Cómo un equipo universitario femenino de voleibol se convirtió en el centro del debate sobre los deportistas transgénero

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SAN JOSÉ, California -- En la cancha, parece cualquier otro equipo universitario de voleibol femenino. En un partido reciente, las jugadoras se movían por la cancha a un ritmo de staccato, colocando y rematando el balón, saltando en el aire como pogo saltarín para bloquear los remates, todas con sus uniformes azules y dorados de las Spartans de la Universidad Estatal de San José.

Fuera de la cancha, sin embargo, el equipo hace todo lo posible por no desmoronarse en una temporada inesperada de tensión y lágrimas, confusión y rabia. Las jugadoras están en el centro de un drama que gira en torno a una de los temas más explosivos de la vida estadounidense: si una mujer transgénero puede jugar en un equipo deportivo femenino.

Todo empezó en abril, cuando un sitio web conservador afirmó que una de las jugadoras de la Estatal de San José era transgénero, lo cual sorprendió a algunas de sus compañeras de equipo.

Este mes, una cocapitana de último año de las Spartans y la entrenadora asistente presentaron una demanda para impedir que la atleta transgénero juegue en el torneo de la Conferencia Mountain West de esta semana, alegando que viola los derechos del Título IX a la equidad de género en las instituciones financiadas con fondos federales.

Con un grupo de diez jugadoras de voleibol, la mayoría de equipos que juegan contra las Spartans, la cocapitana y la entrenadora asistente demandaron al entrenador en jefe de la Estatal de San José y a dos administradores. Y a la Conferencia Mountain West y a su comisionada. Y a todo el consejo directivo del sistema universitario estatal de California. Todo para expulsar a la jugadora del torneo, del programa de las Spartans y de los deportes universitarios femeninos.

Mientras tanto, la jugadora de voleibol transgénero ha guardado silencio. Otras compañeras de equipo, aparte de Brooke Slusser, la cocapitana participante en la demanda, también declinaron las solicitudes de entrevistas. The New York Times no cita a la jugadora porque ella no ha confirmado públicamente su identidad y rechazó una solicitud de entrevista por medio de un portavoz de la universidad.

"Tan solo pensamos que no es justo que se le permita jugar a un hombre", dijo Slusser, para referirse a su compañera de equipo transgénero, en una entrevista la semana pasada. Calificó de "decisión difícil" presentar la demanda porque no quería "hacer pasar a mi equipo por más de lo que ya está pasando".

"Pero luego también me imaginé con hijas, viendo que tuvieran que jugar contra un hombre o jugar en un equipo con un hombre, sabiendo que tuve la oportunidad para hacer un cambio en ese sentido, y no pude tener la conciencia tranquila", dijo.

Debido al problema complicado, algunas de las Spartans ya no se hablan en los entrenamientos ni fuera de los partidos. Todd Kress, el entrenador en jefe, apoya la participación de la atleta transgénero y también ha dejado de hablar con algunas jugadoras fuera de la cancha. Durante los partidos, los aficionados agitan pancartas y llevan camisetas en apoyo o en contra de la jugadora transgénero. En las últimas semanas se solicitó la presencia de la policía del campus por si surgían problemas.

Kress, quien lleva dos años como entrenador en la Estatal de San José, dijo que la agitación ha abrumado a varias jugadoras.

"Creo que en el fondo son buenas personas que han quedado atrapadas en una situación muy singular que les ha afectado profundamente", afirmó.

Un juez federal rechazó esta semana la demanda contra la jugadora y autorizó a la atleta a competir con su equipo en el torneo de la Conferencia Mountain West de esta semana. El martes, otro juez rechazó también el recurso de las demandantes.

Después de una primera ronda de descanso, las Spartans se preparaban para jugar un partido de semifinales del torneo programado para el viernes, pero el equipo contrario --la Universidad Estatal de Boise-- se negó por tercera vez esta temporada a jugar contra las Spartans debido a su jugadora transgénero. Otros cuatro equipos se habían negado a presentarse a sus partidos contra la Estatal de San José en señal de protesta contra las mujeres transgénero que juegan en equipos femeninos.

