Este año, el nombre de la estrella del pop atrevida y anteriormente alternativa Charli XCX y su álbum "Brat" aparecieron en muchos lugares que ni en mis sueños más alocados habría imaginado: en el pleno de la Convención Nacional Demócrata; Fox News y CNN ("Aspiraré a ser 'brat'", prometió el presentador Jake Tapper a una nación perpleja el 22 de julio); la marquesina fuera de un Madison Square Garden con las entradas agotadas; la lista de canciones del verano de Barack Obama; el perfil de redes sociales de la Autoridad de Transporte Metropolitano de Nueva York; una serie de mensajes de texto con mi madre; esas tarjetas de colores que anuncian a los próximos presentadores de "Saturday Night Live"; el primer puesto de la lista de Metacritic de los álbumes mejor valorados de 2024; y los titulares que anuncian a los artistas más nominados a los Premios Grammy de 2025.
Desde el lanzamiento el 7 de junio de su sexto álbum de estudio, el viaje de Charli, de 32 años, al centro de la cultura popular se ha acelerado a una velocidad asombrosa. Antes de este verano era (como ella misma lo describe en su canción "I Might Say Something Stupid", una artista "mimada" y confesional con voz procesada con autotune) "famosa pero no del todo", es decir, "perfecta para un segundo plano, con un pie en la vida normal". Para cuando salió a la venta el álbum de remixes de las canciones de "Brat" de Charli el 11 de octubre, repleto de estrellas y producido con pericia, su estatus ya no era el mismo, y lo anunció con su característica indiferencia. "Ay [palabrota]", cantó en una nueva versión de la bailable "B2b". "Soy medio famosa".
A lo largo del año, mientras Charli seguía lanzando música sincera sobre la fama que no hacía más que hacerla más famosa, pareció abordar el estrellato como un proyecto artístico warholiano, como no se había visto en el mundo del pop desde los inicios de Lady Gaga. "Puedes jugar con él", dijo sobre el estrellato (en otro lugar inesperado, "The Howard Stern Show"), "y creo que esa es también una parte muy interesante de ser artista, cuando puedes utilizar esa cosa --la fama, la publicidad-- como herramienta".
El punto final triunfante fue un LP de remixes con un título que se burlaba de los álbumes "deluxe" que solo se lanzan para ganar dinero: "Brat and It's Completely Different but Also Still Brat". La lista de canciones parece un alarde modesto de cuánta gente quiere que sus nombres se asocien a Charli XCX en 2024: Billie Eilish, Ariana Grande, Julian Casablancas, Bon Iver. También está lleno de guiños, como el muestreo musical de una nota de voz bilingüe de Dua Lipa, que se la vive de vacaciones, en un remix electrónico tipo Balearic house de "Talk Talk", o el hecho de que le asignó a su amigo Matty Healy, vocalista de The 1975, una canción titulada "I Might Say Something Stupid". (Tal vez diga algo estúpido) ¿Tal vez?
Es cierto, las canciones eran completamente diferentes, pero ¿seguían siendo "brat"? A principios del verano, disfrutar el álbum y la estética que lo acompañaba tenía el caché de conocer una contraseña secreta que te concedía la entrada a un club exclusivo y de lujo prohibitivo. Pero a medida que Charli pasó de los escenarios secundarios de la cultura pop a sus actos principales, empezaron a surgir algunas preguntas incómodas. Por ejemplo, ¿qué le ocurre a un club nocturno cuando supera su aforo con creces? ¿En qué momento llega el jefe de bomberos a aguar la fiesta?
PARA APRECIAR LO QUE hace especial a "Brat", rebobinemos hasta el brillante LP de Charli de 2022, "Crash". En aquel momento, la cantante lo llamó de broma su álbum "vendido", "de chica pop protagonista", y trató de seguir las reglas convencionales de la creación de éxitos contemporáneos: coplas cerradas y sin fricción ("I want the bad ones 'cause they're all I know / I always let the good ones go"), rutinas de baile elaboradas, muestreos prominentes de temas clásicos de house. Funcionó bastante bien, pero ella quería que su siguiente álbum se sintiera más auténtico y cercano a su propia realidad.
"Realmente siento que estoy diciendo cosas que les diría en privado a mis amigos", comentó a Rolling Stone sobre escribir las canciones de "Brat". "En realidad nunca diríamos: '¿Yo? ¡Dejo ir a los buenos!'. Probablemente diríamos algo como: 'Dios mío, soy un [palabrota] desastre. Sigo enamorándome de [palabrota] idiotas'".
"Brat" resonó más que cualquiera de los lanzamientos anteriores de Charli, en gran parte porque ofrecía una alternativa potente a algunas de las tendencias imperantes de la música pop justo en el momento en que el público empezaba a cansarse de ellas. Mientras que los álbumes recientes de Dua Lipa, Grande y Lorde trataban el autocuidado y la introspección como una especie de salvación terapéutica, Charli se puso en modo duende, desplegando una letanía de referencias poco eufemísticas a las drogas y asumiendo con orgullo sus contradicciones más complicadas. (Las tres artistas reconocieron este cambio de tendencia y se unieron a los remixes de Charli).
Sin embargo, la estrella del pop para la que Charli representa la alternativa más clara es Taylor Swift, y esa es casi con toda certeza la inspiración detrás del abrasador exorcismo a la inseguridad de Charli, "Sympathy Is a Knife". "No podría ser ella ni aunque lo intentara, soy lo opuesto, estoy del otro lado", canta Charli refiriéndose a una destacada compañera que casualmente salía con uno de los compañeros de banda de su novio. (El prometido de Charli, George Daniel, y el ex de Swift, Healy, forman parte de la banda The 1975).
