'Me uní a ISIS': La radicalización secreta del atacante de Nueva Orleans

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Grabaciones y entrevistas detallan el creciente descontento de Shamsud-Din Jabbar con la sociedad estadounidense y su creciente aislamiento incluso dentro de su comunidad musulmana local.

Su camioneta eléctrica ya se dirigía hacia Nueva Orleans, viajando desde su casa remolque en las afueras de Houston y pasando por las centelleantes refinerías de petróleo del este, cuando Shamsud-Din Jabbar empezó a grabar un video con su teléfono en la oscuridad.

"Quería grabar este mensaje para mi familia", dijo Jabbar. "Quería que supieran que me uní a ISIS a principios de este año".

Jabbar añadió entonces una frase escalofriante.

"No quiero que piensen que los perdoné voluntariamente", dijo, según detalles del video revisado por The New York Times. Dijo a su familia que había concebido previamente organizar una "celebración" para ellos y luego hacer que todos "presenciaran la matanza de los apóstatas".

Estas palabras fueron de las últimas que pronunció Jabbar antes de arrollar con su camioneta alquilada a la multitud que se agolpaba a primera hora de la mañana de Año Nuevo en la calle Bourbon de Nueva Orleans, matando a 14 personas antes de morir en un tiroteo con la policía. Llevaba consigo en el camión la bandera del grupo terrorista Estado Islámico, más conocido como ISIS.

La devastadora violencia reveló una radicalización secreta que confundió a sus seres queridos, quienes lo conocían como un veterano condecorado del ejército que tenía un empleo de 120.000 dólares al año como "especialista senior de soluciones" centrado en el gobierno y los servicios públicos en la empresa internacional de contabilidad Deloitte. Días después, los investigadores seguían intentando averiguar exactamente cómo Jabbar había conseguido descender a un estado tan asesino sin ser detectado.

Pero nuevos detalles procedentes de grabaciones, entrevistas y registros públicos trazan el creciente descontento de Jabbar con la sociedad estadounidense y un giro hacia lo que al principio era una versión más conservadora del islam, y luego algo mucho más oscuro.

Gran parte del escrutinio se centra en el año pasado, cuando Jabbar profundizó su aislamiento de los demás al mudarse a un barrio musulmán al norte de Houston, un grupo de casas móviles donde gallinas, cabras y gatos deambulan libremente por los patios traseros.

Aunque se encontró rodeado de creyentes, en una comunidad situada a poca distancia de una mezquita y a un corto trayecto en coche de una segunda, siguió siendo un marginado, dijeron varios vecinos.

Se refugiaba solo en su casa, mantenía alejadas a las visitas y limitaba el contacto con los vecinos. Un vecino recordó que Jabbar se había dejado crecer la barba y luego se la había vuelto a cortar.

Varios residentes dijeron que nunca lo habían visto en las oraciones de la mezquita más cercana, y el portavoz de la más lejana también dijo que no recordaba que asistiera.

"Nunca lo vimos aquí rezando en nuestra vida, y llevo en esta comunidad desde 2008", dijo un residente local, Taha Mohamed, mientras asistía a un servicio de oración el jueves por la noche.

Jabbar no hablaba de sus crecientes creencias religiosas de línea dura con quienes le rodeaban, dijeron sus vecinos, aunque de vez en cuando publicaba grabaciones de audio en las que defendía una interpretación conservadora del islam.

En la casa de Jabbar había indicios de una doble vida. En su patio, quien había trabajado durante años en el sector inmobiliario y en tecnología de la información había dejado varios carteles inmobiliarios. En el interior, había una computadora portátil sobre una estación de trabajo con dos monitores, y una estantería contenía tanto el Corán como un libro sobre el cristianismo.

Los investigadores escribieron en documentos sobre el hallazgo de más objetos ominosos que Jabbar había dejado atrás, incluidos suministros que podrían utilizarse para un artefacto explosivo: acetona, botellas de ácido sulfúrico y bolsas etiquetadas como nitrato de potasio.

