El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) informó que Rusia atacó el jueves instalaciones clave de transmisión de electricidad vinculadas a centrales nucleares durante su último asalto a la red eléctrica de Ucrania. Se trata del tercer ataque de este tipo en casi el mismo número de meses, lo que aumenta la preocupación de los expertos por la posibilidad de un desastre nuclear.
El organismo dijo que los ataques rusos habían afectado a subestaciones eléctricas cruciales para que las tres centrales nucleares operativas de Ucrania transmitan y reciban energía. Aunque no se registraron daños directos en los reactores, todos ellos redujeron su producción como medida precautoria y uno fue desconectado de la red.
“La infraestructura energética de Ucrania está extremadamente frágil y vulnerable, lo que pone en grave riesgo la seguridad nuclear”, dijo Rafael Mariano Grossi, director del organismo, el OIEA, en un comunicado hecho público a última hora del jueves.
Rusia ha atacado la infraestructura energética de Ucrania desde el primer invierno de la guerra, hace dos años, en un esfuerzo por colapsar su red y hacerles la vida miserable a sus ciudadanos. Durante la mayor parte de ese tiempo, los ataques se enfocaron en las centrales térmicas e hidroeléctricas, junto con sus instalaciones de transmisión, y provocaron apagones generalizados en todo el país.
A pesar de todo, la red ucraniana no se colapsó, principalmente porque gran parte de su generación de energía depende de las centrales nucleares, que se habían librado en gran medida de los ataques aéreos.
La estrategia rusa de destruir subestaciones conectadas a las centrales nucleares es más reciente y parece tener la intención de colapsar la última gran capacidad de generación de energía de Ucrania, según los expertos. Los ataques contra las subestaciones comenzaron a finales de agosto, según informó el OIEA.
Las subestaciones son esenciales porque distribuyen la energía de los reactores al resto del país. Según Shaun Burnie, experto nuclear de Greenpeace Ucrania, las tres centrales nucleares en funcionamiento de Ucrania, que cuentan con un total de nueve reactores, proporcionan aproximadamente dos tercios de la capacidad de generación eléctrica del país actualmente.
Dos centrales están en el oeste de Ucrania, en las regiones de Rivne y Jmelnitski, mientras que otra está más al sur. Una cuarta central nuclear, cerca de la ciudad meridional de Zaporizhzhia, fue capturada por las fuerzas rusas al principio de la guerra.
Las subestaciones también tienen una segunda función, no menos crítica: suministran a las centrales nucleares la electricidad necesaria para enfriar los reactores y el combustible gastado. “La pérdida de la función de refrigeración en uno o más reactores conduciría inevitablemente a la fusión del combustible nuclear y a una emisión radiológica a gran escala”, advirtió Greenpeace en una nota compartida con The New York Times.
Expertos de las Naciones Unidas emitieron una advertencia similar en una declaración publicada el lunes. Dijeron que “daños adicionales al sistema eléctrico de Ucrania podrían provocar un apagón eléctrico que aumentaría el riesgo de que los reactores nucleares en funcionamiento perdieran el acceso a la red para alimentar sus sistemas de seguridad”. Tal suceso, decía el comunicado, podría provocar una grave catástrofe nuclear.
Las autoridades ucranianas han intentado resaltar la nueva amenaza en los últimos meses. En septiembre, el presidente Volodimir Zelensky declaró ante la Asamblea General de las Naciones Unidas que Rusia planeaba posibles ataques catastróficos contra Ucrania en las “centrales nucleares y la infraestructura, con el objetivo de desconectar las centrales de la red eléctrica”.
En respuesta, el gobierno ucraniano acordó con el OIEA en septiembre desplegar misiones de vigilancia en las subestaciones vinculadas a las centrales nucleares, para evaluar los daños e intentar evitar nuevos ataques. La agencia visitó siete subestaciones este otoño, documentando “daños extensos” y concluyendo que la capacidad de la red “para proporcionar un suministro de energía externo fiable” a las centrales nucleares se había “reducido significativamente”.
Las autoridades ucranianas desearían que el OIEA desplegara personal con frecuencia, o incluso permanentemente, para inspeccionar las subestaciones, con la esperanza de que su presencia pueda disuadir nuevos ataques rusos. Greenpeace dijo en su nota que “el gobierno ruso necesita el apoyo activo del OIEA para respaldar sus ambiciones mundiales de energía nuclear y, por tanto, no puede arriesgar la seguridad del personal del OIEA en sus continuos esfuerzos por destruir el sistema eléctrico de Ucrania”.
Pero hasta el momento, según destacaron los expertos de la ONU, el organismo solo ha llevado a cabo una misión de supervisión, sin que se hayan anunciado visitas adicionales.
El viernes, Ucrania siguió lidiando con las secuelas del gran ataque ruso a su red eléctrica del día anterior. Ukrenergo, el operador nacional de electricidad, ha introducido cortes intermitentes en todo el país para reducir la tensión del sistema. Algunas zonas, como las regiones meridionales de Kherson y Mikolaiv, también se han quedado sin electricidad en su mayor parte debido a los ataques, dijeron funcionarios locales.
Las autoridades ucranianas informaron que Rusia utilizó municiones de racimo —armas que se rompen en el aire y esparcen pequeñas bombas por una amplia zona— para atacar la red eléctrica. Estas municiones a veces no detonan inmediatamente, lo que supone una amenaza persistente y dificulta la labor de los trabajadores del sector energético enviados a reparar las instalaciones dañadas, quienes tienen que esperar hasta que se limpie la zona de artefactos sin detonar. Ucrania también ha utilizado municiones de racimo en la guerra.
“El uso de estos elementos de racimo complica considerablemente el trabajo de nuestros rescatadores e ingenieros energéticos para mitigar los daños, lo que supone otra vil escalada en las tácticas terroristas de Rusia”, dijo Zelensky el jueves.
A pesar de los riesgos, algunos trabajadores del sector energético permanecen en las centrales durante los ataques para operar equipos críticos. Oleksandr, jefe de gestión de la producción en una central térmica administrada por DTEK, la mayor empresa energética privada de Ucrania, dijo que estaba trabajando durante un ataque reciente.
“Éramos dos trabajando en el puesto de control central de la estación”, dijo Oleksandr, cuyo apellido no pudo ser revelado por motivos de seguridad. “Conseguí gritarle ‘¡Al suelo!’ a mi colega y al instante todo se volvió oscuro: se levantó polvo, voló yeso. La explosión se produjo en la zona de turbinas, a 150 metros de distancia, justo cuando caíamos al suelo”.
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