Desde hace 20 años, Kim Seongmin transmite a su patria información del exterior desde Corea del Sur, desafiando las estrictas leyes de censura de Pyongyang.
Desde hace siete años, Kim Seongmin se enfrenta a un cáncer que se ha extendido a sus pulmones, cerebro e hígado. Hace poco, los médicos le dijeron que solo le quedaban meses de vida. No puede dormir por la noche sin analgésicos.
A pesar de ello, Kim transmite a Corea del Norte dos veces al día, llevando a su pueblo información y noticias de las que están aislados debido a las estrictas leyes de censura de Pyongyang.
“Corea del Norte mantiene a su pueblo como ranas atrapadas en un pozo profundo”, dijo Kim, de 62 años, durante una entrevista en su casa rural de esta isla al oeste de Seúl, donde graba y edita programas para Free North Korea Radio. “Emitimos para ayudarles a darse cuenta de que hay algo mal en su sistema político”.
Durante dos décadas, desertores norcoreanos que viven en Corea del Sur han infiltrado el Norte con noticias y entretenimiento del exterior a través de globos que flotan a través de la frontera o emisiones como las de la estación de radio de Kim.
Pero Kim Jong-un, el líder norcoreano, se ha vuelto cada vez más sensible a las influencias “antisocialistas y no socialistas” que podrían amenazar su control totalitario del poder, y está tomando medidas enérgicas contra tales esfuerzos como nunca antes.
Las autoridades registran domicilios y peatones, e imponen duros castigos, incluidas ejecuciones públicas, a quienes consumen noticias y programas de televisión de Corea del Sur, o incluso si cantan, hablan, visten y envían mensajes de texto como los surcoreanos, de acuerdo con documentos norcoreanos y un informe del gobierno de Corea del Sur.
En meses recientes, Corea del Norte ha estado mostrando su poderío militar más allá de la península de Corea, enviando soldados y armas a Rusia para apoyar su guerra contra Ucrania. Pero en casa, Kim Jong-un está reforzando las defensas del país contra las influencias extranjeras.
Ha construido más muros a lo largo de la frontera de Corea del Norte con China, y ha dado a sus soldados la orden de disparar a matar para detener la salida de refugiados y la entrada de personas que trafican con bienes e información del exterior. Ha destruido las pocas carreteras y vías férreas de su país que comunican con Corea del Sur, tras declarar que el Norte ya no estaba interesado en la reunificación con el Sur. Y ha introducido una serie de nuevas leyes draconianas de censura.
“Percibimos los temores del régimen de Kim Jong-un”, declaró recientemente al parlamento el almirante Kim Myung-soo, jefe del Estado Mayor Conjunto de Corea del Sur.
Este año, el Norte calificó de “inmundicia” al contenido extranjero que se enviaba desde el Sur y tomó represalias enviando globos llenos de basura y emitiendo ruidos espeluznantes a través de la frontera.
Kim, fundador de Free North Korea Radio, era capitán y redactor de propaganda en una unidad de artillería norcoreana cuando huyó a China en 1995. Quería desertar a Corea del Sur, pero fue detenido en un puerto chino. Dijo que se dirigía a Pyongyang para una ejecución segura cuando saltó por la ventana del baño de un tren mientras un guardia armado esperaba fuera. Huyó de nuevo a China y llegó a Seúl en 1999. En 2004 fundó Free North Korea Radio.
“Fue un pionero, el primer desertor norcoreano que inició una emisión de radio para el Norte”, dijo Lee Min-bok, otro desertor, quien empezó a enviar globos llenos de folletos al Norte más o menos cuando Kim inició sus emisiones de radio. “Hablaba más de cerca al corazón norcoreano, porque emitía en dialectos norcoreanos”.
En emisiones recientes, la estación de Kim informó sobre las críticas internacionales al envío de tropas del Norte a Rusia e invitó a las veteranas norcoreanas a testificar sobre cualquier tipo de violencia sexual que hubieran sufrido en el Ejército Popular de Corea del Norte. Dio a conocer cartas de japoneses cuyos familiares habían sido secuestrados en el Norte. Desertores norcoreanos que viven en el Sur informaron que había agua caliente en todos los hogares surcoreanos, mientras que los norcoreanos tenían que ducharse con agua fría, incluso en invierno.
Kim suele obtener datos de informadores dentro del Norte que utilizan teléfonos móviles con tarjetas SIM chinas de prepago. Con esos teléfonos pueden captar señales chinas desde cerca de la frontera e intercambiar llamadas, mensajes de texto y fotos con Kim.
Con su ayuda, informó de la ejecución de Jang Song-thaek, tío de Kim Jong-un, en 2013, días antes de que lo anunciaran los medios de comunicación estatales del Norte.
