El suéter holgado de punto trenzado en color beige. El peinado de raya al centro. La rodilla derecha girada hacia afuera, creando una curva en la cadera izquierda.
Prácticamente todos los detalles de la foto --hasta el pantalón corto a juego-- le resultaban familiares a Sydney Gifford. También la mujer que posaba frente a la anodina pared blanca.
Días antes, Gifford, una influente de estilo de vida de 24 años, había compartido con sus miles de seguidores una foto prácticamente idéntica. La mujer de esta nueva foto era otra influente, Alyssa Sheil, con quien había ido de compras y realizado una sesión fotográfica meses antes.
En aquel momento, lo único que pensó fue que sus interacciones habían sido incómodas. Pero Gifford relató que, al ver las fotos de Sheil en Instagram por primera vez en casi un año, comenzó a sospechar que aquellos encuentros habían sido una especie de espionaje estético.
Gifford afirma que Sheil, de 21 años, no solo empezó a imitar a su imagen pública en Internet, sino que se apropió de todo su look. Así que decidió demandarla.
Gifford había registrado los derechos de autor de varias de sus publicaciones en las redes sociales en enero, tras darse cuenta de la similitud entre las publicaciones de Sheil y las suyas. Varias fotos se incluyeron como prueba en la demanda que Gifford interpuso este año contra Sheil ante un tribunal federal de Texas por infracción de derechos de autor. Pero en el cuidado mundo de las redes sociales, Gifford formuló en su contra una acusación quizá más grave: robarle su vibra.
"Esto no es ninguna coincidencia", recordó haber pensado Gifford, que tiene unos 300.000 seguidores en Instagram y más de 500.000 en TikTok. "Definitivamente, aquí está pasando algo".
Lo que parece una pelea superficial sobre suéteres y peinados podría ser en realidad una lucha legal sobre el núcleo de la influencia en las redes sociales. La propia naturaleza de establecer tendencias con éxito requiere cierto grado de réplica. Por mucho que plataformas como TikTok e Instagram parezcan una batalla campal, los influentes de estilo de vida existen en un ecosistema que valora la homogeneidad, una de las formas más seguras de apaciguar a los algoritmos que son los árbitros definitivos de su éxito en internet.
En un momento en que la economía de los creadores está en auge y ofrece la posibilidad de un medio de vida lucrativo, el caso de Gifford trata de aclarar dónde está la línea en que la imitación pasa de la adulación a la falsificación.
En varias entrevistas realizadas a partir de agosto, algunos expertos han afirmado que los influentes tienen que navegar un espacio sin definiciones claras en el que puede ser difícil y, en ocasiones, imposible, darle crédito al creador de cada elemento.
"Realmente existe la sensación de que a la vez creas y tomas prestado de otros", explicó Jeanne Fromer, catedrática de derecho de propiedad intelectual en la Universidad de Nueva York. "En eso se basa la moda. Todas las industrias creativas --la pintura, la música, el cine-- se basan en tomar prestado algo del pasado y también, en la situación ideal, intentar darle tu propio giro a algo. No creo que nadie quiera ir demasiado lejos como resultado".
Sheil opinó que las acusaciones de Gifford sobre sus publicaciones son infundadas y que le molestan profundamente, como influente por derecho propio.
"Así es como me gano la vida y no solo eso, es mi marca personal", señaló Sheil en una entrevista. "Siento que tengo que defenderme".
Fromer describió la demanda como una de las primeras de este tipo, en la que un usuario de las redes sociales demanda a otro, en lugar de a la empresa tecnológica responsable de la plataforma. Explicó que, a pesar de parecer extravagante, esta "demanda de propiedad intelectual aleatoria" podría sostenerse en los tribunales, y añadió que la acusación más sustancial era la infracción de los derechos de autor.
Dependiendo de lo que resulte de la demanda, podría sentar un precedente importante para otros influentes y su forma de presentarse en internet.
Medios de subsistencia en juego
Para Gifford, la demanda no es una cuestión de orgullo personal: se trata de proteger su negocio.
Tanto Gifford como Sheil crean contenidos en las redes sociales para inducir a sus seguidores a comprar artículos --vasos, mesas de centro, conjuntos de pijama-- en sus "escaparates" de Amazon. Ambas mujeres indicaron que así es como se ganan el sustento, y es lo que Gifford alega en su demanda que Sheil infringió al copiar sus publicaciones y su estética.
"Hubo varias personas, algunos seguidores, algunos amigos íntimos míos, que el contenido de Sheil apareció en su página 'Para ti' y pensaron que era mío, de verdad", comentó Gifford durante una entrevista en video desde Minnesota.
"Obviamente, miraron el nombre de la cuenta y se confundieron", dijo Gifford sobre sus seguidores, que, según ella, la alertaron de las similitudes. "Me alteró mucho verlo".
Esta confusión por parte de sus seguidores es uno de los puntos centrales de la demanda de Gifford. También mencionó que notó un descenso en las ventas de los artículos sobre los que había publicado cuando Sheil hizo una publicación similar a la suya, según información de Amazon. En la demanda, Gifford identificó una lista de artículos que, según ella, Sheil copió de sus publicaciones y vendió en su tienda de Amazon, artículos a cuya selección dedica mucho tiempo, según dijo.
Durante el verano, los abogados de Sheil presentaron una moción para desestimar la mayoría de los cargos presentados en la demanda. Tras denunciar que el planteamiento de Gifford le "tira todo a la pared para ver qué pega", los abogados de Sheil propusieron que "el tema general de la queja de Gifford es que cree que los mensajes y la estética general de Sheil son 'demasiado similares' a los de Gifford".
Pero eso, sostienen, es una reclamación inaplicable con fundamento en la Ley de Derechos de Autor del Milenio Digital, que solo se aplica cuando se altera o reproduce una obra idéntica sin la información adecuada sobre los derechos de autor.
Los abogados de Sheil señalaron que, "dado que la demanda solo alega que se crearon imágenes similares, no que se reprodujeron imágenes idénticas, la reclamación de Gifford en virtud de la Ley de Derechos de Autor del Milenio Digital es inaplicable de pleno derecho".
El mes pasado, un juez de instrucción recomendó que la petición de Sheil de desestimar la demanda fuera concedida en parte y denegada en parte. Sus abogados indicaron el mes pasado que estaban analizando cómo proceder.
Alyssa Sheil, una influente en línea que promociona principalmente productos de moda y belleza de Amazon, se prepara para grabar un video en su casa de Austin, Texas, el 15 de octubre de 2024. (Christopher Lee/The New York Times)
La influente de estilo de vida Sydney Gifford en el estudio de su casa en St. Michael, Minnesota, el 16 de octubre de 2024. (Yasmin Yassin/The New York Times)