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La caída del primer ministro Michel Barnier parecía inevitable luego de que este intentara forzar la aprobación de un presupuesto sin el respaldo de la cámara baja del Parlamento, donde no cuenta con la mayoría.
Los legisladores franceses aprobaron el miércoles una moción de censura contra el primer ministro Michel Barnier y su gabinete, sumiendo al país en una nueva agitación política que lo deja sin un camino claro hacia un nuevo presupuesto y amenaza con impactar aún más los mercados financieros.
La cámara baja del Parlamento francés aprobó la medida con 331 votos, muy por encima de la mayoría de 288 votos necesaria, luego de que Agrupación Nacional, el partido de extrema derecha de Marine Le Pen, se uniera a las iniciativas de la coalición de izquierda de la Cámara para destituir al gobierno. Se espera que Barnier dimita pronto.
Esta ha sido la primera moción de censura exitosa en Francia en más de 60 años, y ha convertido al gobierno de Barnier, de tres meses de duración, en el más breve de la historia de la Quinta República francesa.
La votación se produjo en un momento difícil para Francia, que se enfrenta a una deuda elevada y a un déficit cada vez mayor, retos que se han visto agravados por dos años de estancamiento en el crecimiento. El fuerte respaldo de Francia a Ucrania enfrenta un reto con la elección de Donald Trump en Estados Unidos, y su socio en el liderazgo de Europa, Alemania, es más débil política y económicamente de lo que ha sido en años.
El presidente Emmanuel Macron, máximo dirigente del país, continúa en el poder, pero su apoyo se tambalea. Su influencia se ha visto mermada tras la sorprendente decisión que tomó el verano pasado de convocar unas elecciones parlamentarias anticipadas. Su partido y sus aliados perdieron muchos escaños ante la extrema derecha y la izquierda, fuerzas competidoras que se le oponen con vehemencia.
Es probable que Barnier permanezca en calidad de interino hasta que Macron nombre otro primer ministro, pero Francia se enfrenta a semanas de inestabilidad, igual que como ocurrió tras la votación parlamentaria. Macron se dirigirá a la nación a las 8:00 p. m. del jueves, hora local, según el Elíseo.
En 1962, el primer ministro Georges Pompidou también se vio obligado a presentar su dimisión, pero posteriormente volvió a ser nombrado por el presidente Charles de Gaulle. Es poco probable que se muestre la misma clemencia hacia Barnier.
Barnier, un veterano político de centroderecha, es la víctima más destacada hasta el momento de la polarizada política francesa, perturbada por una clase media en apuros, como en el resto de Occidente.
La rápida caída parecía inevitable después de que Barnier utilizara el lunes una herramienta constitucional para forzar la aprobación de un presupuesto sin el respaldo de la cámara baja del Parlamento, donde no cuenta con la mayoría. El uso de esa herramienta suele hacer que los legisladores franceses se enojen.
Pero el miércoles hizo mucho más: sirvió para una improbable alianza entre la coalición de izquierda de la asamblea y el partido nacionalista y antinmigración Agrupación Nacional, que es el partido con más escaños de la cámara.
La propuesta de presupuesto de Barnier ahora es nula. En lo que básicamente fue su discurso de despedida de la cámara el miércoles, dijo que la moción de censura haría que todo fuera "más difícil y más grave", señalando que sin un nuevo presupuesto más hogares estarían sujetos a impuestos y otros verían que sus impuestos se incrementarían.
"Tenemos que superar nuestras divisiones para apoyar a nuestro país", añadió.
La caída de Barnier y su gabinete fue una victoria para Le Pen, quien lleva años intentando proyectar su creciente influencia política y llevar a su partido al centro del escenario político.
El miércoles, antes de la votación, Le Pen arremetió contra los críticos que la habían acusado de provocar inestabilidad. "A quien me acusa de elegir la política del caos con esta moción de censura", dijo, "le digo que caos habría sido no rechazar este presupuesto, este gobierno, este colapso".
Fue ella quien insistió en seguir adelante con la votación, asegurando la caída de Barnier. La alianza de izquierda lleva meses agitando para derrocar al gobierno, argumentando que juntos habían obtenido el mayor número de escaños en las elecciones anticipadas de este verano y que, por tanto, merecían el liderazgo. Sin embargo, carecían de los votos necesarios para derrocar al primer ministro.
