MoviesMufasa: The Lion King (Movie)Jenkins, BarryCarter, Blue IvyKnowles, BeyonceRose, Anika NoniRogen, SethDavis, Micah (Masego)Mikkelsen, MadsMiranda, Lin-Manuel
En esta precuela del remake fotorrealista de 2019, dirigida por Barry Jenkins, los resultados generales son bonitos, ligeramente divertidos y a veces aburridos.
El pelaje luce más suntuosamente sedoso en Mufasa: El rey león, los paisajes africanos más atrevidos y brillantes, pero muchas cosas siguen igual en su imperio sin horizontes. Hace solo cinco años, en la nueva versión fotorrealista de El rey león original, Mufasa --el gran felino genial al que James Earl Jones ponía voz con gravedad imperial-- gobernaba su reino animado con el tipo de autoritarismo benevolente que sugiere que Hollywood no es el semillero progresista que tiene fama de ser. Al final, la villanía fue vencida, el orden restaurado y la monarquía hereditaria reconfirmada. El círculo de la vida, como dice la canción, permaneció tranquilizadoramente intacto.
Ese círculo ha demostrado ser más bien una espiral en inexorable expansión para Disney a lo largo de los años. La primera película, una mezcla perfecta de tecnología antigua y nueva, se estrenó en 1994 con gran éxito de crítica y taquilla, cosechando una gran cantidad de premios y reforzando el estatus emergente del estudio como gigante de la industria. En las décadas transcurridas desde entonces, la película ha dado lugar a secuelas directas en video, varios programas animados de televisión, un éxito en Broadway, atracciones en parques temáticos y varios proyectos de Beyoncé --que puso voz a la reina consorte de Mufasa, Nala, en la nueva versión de 2019--, entre ellos "Black Is King", una versión cinematográfica de su álbum complemento.
Beyoncé y su hija Blue Ivy Carter, en el papel de una cachorra llamada Kiara, aparecen en Mufasa, una adición fotorrealista tecnológicamente más avanzada a este gigante de Disney. La película, una historia de orígenes que se desarrolla en gran medida en flashbacks segmentados, sigue la pista de su personaje titular en una aventura repleta de peligros, ninguno humano, y cuenta con el habitual desfile de voces nuevas y recurrentes. (Algunas son más bienvenidas que otras; Seth Rogen y Billy Eichner vuelven a poner voz a los hiperventilados Pumba y Timón). Entre los pastores de la franquicia se encuentran el director Barry Jenkins ( Luz de luna), el guionista Jeff Nathanson y el compositor Lin-Manuel Miranda, quien ha contribuido con siete melodías.
Los resultados generales son bonitos, ligeramente divertidos, a veces aburridos y a menudo familiares, a pesar de algunas desviaciones inusualmente agudas y breves de la pacificadora fórmula de Disney. Una vez más, la historia comienza con amplitud y se reduce rápidamente para centrarse en un cachorro macho en una odisea de autodescubrimiento que incluye peligro, romance, demasiada comedia sosa y una firme afirmación de sus derechos reales de nacimiento que viene acompañada de una ansiosa dosis de populismo. Esta vez Mufasa es el joven héroe (al que Braelyn Rankins pone voz de cachorro y Aaron Pierre de adulto). Entra en el abrazo cariñoso de su madre, Afia (Anika Noni Rose) y de su padre, Masego (Keith David), pero pronto se ve arrastrado a un nuevo reino y al redil de una familia adoptiva.
A algunos de los que participaron en la realización de El rey león original les gustaba citar Hamlet como una de sus influencias, una asociación divertida y jactanciosa. Aquí, al menos, Mufasa parece más una variación leonina del Moisés de Charlton Heston en la película de 1956 Los Diez Mandamientos, en el sentido de que es un forastero destinado a la grandeza que es criado por la realeza y encuentra un complicado hermano sustituto en el joven príncipe de la nueva familia, Taka (al que ponen voz Theo Somolu y Kelvin Harrison Jr.). Mufasa soporta penurias y también libra batallas contra leones rivales, liderados por Kiros (Mads Mikkelsen), superdepredadores de pelaje blanco que, como anteriores oleadas de colonizadores en África, pretenden dominar todo lo que no matan directamente.
La introducción de una manada de merodeadores blancos --y el guiño a la colonización-- es una bienvenida sacudida de audacia en esta saga. Esto es especialmente cierto porque, como la mayoría de las películas de los grandes estudios que aspiran a dominar el mundo, el intento de verosimilitud de esta --evidente en su escrupulosa mímica, en las crestas de las plumas, en las flores brillantes y en las nubes ondulantes-- está al servicio de una película que se ha optimizado para atraer a todo el mundo. No es de extrañar, dados los avances en animación digital (se utilizó IA para lapelícula de 2019), que el pelaje y los colmillos parezcan aquí más persuasivamente realistas que en el pasado. Aun así, las criaturas siguen siendo las mismas personas parlantes, cantarinas y condescendientes disfrazadas de animales que han sido durante mucho tiempo en las películas de Disney.
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Eso es cierto incluso si el toque de Jenkins es evidente en el reparto. La mayoría de las voces adultas tienen una expresividad cálida y emotiva, y el mandril adulto de cara roja de John Kani, Rafiki, eleva cada escena en la que aparece. Los niños suenan igual de naturales, sin los habituales maullidos empalagosos que pueden resultar tan insoportables como las garras arrastradas por la piedra. Aun así, cualquier esperanza de que Jenkins impusiera aquí más autoría que Disney se desvanece en el momento en que el Mufasa adulto canta un insípido dúo de amor con su enamorada, Sarabi (Tiffany Boone). Tanto el romance como las familias y sus problemas siguen siendo las premisas de los cuentos del estudio, al igual que los discretos hábitos alimenticios de los animales. No te preocupes, no se han arrancado gargantas (literales) en la realización de esta película.
Al final, cada colmillo ferozmente desnudo y cada garra extendida de Mufasa permanecen precavidamente desafiladas. Eso es de esperarse en una película infantil, por supuesto, pero lo que finalmente resulta más sorprendente de esta serie es que, a medida que la tecnología ha evolucionado, el abismo entre su mundo natural y el nuestro se ha hecho exponencialmente mayor. La representación de las figuras animales es ahora tan vívidamente realista que a veces casi puedes sentir el terciopelo del pelaje del cachorro de Mufasa en la punta de los dedos, como harías con un gato doméstico. Hay algo agradable en ello, aunque --¡alerta aguafiestas!-- empieza a parecer que Disney, con sus rebaños galopantes, sus tropas retozonas y sus bandadas de plumas de colores, se afana en modelar el mundo natural antes de que desaparezca.
Mufasa: El rey leónClasificada PG. Duración: 2 horas. En cines.
Manohla Dargis es la crítica de cine principal de el Times. Más de Manohla Dargis