Un barrio en Dublín revela los grandes desafíos de las elecciones en Irlanda

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En una zona del noreste de la capital donde conviven la pobreza y la riqueza, muchos votantes se sienten frustrados por el statu quo.

En los postes de luz del noreste de Dublín, los carteles de campaña se apilan unos sobre otros, los rostros de políticos prominentes y los de los nuevos contendientes compitiendo por la atención antes de las elecciones generales de Irlanda del viernes.

Aun así, Janice O'Keeffe, de 44 años, quien el jueves por la mañana recogía una taza de café en una cafetería de la calle Sean McDermott, comentó que seguía indecisa. Una cosa era cierta: estaba harta del sistema establecido.

"Han tenido 100 años para demostrar su valía y no han hecho gran cosa", dijo, refiriéndose a los dos principales partidos políticos de Irlanda, Fianna Fáil y Fine Gael.

Los dos partidos, ambos de centro-derecha en sentido amplio, han gobernado a la República de Irlanda de manera alternada desde la fundación del estado irlandés moderno a principios del siglo XX. En las últimas elecciones generales, celebradas en 2020, ninguno de los dos obtuvo una mayoría suficiente para gobernar por sí solo. Así que, junto con el Partido Verde, formaron una coalición que dejó fuera a su principal oposición: el Sinn Féin, que por primera vez había ganado el voto popular.

Mientras Irlanda se dirige a las urnas, muchos votantes han expresado su desilusión con el gobierno, citando cuestiones como el elevado costo de vida, la asistencia sanitaria y la inmigración.

A pesar de eso, se espera que el duopolio de Fianna Fáil y Fine Gael se mantenga, en parte porque ninguno de los dos está dispuesto a entrar en una coalición con el Sinn Féin, un partido nacionalista de izquierda que durante décadas fue relegado debido a su historia como rama política del Ejército Republicano Irlandés.

En la última encuesta electoral de The Irish Times, Fianna Fáil, Fine Gael y Sinn Féin estaban empatados, con un 21 por ciento, un 20 por ciento y un 19 por ciento, respectivamente.

Aquí, en el noreste del centro urbano de Dublín, los habitantes comentan que los problemas a los que se enfrentan los votantes son especialmente graves. Existe una gran desigualdad económica en el distrito, con áreas de riqueza conviviendo junto a zonas de pobreza. El auge del desarrollo comercial y la afluencia de trabajadores tecnológicos bien pagados de empresas multinacionales, atraídos por los beneficios fiscales corporativos de Irlanda, ha agravado en algunas comunidades establecidas la sensación de haberse quedado relegadas.

Luego, hace poco más de un año, la ciudad quedó conmocionada tras un ataque con cuchillo que desencadenó una noche de disturbios y saqueos. El estallido de violencia, avivado por la retórica antiinmigrante y la desinformación de la extrema derecha, puso de manifiesto algunos problemas sociales más profundos que siguen sin resolverse.

El aumento de la demanda de vivienda ha desbordado el limitado mercado de alquiler, algo agravado por la falta de inversión en vivienda pública por parte de los sucesivos gobiernos. Y con el número de nuevos inmigrantes alcanzando este año su nivel más alto desde 2007 se ha desarrollado una fractura en la sociedad irlandesa y las narrativas tóxicas han ganado terreno, afirman los expertos.

"En este momento existe una polarización real, y nuestro enfoque debe ser: ¿Cómo ayudamos a estos chicos que están creciendo aquí?", dijo Jonathan Dowling, de 38 años, un líder de trabajo juvenil del Club Juvenil Belvedere, en el norte del centro urbano. "Yo no le digo a la gente: 'No vendas drogas', o 'No cometas delitos' o 'No seas racista'", explicó. "Creamos una plataforma para que vean que existe el bien, existe el mal y aquí está tu oportunidad, y depende de ellos tomar una decisión".

Dean Murray, de 26 años, otro orientador juvenil, comentó que aunque suelen haber estereotipos negativos sobre la zona, donde él también creció, la comunidad está muy unida.