La milicia le 'puso los pies en la tierra'

En la casa de tres habitaciones de Beaumont, Texas, donde creció Jabbar, los familiares se reunieron esta semana y miraron fotos de su vida en las que aparecía sonriente con su equipo de la liga infantil y con una toga y birrete rojos de graduación.

Jabbar tuvo lo que parecía una educación relativamente corriente, dijo Abdur Rahim Jabbar IV, un medio hermano de 24 años. Le encantaba la escuela y sacaba buenas notas.

El padre de Jabbar creció como cristiano, pero más tarde se convirtió al islam, cambió su apellido de Young a Jabbar y también puso nombres árabes a algunos de sus hijos. Aun así, muchos miembros de la familia, todos ellos afroestadounidenses, siguieron asistiendo a una iglesia baptista local.

Una pariente de Jabbar, que no quiso que se publicara su nombre por temor a verse implicada en el caso, dijo que incluso Jabbar y algunos de sus hermanos, que al igual que su padre se convirtieron al islam, habían llevado una vida en gran medida secular. "Creo que nunca oí decir la palabra Alá", recordó.

La madre de Jabbar, que siguió siendo cristiana, se trasladó más tarde con Shamsud-Din y los otros hijos de la pareja a la zona de Houston tras el divorcio.

En la Universidad de Houston, Jabbar asimiló la experiencia universitaria. Disfrutó tanto de las fiestas universitarias y del alcohol, dijo su medio hermano, que descarriló sus estudios y acabó costándole una beca.

En 2007 se alistó en el ejército estadounidense, donde llegó a trabajar en recursos humanos y tecnología de la información, ascendió al rango de sargento primero, fue desplegado en Afganistán y obtuvo una medalla de servicio de la Guerra Global contra el Terrorismo. El ejército lo mencionó en una publicación de 2013 en Facebook. Allí, la madre de Jabbar respondió con un comentario, expresando su orgullo.

Jabbar dijo a sus familiares que estaba agradecido por su paso por el ejército. "Lo hizo enderezarse", dijo su medio hermano. "Le dio disciplina. Le puso los pies en la tierra".

Tras ocho años de servicio, Jabbar asistió a la Universidad Estatal de Georgia. La gente que le conocía aún no veía signos de extremismo religioso, aunque al menos un amigo describió un creciente interés por su fe musulmana.

Después se dedicó a una carrera profesional ejecutiva y regresó a Texas.

'Una señal del fin de los tiempos'

Los problemas personales de Jabbar aparecieron al principio en formas más mundanas. Hubo divorcios, problemas empresariales y disputas financieras.

Con las separaciones matrimoniales llegaron la pensión alimenticia y la manutención de sus dos hijas, ahora de 20 y 15 años, y de su hijo pequeño. En 2021, los registros judiciales de su tercer divorcio muestran que se le ordenó pagar 1350 dólares al mes a su tercera esposa. Trabajaba en el sector inmobiliario con sus familiares para obtener ingresos extra, en parte debido a las deudas: la casa implicada en su caso de divorcio se enfrentaba a una ejecución hipotecaria, según declaró en 2022, con 27.000 dólares de pagos atrasados que debía por la hipoteca.

Cuando finalizó el divorcio, en 2022, tenía el trabajo en Deloitte, pero parecía estar pagando más de una cuarta parte de su salario mensual en concepto de manutención.

Al parecer, su tercer divorcio fue un divorcio amargo, en el que su exesposa pidió al tribunal que ordenara a Jabbar no hacer llamadas telefónicas amenazadoras ni perjudicarla a ella ni a su hijo. No se sabe con certeza si alguna vez les hizo daño en el pasado. Su exesposa declinó las solicitudes de comentarios.

