Ángela Álvarez, cantante y compositora de origen cubano que, a los 95 años, se convirtió en la intérprete de mayor edad en ganar el Grammy Latino al mejor artista nuevo, falleció el viernes en Baton Rouge, Luisiana, donde se había establecido tras emigrar a Estados Unidos a principios de la década de 1960. Tenía 97 años.
Su muerte fue confirmada por su nieto Carlos José Álvarez.
Carlos José Álvarez, compositor de cine, produjo el primer y único álbum de su abuela, "Ángela Álvarez", publicado en 2021. Sus 15 canciones evocan los sonidos de un club nocturno de La Habana en las décadas de 1930 y 1940: una fusión jazzística de ritmos caribeños, africanos y europeos.
Sentada con su nieto en la ceremonia de entrega de los Grammy Latinos de 2022, Ángela Álvarez se sorprendió cuando escuchó su nombre. (En realidad, la votación fue un empate: compartió el premio con la cantautora mexicana Silvana Estrada, 70 años más joven que ella).
"Lo miré y le dije: '¡Carlos, soy yo!'", declaró a la revista de estilo de vida de Baton Rouge, inRegister. "No lo podía creer".
Se convirtió en una estrella de los medios de comunicación. Publicaciones en inglés y español relataron su largo e improbable camino hasta el escenario de los premios tras criar a cuatro hijos y trabajar limpiando casas.
"Aunque la vida es difícil, siempre hay una salida, y con fe y amor lo puedes lograr, se los prometo", dijo Álvarez al aceptar el premio. "Nunca es tarde".
Ángela Elvira Portilla Hechavarría nació el 13 de junio de 1927 en Camagüey, Cuba, hija de Florencio Portilla, un farmacéutico que más tarde fue propietario de varias fábricas, y de Ángela Portilla Hechavarría.
Durante su crianza, sus padres la animaron a tocar el piano.
"Tenía dos tías que tocaban el piano y me enseñaron a cantar", declaró a la revista Billboard en 2022. "Cada vez que había una reunión familiar, yo era la artista; me hacían vestidos y siempre me gustaba presentarme".
De adolescente, escuchaba a la Glenn Miller Orchestra en la radio y cantaba, en su inglés deficiente, el éxito de la banda "Chattanooga Choo Choo".
Le dijo a su padre que quería ser cantante. Él se opuso.
"Cantas para la familia", recuerda Álvarez que le dijo, "pero no para el mundo".
No fue a la universidad, sino que optó por ayudar a cuidar a su padre, que estaba enfermo. Se casó con Orlando Álvarez Álvarez en 1947, y comenzaron a formar una familia.
Ante el temor de que el gobierno comunista de Fidel Castro separara a los niños de sus familias, Álvarez y su esposo enviaron a sus hijos a Estados Unidos en 1962 como parte de la Operación Pedro Pan, un programa humanitario respaldado por Estados Unidos que ubicaba a los niños en hogares de acogida.
La pareja se quedó en Cuba mientras sus hijos vivían en un orfanato de Colorado. Álvarez se reunió con ellos unos años más tarde, seguida de su marido, y la familia acabó estableciéndose en Baton Rouge.
Mientras tanto, Álvarez seguía escribiendo canciones.
"Siempre tengo papel y lápiz, y cuando tengo inspiración o recuerdo algo, no puedo parar", dijo a inRegister. "Me sale muy fácil. Cuando termino, la canto, y ésa es la canción".
En las reuniones familiares, su música era una especie de banda sonora.
"Siempre estaba tocando la guitarra y cantándonos", dijo Carlos José Álvarez en una entrevista. "Pensábamos que era algo normal, que todo el mundo tenía una abuela que hacía algo así".
Un día de 2009, su nieto llevó un micrófono a su casa y le pidió que cantara, con la esperanza de conservar las canciones para la familia. Pensó que cantaría unas 10 canciones, pero resultó que tenía varios cuadernos llenos de letras.
"Estas canciones se habían convertido en un diario de su vida", dijo Álvarez. "Me cantó todas las canciones y me contó de qué trataban. Todo esto me dejó muy impresionado emocionalmente".
Más tarde trabajó con algunos de sus contactos en el mundo de la música para ayudarla a producir su álbum.
"Hoy en día, escribimos música para que suene como si fuera de una época determinada", dijo Álvarez. "Ella empezó a escribir estas canciones cuando tenía 12 años. Eran canciones de su época, escritas con el vocabulario armónico y melódico del mundo en el que creció. Esto era lo que ella estaba destinada a ser".
El esposo de Ángela Álvarez falleció en 1977. Además de su nieto Carlos, le sobreviven sus hijos José, Orlando y Gerardo Álvarez; otros ocho nietos y 15 bisnietos. Una hija, María de los Ángeles Álvarez, falleció en 1999.
La historia de la vida de Álvarez se relató en "Miss Ángela", un documental de 2021 narrado por el actor de origen cubano Andy García, que también fue uno de los productores. Comienza con Álvarez preparándose para subir al escenario de un concierto en el Teatro Avalon de Los Ángeles.
García la presenta.
"Señoras y señores", dice en inglés, "por favor, acompáñenme a hacer por fin realidad los sueños de una joven adolescente y démosle la bienvenida a la estrella del show de esta noche, cantando sus propias canciones, la extraordinariamente talentosa y sublimemente hermosa Ángela Álvarez".