En un comunicado, la Estatal de Boise señaló que la decisión de no jugar "no fue fácil" y agregó que el equipo "no tendría que privarse de esta oportunidad mientras espera un sistema más considerado y mejor que sirva a todos los atletas".

En un comunicado enviado por correo electrónico, la Estatal de San José señaló lo siguiente: "Aunque estamos decepcionados por la decisión de la Estatal de Boise, nuestro equipo femenino de voleibol se está preparando para el partido del sábado y espera competir por un campeonato".

Las Spartans están ahora a una victoria o a un partido boicoteado de pasar al Torneo de la NCAA del mes que viene, donde jugarán 64 equipos y las Spartans llamarán aún más la atención.

"Ha habido mucha gente en la comunidad que ha apoyado a la atleta, independientemente de su identidad, porque la están atacando", dijo Bonnie Sugiyama, directora del Centro PRIDE y el Centro de Equidad de Género de la Estatal de San José. "¿Te imaginas la presión de estar bajo los reflectores nacionales e incluso ser mencionada en una campaña presidencial, cuando lo único que estás haciendo es jugar un partido y acatar las reglas?".

Normas incoherentes

Los deportes tienen categorías separadas para hombres y mujeres porque los primeros tienen ventajas biológicas que por lo general los hacen más rápidos y fuertes, y esa división da a las mujeres una oportunidad justa de triunfar. Esas ventajas son mínimas antes de la pubertad, según los expertos, pero se multiplican durante la pubertad, cuando aumenta el nivel de testosterona en los hombres.

Mantener esa justicia en el deporte femenino al tiempo que se respeta la inclusión de las atletas que se identifican como mujeres se ha convertido en una lucha continua para las organizaciones deportivas. Hasta ahora, no ha habido ninguna forma infalible de garantizar que las mujeres transgénero no tengan una ventaja constante sobre las atletas a las que se les asignó sexo femenino al nacer, y continúa el debate sobre si las mujeres transgénero tienen una ventaja si suprimen su producción de testosterona durante un tiempo determinado. La testosterona es la hormona conocida por aumentar la fuerza, la masa muscular y la resistencia.

La NCAA ha otorgado al órgano rector nacional de cada deporte la facultad de decidir esas normas.

El sitio web de USA Volleyball dice que es posible que las hormonas androgénicas, que incluyen la testosterona, puedan dar una "ventaja competitiva injusta" a las atletas transgénero, por lo que la organización exige documentación de que las atletas asignadas como varones al nacer se someten a terapia hormonal para competir en la categoría femenina. En su página web, la NCAA afirma que las voleibolistas transgénero pueden jugar si su nivel de testosterona es inferior a 10 nanomoles por litro, es decir, al menos cuatro veces más de lo que, según muchos expertos, es el límite superior para las mujeres no transgénero y en el rango típico de los hombres adultos.

Algunos legisladores se han involucrado en el debate. Durante la reciente campaña, el presidente electo Donald Trump y otros políticos conservadores dejaron claro que estaban en contra de que las mujeres transgénero compitieran en el atletismo femenino y prometieron intentar prohibirlo.

Slusser, una estudiante de último año de Denton, Texas, dijo que considera esta lucha "el plan de Dios" para ella.

Dijo que al principio no se dio cuenta de que su compañera de equipo, que ha jugado para las Spartans desde 2022, era transgénero, incluso cuando vivió con ella por primera vez y compartían habitación en los partidos de visitante. Las dos habían sido buenas amigas, dijo.

Pero cuando esta primavera se publicó el artículo sobre la identidad de género de la compañera de equipo, Slusser dijo que se sintió traicionada. Slusser comentó: "Realmente no me importa cómo quieras vivir tu vida", pero una mujer transgénero no debería compartir habitación con compañeras de equipo ni utilizar los vestidores de mujeres.

