Liberar a los presos de Bashar al Asad es una prioridad para los rebeldes sirios

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Muchas personas quieren saber el destino de sus seres queridos que desaparecieron en una prisión militar símbolo de los abusos contra los derechos humanos del gobierno de Asad.

Para muchos sirios, la caída del presidente Bashar al Asad da la oportunidad --por fin-- de intentar descubrir el destino de sus seres queridos que desaparecieron en una tristemente célebre prisión militar que se convirtió en símbolo de los abusos contra los derechos humanos bajo su mandato.

Los rebeldes que se extendieron por Siria y afirmaron haber tomado la capital, Damasco, parecen haber capturado también el complejo penitenciario de Saydnaya, donde, según grupos de derechos humanos, Asad mantenía recluidos a un gran número de presos políticos, según informes y videos que circularon el domingo por las redes sociales.

Durante más de una década, grupos de derechos humanos y organizaciones de noticias, entre ellas The New York Times, han documentado torturas, agresiones sexuales y ejecuciones masivas de detenidos en la red de prisiones del gobierno, de las cuales Saydnaya, en las afueras del norte de Damasco, era la más conocida y temida.

Para familiares y amigos, la falta de información sobre los encarcelados ha sido agonizante, agravada por el conocimiento de que los detenidos pueden haber sido torturados o asesinados.

Los rebeldes parecen haber hecho de las prisiones un objetivo central de su campaña.

El domingo, los medios de comunicación del mundo árabe difundieron el video de un grupo de hombres que decían estar transmitiendo desde un estudio de la televisión estatal siria. Los hombres, que dijeron representar a las fuerzas rebeldes, anunciaron "la liberación de la ciudad de Damasco, el derrocamiento del dictador Bashar al Asad y la liberación de todos los presos oprimidos de las cárceles del régimen".

En las redes sociales, los sirios publicaron fotos y números de identificación de seres queridos que habían sido detenidos, con la esperanza de que alguien los hubiera visto finalmente libres.

Los videos procedentes del norte de Damasco mostraban a grupos de hombres caminando de noche por las calles de la ciudad, al parecer tras haber sido liberados de Saydnaya. Los videos, que provinieron de la localidad de Mneen, a unos cinco kilómetros de la prisión, fueron verificados por The New York Times.

Ahmed al Misilmani, periodista del noroeste de Siria, dijo que lo primero que pensó al enterarse de que los rebeldes habían capturado la prisión fue en sus amigos que habían estado recluidos allí.

"Esperamos en Dios que sigan vivos", dijo al Misilmani, quien dijo haber sido desplazado de su hogar cerca de la ciudad de Homs hace seis años.

Más de 130.000 personas han sido sometidas a detención y reclusión arbitrarias por el gobierno, según un informe publicado en agosto por la Red Siria de Derechos Humanos, que inició su conteo cuando comenzó el conflicto en 2011. Dijo que más de 15.000 personas habían muerto "debido a la tortura" de las fuerzas gubernamentales entre 2011 y julio de este año.

En una entrevista concedida a The New York Times en 2016, Asad dijo que toda persona encarcelada en Siria había cometido un delito, sugirió que los familiares de los detenidos mentían e insistió en que el número de presos demostraba que el sistema de justicia sirio funcionaba.

Sin embargo, un sistema secreto a escala industrial de detenciones arbitrarias y prisiones de tortura fue fundamental para la capacidad de Asad de aplastar un levantamiento civil contra su control y, posteriormente, vencer una rebelión, según informes de grupos de derechos humanos.

Mientras el ejército sirio, respaldado por Rusia e Irán, luchaba contra los rebeldes armados por el territorio, el gobierno libraba una guerra contra los civiles, arrojando a cientos de miles a mazmorras inmundas, según informes de The Times y grupos de derechos humanos.

Muchos prisioneros murieron en condiciones tan terribles que una investigación de Naciones Unidas calificó el proceso de "exterminio".

Aunque el gobierno mantenía un archipiélago de cárceles, Saydnaya era a menudo el destino final de los presos detenidos en otros lugares, según Amnistía Internacional, que dijo que decenas de miles de personas de todo el país habían muerto bajo custodia desde 2011.

Aric Toler y Nailah Morgan colaboraron con reportería.

Matthew Mpoke Bigg es un periodista radicado en Londres en el equipo de Live del Times, donde cubre noticias de última hora y en desarrollo. Más de Matthew Mpoke Bigg

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