En el último año, algunos miembros de su familia tuvieron la impresión de que Jabbar había empezado a actuar de forma errática. Una exesposa anterior y su marido decidieron limitar el contacto de Jabbar con sus hijas porque su comportamiento se había vuelto más impredecible, aparentemente influenciado por sus ideas religiosas, dijo el marido.

La familia más cercana de Jabbar también vio señales de que empezaba a desestabilizarse, en parte como consecuencia de la tensión económica y el divorcio, pero también de cosas más grandes en el mundo. Tras el inicio de la guerra en Medio Oriente en otoño de 2023, Jabbar parecía inquieto por la masacre que veía en las noticias y en las redes sociales, dijo su medio hermano, Abdur Jabbar.

"No le gustaba: decía que era un genocidio por ambas partes, inhumano", dijo. "No tenía sentido".

El año pasado, Jabbar empezó a dejarse crecer la barba, lo que algunos familiares consideraron un intento de cambiar su aspecto y adoptar la apariencia de un hombre musulmán tradicional. Pero también empezó a expresar su desprecio por lo que consideraba un comportamiento inapropiado.

"No aprobaba la bebida ni las fiestas", dijo su medio hermano. "Decía que no iba acorde a lo que Dios nos había ordenado hacer. Decía que no era fructífero. Que no aportaba nada positivo".

En una cuenta del sitio web de audio SoundCloud que parece pertenecer a Jabbar se publicaron grabaciones sobre enseñanzas islámicas; la voz fue verificada por su medio hermano. En una de ellas, advertía que la música tenía el poder de atraer a la gente "hacia las cosas que Dios nos había prohibido", como el alcohol, la marihuana, la vulgaridad y la delincuencia.

La grabación continúa sugiriendo una conexión entre el lanzamiento de Get Rich or Die Tryin', un álbum de rap de 50 Cent, y una serie de asesinatos en su barrio. Dijo que le preocupaba que los musulmanes que escuchaban esa música se sintieran atraídos por el mal.

"La voz de Satanás extendiéndose entre los seguidores del profeta Mahoma --la paz sea con él-- es una señal del fin de los tiempos", dijo en el mensaje de hace aproximadamente un año, a principios de 2024.

'Los creyentes y los incrédulos'

Sus grabaciones reflejaban un creciente conservadurismo en sus creencias. Pero los investigadores seguían estudiando a fondo su vida digital para determinar cuándo había dado el salto al extremismo y por qué, en los videos que grabó y publicó en Facebook justo antes del atentado, se había comprometido con ISIS.

Nasser Weddady, experto en extremismo islámico, dijo que las opiniones contenidas en las grabaciones de SoundCloud mostraban una inclinación puritana, pero no estaban asociadas a una interpretación violenta de la fe por sí mismas.

La misma cuenta de SoundCloud incluía también otras 16 grabaciones que habían "gustado" al usuario, varias de las cuales expresaban opiniones sobre el islam que a veces han sido utilizadas por grupos extremistas como justificación para matar a no musulmanes.

La pregunta más importante, dijo Weddady, "es cómo pasó de culpar a los musulmanes de desviarse del camino recto a matar a no musulmanes".

Abdur Jabbar dijo que cuando habló con su medio hermano hace dos semanas, Jabbar no mencionó ningún plan para ir a Nueva Orleans.

En su trabajo de Deloitte, dejó una respuesta de "fuera de la oficina" diciendo que se tomaba unos días libres por motivos personales.

"Por favor, espera un retraso en la respuesta durante este tiempo", decía el mensaje. "Si el asunto es urgente, por favor llámame o envíame un mensaje de texto".

"Gracias amablemente", concluía.

Los vecinos dijeron que el contrato de alquiler de Jabbar en las afueras de Houston estaba llegando a su fin y que les había dicho, antes de partir en Nochevieja, que se iba a mudar a Nueva Orleans.