A través de sus fuentes, Kim también hizo un seguimiento de los jóvenes norcoreanos que crecieron tras la hambruna de la década de 1990 y que han dependido más de los mercados no oficiales que de las raciones estatales para alimentarse. Confían menos en su gobierno que las generaciones que les precedieron y tienen un apetito insaciable de entretenimiento y noticias extranjeras, que obtienen a través de CD, DVD y tarjetas de memoria para computadoras que entran de contrabando desde China, así como mediante globos que transportan unidades USB y emisiones como las de Kim.
Kim no sabe cuántos norcoreanos escuchan sus emisiones de onda corta, que son financiadas por grupos religiosos y de derechos humanos estadounidenses y surcoreanos. En el Norte, todos los aparatos de radio y televisión tienen sus canales fijados para recibir solo emisiones gubernamentales, aunque los desertores dicen que la gente suele manipular sus aparatos para recibir emisiones surcoreanas.
Free North Korea Radio y otras fuentes de noticias exteriores --como Radio Free Asia, financiada por el Congreso de Estados Unidos, y North Korea Reform Radio, dirigida por otro grupo de desertores-- intentan acabar con el bloqueo informativo.
Los esfuerzos por ejercer influencia desde el extranjero han atraído cada vez más la ira de Kim Jong-un, que intenta controlar a las generaciones más jóvenes del país, según documentos internos del gobierno norcoreano que Kim recibió de sus informadores.
Las “prácticas antisocialistas y no socialistas” se han convertido en un tumor malicioso que “ha penetrado profundamente en la vida social en general”, poniendo al sistema socialista de Corea del Norte en una encrucijada, decía uno de los documentos norcoreanos que Kim compartió con The New York Times. En una ciudad de provincia no identificada, 9000 estudiantes de secundaria se entregaron por ver videos “impuros” después de que las autoridades prometieran no castigarlos.
Según las leyes introducidas en los últimos años por Kim Jong-un, quien vea, posea o distribuya contenidos surcoreanos se enfrenta a una pena de entre cinco y diez años de trabajos forzados, según el Servicio Nacional de Inteligencia del Sur.
Incluso quienes "hablen, escriban o canten" al estilo surcoreano o publiquen textos utilizando tipografías surcoreanas enfrentan penas de hasta dos años de trabajos forzados.
Quienes los distribuyan ampliamente se enfrentan a la pena de muerte: un trabajador agrícola de 22 años murió fusilado en 2022 por poseer 70 canciones y tres películas de Corea del Sur y compartirlas con otras siete personas, según un informe sobre derechos humanos del Ministerio de Unificación de Corea del Sur.
El año pasado, Pyongyang pidió “inspecciones aleatorias” de dispositivos electrónicos para descubrir a quien consuma videos y emisiones surcoreanos.
La represión ha creado un efecto escalofriante, llevando a un descenso estimado del 70 por ciento en la información exterior que llega a los norcoreanos, dijo Kang Shin-sam, director del grupo de derechos humanos Unification Academy, con sede en Seúl, durante un foro reciente. Pero algunos norcoreanos encuentran nuevas formas de eludir la censura, afirman otros analistas.
Kim trabajaba en un estudio de Seúl con un equipo de otros cinco desertores norcoreanos hasta que se trasladó hace meses a su casa en la isla. Tiene asignados dos agentes de policía para protegerlo de posibles ataques terroristas procedentes de Corea del Norte.
A lo largo de los años, ha recibido numerosas amenazas de surcoreanos que lo acusaban de elevar las tensiones con el Norte, así como paquetes anónimos que contenían ratones muertos o muñecos embadurnados de pintura roja y con cuchillos clavados en el pecho. Un agente de la policía secreta norcoreana que había conocido en el Norte lo llamó una vez desde China, amenazándolo con hacer daño a sus hermanas en el Norte, dijo Kim, pero él persistió. En julio, el gobierno surcoreano le concedió una medalla ciudadana por su trabajo.
Lee Si-young, otra desertora que se incorporó a la plantilla de la emisora hace ocho años, dijo que escuchaba Free North Korea Radio cuando estaba en el Norte.
"Para los norcoreanos, nuestras señales de radio son como un faro en la oscuridad que trae la esperanza de que llegará un día mejor", dijo.
Kim dijo que moriría sabiendo que el trabajo que inició sería continuado por los desertores más jóvenes a los que formó.
“Moriré como un hombre feliz”, dijo.
*Choe Sang-Hun es el jefe de la corresponsalía de The New York Times en Seúl. Cubre noticias de Corea del Norte y del Sur.
© The New York Times 2024.