A principios de este otoño, Slusser se unió a una demanda federal contra la NCAA que había presentado en Georgia un grupo de atletas femeninas de varios deportes, en la que alegaban que la NCAA las discriminó por razón de sexo cuando permitió a la nadadora transgénero Lia Thomas competir en los campeonatos de natación de 2022.

Equidad y seguridad

Bill Bock, un abogado en ese caso y quien había impugnado los resultados de las elecciones de 2020 en Wisconsin para que favorecieran a Trump, había convencido a Slusser de que presentara una demanda posterior, contra la Conferencia Mountain West, según dijo Slusser. Bock tiene una amplia experiencia en los deportes: como consejero general de la Agencia Antidopaje de Estados Unidos, ayudó a desenmascarar al ciclista Lance Armstrong por usar fármacos para mejorar el rendimiento.

En una entrevista telefónica, Bock afirmó que a todo el mundo, independientemente de sus preferencias políticas, debería preocuparle que las deportistas transgénero compitan entre mujeres, porque la equidad es el punto crucial del Título IX.

"Si no hay un juego limpio, realmente no hay un deporte que tenga sentido", dijo, y añadió que la NCAA y los administradores universitarios "han descuidado de manera voluntaria su deber" de mantener los deportes seguros y justos y les "han fallado a las mujeres".

Cuando Melissa Batie-Smoose, la entrenadora asistente de las Spartans, llegó al campus hace casi dos años, dijo que no le habían hablado de la jugadora transgénero. Pero recordó haber visto a la atleta jugar vóley de playa y haberle dicho a Kress: "Vaya, golpea y bloquea como hombre", porque la jugadora saltaba muy alto y se mantenía mucho tiempo en el aire. También dijo que la jugadora evitaba levantar pesas por miedo a ponerse demasiado musculosa.

Poco después, la administración le comunicó que la jugadora era transgénero, declaró Batie-Smoose en una entrevista, y añadió que no habría aceptado el trabajo de haberlo sabido. Afirmó que las mujeres no deberían perder puestos de juego ni becas por culpa de jugadoras transgénero y agregó que no podía decir una palabra sobre la jugadora a nadie si quería conservar su puesto.

Este mes, la universidad la suspendió después de que presentó una demanda ante el Título IX en la que afirmaba que la Estatal de San José mostró favoritismo hacia la jugadora transgénero y también trató de silenciarla para que no hablara de la jugadora, dijo Batie-Smoose.

Tras el último partido de la temporada regular de las Spartans, Kress dijo que estaba orgulloso de entrenar a un equipo que superó "el dolor, el conflicto y la negatividad implacable" de la temporada y añadió que "esto podría habernos destrozado, pero no lo hizo".

Después del partido, las jugadoras abandonaron el gimnasio, una a una. Slusser se reunió con su tía, que había viajado desde Alabama para verla jugar. También estaban allí dos familiares de la jugadora transgénero.

Cuando se les preguntó por la dinámica del equipo esta temporada, esos familiares, incluida su madre, dijeron que solo estaban allí para apoyar a su jugadora.

"Le corresponde a ella contar su historia", dijo uno de ellos.

Brooke Slusser, una cocapitana del equipo femenino de voleibol de la Universidad Estatal de San José quien formó parte de un grupo que presentó una demanda para impedir que una mujer transgénero siguiera jugando en el equipo, en San José, California, el 18 de noviembre de 2024. (Amy Osborne/The New York Times)

Un grupo de personas sostiene pancartas entre el público mientras el equipo femenino de voleibol de la Universidad Estatal de San José se enfrenta a la Universidad Estatal de Fresno en San José, California, el 18 de noviembre de 2024. Un cartel dice: "Bloquea a los que odian". (Amy Osborne/The New York Times)

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