Y, antes de la votación, Le Pen rechazó las concesiones que le ofreció Barnier sobre el presupuesto. Primero, desechó los impuestos propuestos sobre la electricidad; luego prometió no recortar los reembolsos por medicamentos. Ella había exigido ambos cambios.
Eso no fue suficiente para Le Pen. El presupuesto, con sus 60.000 millones en recortes de gastos e incrementos de impuestos, seguía siendo "profundamente injusto para los franceses", dijo el lunes. Barnier había justificado su propuesta de recortes e incrementos de impuestos diciendo que el país necesitaba resolver sus problemas financieros. Se prevé que el déficit anual de Francia alcance al menos el 6,1 por ciento del producto interno bruto, el doble del límite prescrito por la Unión Europea. Su deuda es del 112 por ciento del PIB, casi el doble del límite.
Las especulaciones sobre un posible sucesor de Barnier como primer ministro ya se están enfocando en políticos que Agrupación Nacional considera más abiertos al debate, como el ministro de Defensa, Sébastien Lecornu.
Según críticos y algunos analistas independientes, las críticas de Le Pen a Barnier y a sus planes de austeridad para Francia parecen formar parte de una estrategia política más amplia.
Ella prácticamente ha reconocido que su verdadero objetivo no es Barnier, sino el único hombre que tiene más poder: Macron, quien la ha derrotado dos veces en las elecciones presidenciales y no puede volver a postularse. Algunos miembros de su partido y de la extrema izquierda llevan días pidiendo su dimisión.
La semana pasada, Le Pen declaró a periodistas de Le Monde que, ante la suficiente inestabilidad gubernamental, Macron "no tendrá más remedio" que dimitir.
Analistas y personas cercanas a Macron dicen que es poco probable que lo haga. El presidente hace poco se refirió a esa idea como "ficción política". Sin embargo, su posición es débil; se vio muy afectada por la decisión que tomó en junio de disolver el Parlamento y convocar a elecciones anticipadas. Había convocado a la votación en parte para demostrar que el apoyo de Agrupación Nacional era limitado, un cálculo que ha resultado claramente contraproducente.
En sus declaraciones de los últimos días, Le Pen ha atacado tanto al presidente como al primer ministro. El lunes, les dijo a los periodistas que el presupuesto de Barnier habría hecho pagar a los franceses "las consecuencias de la incompetencia de Emmanuel Macron durante siete años de deuda".
"Ella realmente parece querer situarse en una posición de fuerza", dijo Gérard Grunberg, politólogo y profesor emérito del Instituto de Estudios Políticos de París. "Quiere desencadenar unas elecciones presidenciales".
Macron ha logrado reducir el elevado desempleo francés, y ha impulsado, moderadamente, el crecimiento del país. Sin embargo, también ha sido impopular durante gran parte de su presidencia, pues muchos franceses lo consideran distante y arrogante.
"Macron ha perdido toda legitimidad", dijo Grunberg. "En cierto sentido, no existe. Políticamente, está muerto".
Macron no ha dado indicios de que no vaya a terminar su mandato, que finaliza a mediados de 2027. Pero, según los críticos, Le Pen podría tener una agenda acelerada. Está previsto que en marzo se enfrente a un veredicto en un extenso caso de malversación de fondos que podría quitarle el derecho a postularse a cargos políticos durante cinco años. A ella y a otros miembros del partido se les acusa de hacer un uso indebido de sus asistentes en el Parlamento Europeo, poniéndolos a trabajar en asuntos de Agrupación Nacional.
"El problema es el juicio de Le Pen", dijo Alain Minc, ensayista político, empresario y asesor informal de varios presidentes franceses.
"Si no corriera ese riesgo de volverse inelegible, su estrategia habría sido mantenerse moderada, mejorar su imagen y esperar a las elecciones presidenciales", dijo. "Lo que ha cambiado radicalmente su posición es el riesgo de perder todo su capital político dentro de tres meses".
Catherine Porter y Aurelien Breeden colaboraron con reportería.
Adam Nossiter ha sido jefe de buró en Kabul, París, África Occidental y Nueva Orleans, y ahora es corresponsal nacional en la sección de Obituarios. Más de Adam Nossiter
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