Swift, que este año terminó su gira The Eras Tour, que batió récords, ha construido un imperio multimillonario en parte convenciendo a millones de seguidores de que podría ser su mejor amiga. Para cualquiera que estuviera cansado de la mercadotecnia masiva y saturación cultural de Swift, ahí estaba Charli, con su inaccesibilidad refrescante detrás de sus gafas de sol negras omnipresentes, mencionando una serie de monónimos que "solo los que saben entienden" en letras que parecen chismes de grupos de chat: Sophie, George, A.G., HudMo, Gabbriette, Julia-a-a-a. En un año en el que las interminables versiones renovadas de Swift de su exitoso álbum de 31 canciones "The Tortured Poets Department" empezaron a parecerles excesivas incluso a sus más devotos admiradores, Charli convirtió la abundancia en algo más artístico. La versión completa de "Brat and It's Completely Different" contiene más de 30 canciones, pero nunca se sintió repetitiva ni demasiado larga.
Se suponía que la irrupción de Charli en la cultura dominante sucediera hace al menos una década. Firmó un contrato de desarrollo cuando era adolescente y, en los círculos de compositores pop, había demostrado ser alguien capaz de crear un gancho musical irresistible, aunque sus éxitos más reconocibles impulsaron las carreras de otros artistas. Le dio a Icona Pop "I Love It", una canción que escribió en 30 minutos en la habitación de un hotel sueco. Fue la responsable de las partes más pegadizas y menos molestas del exitazo de Iggy Azalea "Fancy", de 2014. Aprovechando el ímpetu, ese verano llegó al Top 10 de las listas de éxitos con la melodía pop de sintetizador "Boom Clap" de la banda sonora de la película "Bajo la misma estrella", una canción optimista y dolorosamente romántica, pero lo bastante anodina como para habérsela ofrecido originalmente a Hilary Duff. El atrevido álbum con tintes de pop-punk "Sucker" llegó en diciembre, pero no consiguió lanzar a Charli como estrella en solitario.
Como respuesta, Charli hizo una exploración sónica y descubrió que le gustaba tomar riesgos, superar los límites y trabajar con algunos de los compositores más experimentales del pop, como A.G. Cook de PC Music y la visionaria del hiperpop Sophie. Sus álbumes de esta época se deleitan con la personalidad y la artificialidad, pero tampoco la centran a ella como protagonista del modo en que lo hace mucha de la música pop más tradicional. Con sus grupos de vocalistas invitados y artistas en ciernes que Charli amadrinó, sus listas de lanzamientos como el referente creativo de 2017 "Pop 2" y su álbum de 2019 "Charli" parecen más "mixtapes" de rap que álbumes de pop de sellos discográficos importantes.
En retrospectiva, le dijo a Stern, la cantante no estaba del todo preparada para la fama cuando salió "Sucker", y fue un alivio disponer de más tiempo para perfeccionar su visión fuera de los reflectores más brillantes. "En aquel momento no era una artista totalmente formada", admitió. "Sin duda iba por buen camino", añadió, "pero aún no había recopilado todas estas partes de mi arte ni las había filtrado por este embudo que le dio más fuerza a todo".
EL 25 DE JULIO, Pitchfork publicó un obituario del Verano Brat. ("Apenas a 80 días de su lanzamiento"). El golpe mortal, según la escritora Arielle Gordon, lo asestó la propia Charli, cuando publicó en X en aquellos primeros días embriagadores de la campaña presidencial de Kamala Harris: "kamala ES brat". Pronto se produjo una reacción en cadena de pena ajena.
Sin embargo, el obituario de Pitchfork resultó ser prematuro. Contra todo pronóstico, Charli logró prolongar su aventura veraniega un poco más, repostada por la energía de su gira Sweat Tour con Troye Sivan, la inofensiva novedad de la moda del baile de "Apple" en redes sociales y la mera magnitud del álbum de remixes.
El Verano Brat finalmente llegó a su fin el 16 de noviembre, la noche en que Charli fue la anfitriona y acto musical de "Saturday Night Live". Fue bastante graciosa en la mayoría de sus actuaciones cómicas, pero sus presentaciones musicales no consiguieron transmitir su atractivo. Vestida con una camiseta de Reed y una bolsa de media luna como accesorio de chica fiestera, cantó "360" bajo las luces Klieg del Studio 8H, con su voz entrecortada por el autotune. El escenario era más arriesgado que sus conciertos en clubes nocturnos a los que acudían sus seguidores más fieles. E incluso esos conciertos habían empezado a parecerse un poco más a los de una estrella del pop tradicional: al día siguiente de su aparición en "SNL", Charli actuó gratis en Times Square, patrocinada por un símbolo de la cultura desechable: la cadena de moda rápida H&M.
En todo caso, el año de "Brat" de Charli demostró lo rápido que se mueve ahora el ciclo vital de la cultura pop, y lo fácil que puede ser para la industria musical incorporar a cualquier agente externo a su propia maquinaria. "Soy lo opuesto, estoy del otro lado", aulló Charli en "Saturday Night Live" durante una angustiada interpretación de "Sympathy Is a Knife". Fue una actuación apasionada y bastante abrasiva, pero el sentimiento ya no sonaba tan cierto como hace apenas seis meses. No es poca cosa convertir el atractivo de una chica poco conocida en superestrellato. Pero la próxima actuación de Charli quizá suponga un reto aún mayor: cómo seguir siendo subversiva y genial dentro del crisol derretido de la cultura pop.
(Sinna Nasseri/The New York Times)
"Brat" resonó más que cualquiera de los lanzamientos anteriores de Charli, en gran parte porque ofrecía una alternativa potente a algunas de las tendencias imperantes de la música pop. (Sinna Nasseri/The New York Times).