Tras alquilar el camión en una aplicación de alquiler entre particulares, Jabbar se dirigió a Nueva Orleans, grabando mensajes de video durante el camino. En el primer video, se refirió a la "animosidad" con su familia, pero dijo que había decidido no llevar a cabo un plan para hacerles daño. Los investigadores dijeron que, al parecer, se debía a la preocupación de que la cobertura informativa de un atentado en el que estuviera implicada su familia no se centrara en la "guerra entre los creyentes y los incrédulos."

Empezó a publicar sus videos a la 1:29 a. m. y continuó hasta las 3:02 a. m. Su ataque comenzó solo unos minutos después.

Un funcionario estadounidense que revisó algunas de las imágenes filmadas por Jabbar dijo que "juró el bayat" al Estado Islámico, un término árabe que hace referencia al juramento de lealtad que se espera que pronuncien los seguidores del ISIS como forma de señalar su fidelidad al grupo.

El hermano de Jabbar dijo que no había visto los videos dirigidos a la familia.

"Es difícil de creer, es una locura", dijo. "No es propio de él".

El jueves por la tarde, Abdur Jabbar empujaba una silla de ruedas que transportaba a su padre enfermo, quien había sufrido un derrame cerebral en 2022, hasta el garaje de la casa para reunirse con tres agentes del FBI. Los agentes dijeron a la familia, dijo Abdur Jabbar, que había señales de alarma que indicaban que Shamsud-Din Jabbar se había radicalizado.

"Quieren saber por qué lo hizo", dijo el menor de los Jabbar tras el interrogatorio del FBI. "No pude darles una respuesta. Ese no es el hermano que conozco".

Las influencias religiosas de Jabbar seguían sin estar claras.

Las dos mezquitas de su pequeño barrio representan dos interpretaciones distintas del islam. Una de ellas, la mezquita Baitus Samee, ha sido objeto de críticas por parte de los musulmanes más conservadores, algunos de los cuales han tachado a los seguidores de la mezquita de "apóstatas". Cuando en agosto se pintó un grafiti que aludía a esto en una pared de la mezquita, el FBI ofreció una recompensa de 10.000 dólares, con la esperanza de que se produjera una detención.

La otra mezquita, conocida como la Mezquita Bilal, más cercana al lugar donde vivía Jabbar, también ha llamado la atención, ya que al menos en una ocasión acogió a un orador que hizo comentarios incendiarios denunciando a los judíos.

Los fieles dijeron que no habían visto a Jabbar en ninguna de las dos.

El viernes, mientras los residentes se reunían en la mezquita Bilal para la oración de la tarde, varios agentes de policía, ayudantes del sheriff y guardias de seguridad privados vigilaban.

Muchos de quienes vivían en la zona dijeron que les preocupaba la nueva atención que se prestaba a su comunidad y que les frustraba que ahora se les relacionara con Jabbar simplemente porque había vivido, en los últimos meses de su vida, justo al final de la calle.

"No era miembro de esta congregación, no era alguien que soliera venir aquí, y no formaba parte de esta comunidad en absoluto", dijo Mohammed Khan, miembro de la mezquita Bilal. La hostilidad antimusulmana en internet desde el atentado solo ha aumentado su preocupación, añadió.

Dentro de la mezquita, Ayman Kabire, de la Sociedad Islámica del Área Metropolitana de Houston, que actuó como imán el viernes, condenó el atentado de Jabbar y recordó a los reunidos que su fe estaba arraigada en la paz.

Fuera, un helicóptero que parecía estar vigilando la reunión sobrevolaba la zona, ahogando las conversaciones.

Mike Baker, J. David Goodman, Nicholas Bogel-Burroughs, Maria Jimenez Moya, Shannon Sims y John Ismay colaboraron con la reportería. Kirsten Noyes, Sheelagh McNeill, Susan C. Beachy y Alain Delaquérière colaboraron con la investigación.

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Rukmini Callimachi ha sido finalista del Premio Pulitzer en tres ocasiones. Antes de incorporarse al Times en 2014, pasó siete años como corresponsal y jefa de oficina informando desde África para The Associated Press. Más de Rukmini Callimachi

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