"A la mayoría de la gente de aquí le encanta", dijo. Para la mayoría de sus coetáneos, los problemas más grandes eran el costo de los alimentos y la falta de vivienda, dijo, y añadió: "Creo que la gente solo quiere un cambio de ese ciclo constante y perpetuo en el que el gobierno dice que va a hacer cosas y luego no las hace".

La variedad de soluciones propuestas a los problemas de Irlanda se refleja en la amplia gama de candidatos que compiten por los cuatro escaños de la circunscripción de Dublín Central. Están los candidatos establecidos de los partidos de centro-derecha del país, junto con Mary Lou McDonald, la líder del Sinn Féin; candidatos de la izquierda progresista; un candidato nacionalista antiinmigración; e incluso Gerry Hutch, un hombre al que los fiscales han descrito en los tribunales como el jefe de una familia criminal.

Gary Gannon, un socialdemócrata de centro-izquierda, tocaba puertas el miércoles a la luz del atardecer en un último esfuerzo por conseguir votos. Él ha representado a esta circunscripción de Dublín desde 2020. Dijo que la preocupación por la vivienda ha sido un tema importante para los electores, pero que consideraba que el énfasis en la inmigración había disminuido desde el año pasado.

"Lo que acaba con el miedo es la conexión", dijo. "Los agitadores de extrema derecha que se han hecho un nombre en torno al tema de la inmigración, la gente se dio cuenta de que una vez que dejaron de hablar de inmigración, empezaron a hablar de disminuir los derechos reproductivos, y de ataques a la gente LGBT, y la gente se dio cuenta de que eso no resuena con ellos".

Dijo que la ciudad necesita "legisladores fuertes", no solo alguien que dé voz a las quejas. "Pero decir: 'No solo voy a hablar de tu enfado, voy a trabajar para resolverlo' puede ser un poco más difícil de vender, porque eso se convierte en un proceso largo", reconoció.

Cerca de ahí, en el barrio de East Wall, Malachy Steenson, candidato nacionalista de derecha que hace campaña con una plataforma antiinmigración, pintó un panorama decididamente distinto mientras tocaba puertas. Dijo que los medios de comunicación tradicionales habían pasado por alto la importancia de la inmigración para los votantes de barrios como East Wall, y añadió: "Nuestra obligación es con los nuestros".

Adrienne McGuinness, de 55 años, y Dawn Everard, de 54, estaban haciendo campaña para él. Comentaron que empezaron a ser políticamente activas hace dos años, frustradas por el hecho de que el país alojara solicitantes de asilo.

"Pagamos impuestos, todos trabajamos, y luego parece que todo se nos echa encima", dijo Everard. Guinness añadió: "Definitivamente estamos olvidados".

Algunos candidatos nacionalistas de derecha y antiinmigración podrían obtener escaños, afirmó Gail McElroy, profesora de política en el Trinity College de Dublín. "Será un tema importante en ciertas circunscripciones locales donde hay planes para alojar a un gran número de solicitantes de asilo", dijo, y añadió: "Los partidos mayoritarios lo están evitando", en lugar de eso centrando su atención en la economía.

El Sinn Féin espera atraer a aquellos que están desilusionados con el statu quo. Tras un aumento del apoyo en 2020, se esperaba que el partido obtuviera buenos resultados en estas elecciones, pero sus cifras en las encuestas han caído durante el segundo semestre de este año, gracias en parte a los escándalos internos del partido.

McDonald, líder del partido, hizo un llamamiento el jueves a las personas que tradicionalmente podrían haberse alejado del partido para que "presten" su apoyo con el fin de desafiar a los dos partidos principales.

"Si quieren un cambio de gobierno, voten por el Sinn Féin", dijo frente a los edificios gubernamentales. "Préstennos su voto para estas elecciones".

A pesar de la desilusión con los partidos establecidos, la singular forma de representación proporcional del país, que utiliza el voto por orden de preferencia, lo aísla de las grandes oscilaciones que se observan en otras democracias, dijo McElroy. Como resultado, explicó, "el sistema premia a los que tienen posiciones menos extremas".

Megan Specia reporta sobre el Reino Unido, Irlanda y la guerra de Ucrania para el Times. Reside en Londres. Más de Megan Specia

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