cuando más de 135.000 personas de un estado, Gezira, al este de Sudán, fueron desplazadas en el transcurso de diez días a causa de un brutal aumento de la violencia en la región, según informó la ONU.
"No hay palabras para describir este tipo de cosas", declaró Mohamed Ahmed, coordinador médico adjunto de la misión de Médicos Sin Fronteras en Sudán. "Es realmente un sentimiento de desesperación".
Muchas de las personas que huyeron de Gezira acabaron en otro estado, Gadarif, en el sureste del país, donde Ahmed ha estado trabajando. Según Ahmed, el estado en que muchos niños llegan a su clínica lo persigue mucho tiempo después de que los ve por primera vez.
"Esqueléticos, cansados", dijo, "muchos de ellos desplazados dos o tres veces".
Hambruna y enfermedad
Alrededor de 25,6 millones de personas --más de la mitad de la población de Sudán-- enfrentaron condiciones de hambre de nivel de crisis en 2024, según la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria, o CIF, una iniciativa dirigida por las Naciones Unidas y los principales organismos de ayuda que se considera la autoridad mundial en materia de hambre.
Catorce meses después del inicio del conflicto, la CIF informó que Sudán estaba experimentando los niveles más altos de inseguridad alimentaria que se hubieran registrado en el país.
En agosto, se declaró oficialmente que había hambruna en el campamento de desplazados de la región de Darfur conocido como Zamzam. Médicos Sin Fronteras estimó en febrero de 2024 que trece niños morían al día tan solo en ese campamento. Se calcula que Zamzam alberga a cientos de miles de personas.
No hay suficientes recursos sanitarios en Sudán para atender a los millones de personas que necesitan tratamiento para la desnutrición rampante y mucho menos a los afectados por uno o más de los cuatro brotes de enfermedades --malaria, sarampión, dengue y cólera-- que enfrenta el país.
La Organización Mundial de la Salud informó en noviembre que la infraestructura sanitaria de Sudán, que ya estaba bajo presión antes de la guerra, estaba al borde del colapso y que dos tercios de los principales hospitales de las zonas asoladas por el conflicto estaban cerrados. La organización ha documentado al menos 119 ataques contra trabajadores y centros del sector salud desde que comenzó la guerra, los cuales han causado al menos 189 muertos y 140 heridos.
Ahmed mencionó que los niños sufrían ciclos despiadados de enfermedades evitables que los predisponían a la desnutrición y lamentó el calvario de quienes "se supone que deberían estar sanos, jugando".
Una multitud de refugiados sudaneses de la región de Darfur hacen fila a empujones para recibir alimentos durante una distribución improvisada de ayuda en las afueras del campo de refugiados de Adré, Chad, el 8 de julio de 2024. (Ivor Prickett/The New York Times)
Fatuma Adoum, una refugiada de Sudán, con una de sus hijas gemelas en un centro de desnutrición que dirige Médicos Sin Fronteras en Adré, Chad, el 11 de julio de 2024. (Ivor Prickett/The New York Times)