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En una reunión televisada de una hora de duración con sus altos mandos militares, Vladimir Putin dejó claro que ganar en Ucrania era su máxima prioridad.
El lunes, durante una hora, el presidente Vladimir Putin y su ministro de Defensa presidieron una reunión anual televisada de los altos mandos militares de Rusia. Hablaron de la OTAN, Ucrania y asuntos tan desconocidos como las hipotecas para los militares.
Pero hubo un tema que no se mencionó: Siria.
Putin aún no ha dicho nada en público sobre la caída de su aliado cercano, Bashar al Asad, en Siria hace más de una semana, incluso cuando Rusia lucha por salvar la influencia que puede tener en Medio Oriente. El silencio subraya la incertidumbre que rodea al futuro de las bases militares rusas en Siria, y la abrumadora prioridad que ha adquirido para el Kremlin la guerra en Ucrania.
La caída de Al Asad es un tema doloroso ahora mismo en Moscú, dijo Anton Mardasov, analista militar residente en Moscú que se centra en Medio Oriente. "Es mejor no decir nada".
Las cosas eran muy distintas hace apenas un año, cuando Sergei Shoigu, entonces ministro de Defensa, se jactó en la misma reunión anual de que los soldados rusos seguían desplegados tanto en Siria como en Nagorno Karabaj, el enclave poblado por armenios que Azerbaiyán reconquistó de Armenia el año pasado.
"Los grupos de fuerzas rusas siguen siendo la columna vertebral y la principal garantía de paz en Siria y Karabaj", dijo entonces Shoigu.
Las fuerzas rusas de mantenimiento de la paz se retiraron de Nagorno Karabaj en mayo, señal de la pérdida de influencia de Rusia en la región del Cáucaso, que había sido parte de la Unión Soviética.
Ahora, la destitución de Al Asad podría convertirse en un revés aun mayor para los esfuerzos de Putin por resucitar a Rusia como potencia mundial. Mardasov dijo que, en el mejor de los casos, Rusia podría reducir su presencia militar en la base aérea de Hmeimim y en la base naval de Tartus, en el Mediterráneo. Ello permitiría a Moscú mantener un punto de reabastecimiento y escala para una actividad militar limitada allí y en África.
Pero ese escenario no colmaría las anteriores ambiciones más grandes de Putin de proyectar su poderío a las puertas de la OTAN. Bombarderos rusos con capacidad nuclear volaron en misiones de entrenamiento desde Siria en 2021, señal de que Putin veía la presencia de su ejército en el país como un baluarte en su conflicto global con Occidente.
Ahora, dijo Mardasov, es probable que la situación de la seguridad en Siria siga siendo tan limitada que Rusia sería incapaz de colocar allí armamento con capacidad nuclear aunque llegara a un acuerdo para mantener sus bases.
"Esos puestos avanzados para amenazar el flanco sur de la OTAN ya están perdidos al 100 por ciento", dijo Mardasov. "Incluso si consiguen mantener una presencia, será simbólica".
Para Putin, el resultado de la guerra en Ucrania se ha convertido ahora en el principal factor de la seguridad futura de Rusia. Y cree que está ganando en esa guerra, tanto en el campo de batalla como en su enfrentamiento con Occidente, en tanto que políticos escépticos de apoyar a Ucrania, encabezados por el presidente electo Donald Trump, llegan cada vez más al poder.
El gobierno de Alemania, uno de los mayores partidarios de Ucrania, se derrumbó el lunes, y el costo de la guerra es uno de los temas que probablemente dominen la próxima campaña electoral. El jueves, los líderes de los 27 países miembros de la Unión Europea tienen previsto reunirse en Bruselas para debatir, entre otras cosas, el camino a seguir en Ucrania.
Rusia parece haber reducido su presencia en Siria en los últimos días, con convoyes de soldados destacados en todo el país que se retiraron a las bases rusas de Hmeimim y Tartus. La semana pasada, imágenes de satélite mostraron cómo se empaquetaba material militar ruso para cargarlo en aviones de transporte.
Las autoridades rusas han intentado entablar relaciones con Hayat Tahrir al Sham, el grupo islamista conservador que dirigió la ofensiva rebelde que derrocó a Al Asad. Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, dijo el lunes a la prensa que no se había tomado "ninguna decisión definitiva" sobre el futuro de la presencia militar rusa en Siria.
"Estamos en contacto con representantes de las potencias que actualmente controlan la situación en el país", dijo Peskov. "Todo esto se determinará en el curso del diálogo".
Pocas horas antes de la caída de Al Asad, el 8 de diciembre, el principal diplomático ruso, Serguéi Lavrov, seguía calificando a los rebeldes sirios de "terroristas". En una señal de las esperanzas rusas de acercamiento, uno de los hombres más poderosos del país, el hombre fuerte checheno Ramzan Kadyrov, dijo que Hayat Tahrir al Sham debía ser eliminado de la lista de terroristas de Rusia.
Kadyrov, que gobierna la república rusa de Chechenia, de mayoría musulmana, dijo también que las autoridades chechenas estaban dispuestas a realizar patrullas conjuntas "con las fuerzas del orden sirias".
Sin embargo, no está claro si la diplomacia de Moscú será suficiente para permitir que Rusia mantenga una presencia militar. Algunos funcionarios de la Unión Europea dijeron el lunes que intentarían que la salida de Rusia de Siria fuera una condición para levantar las sanciones impuestas a Siria.
"Muchos ministros de Asuntos Exteriores hicieron hincapié en que la eliminación de la influencia rusa debería ser una condición para el nuevo liderazgo", dijo a la prensa en Bruselas Kaja Kallas, responsable de Política Exterior de la Unión Europea.
Pero el lunes Putin dejó claro una vez más que Siria se había convertido en una preocupación secundaria. En su discurso a la cúpula militar, afirmó que sus soldados "mantienen la iniciativa estratégica" a lo largo de toda la línea del frente en Ucrania y que el flujo de rusos que se presentan como voluntarios para luchar "no se detiene".
Fue una nueva prueba de que Putin cree que puede superar a Ucrania en el campo de batalla, incluso cuando Trump promete negociar un acuerdo de paz para poner fin a la guerra. El ministro de Defensa de Putin, Andrei Belousov, dijo en la reunión del lunes que "garantizar la victoria" en la guerra de Ucrania era la principal prioridad del ejército, pero no dijo nada sobre sus planes u objetivos en Medio Oriente.
La televisión estatal rusa ha intentado llenar el silencio con afirmaciones de que Rusia cumplió su misión en Siria y que cualquier inestabilidad allí es ahora culpa de Occidente. En el programa semanal de noticias del canal Rossiya del domingo, el presentador, Dmitri Kiselyov, dijo que Rusia se había puesto en contacto con "los líderes de la oposición armada" y que ambas partes estaban mostrando "moderación mutua".
"Rusia hizo todo lo posible por dejar calma y estabilidad en Siria", dijo Kiselyov. "Rusia ha adoptado ahora una posición pragmática".
Oleg Matsnev colaboró con reportería desde Berlín, y Alina Lobzina desde Londres.
Anton Troianovski es el jefe del buró en Moscú del Times. Escribe sobre Rusia, Europa del Este, el Cáucaso y Asia Central. Más de Anton Troianovski
Oleg Matsnev colaboró con reportería desde Berlín, y Alina Lobzina desde Londres.