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Aunque China podría compensar el aumento arancelario dejando caer su moneda, eso pondría en peligro los recientes esfuerzos de Pekín por estabilizar la economía.
Pekín dispone de una poderosa herramienta para responder a la amenaza del presidente electo Donald Trump de imponer nuevos aranceles a los productos chinos: podría iniciar una guerra de divisas, un paso que plantea riesgos formidables tanto para China como para Estados Unidos.
Dejar que la moneda china, el renminbi, pierda valor frente al dólar sería una respuesta probada a los aranceles. Un renminbi más barato haría que las exportaciones chinas fueran menos costosas para los compradores extranjeros, mitigando el daño a la competitividad de China por los aranceles de Trump. Pekín hizo precisamente eso en 2018 y 2019, cuando Trump impuso aranceles en su primer mandato.
Un renminbi más barato podría compensar parcial o totalmente los efectos del arancel adicional del 10 por ciento sobre los productos chinos que Trump dijo el lunes que ordenaría en su primer día en el cargo. También dijo que impondría un arancel del 25 por ciento a los productos de Canadá y México, al tiempo que les exigía que, junto con China, detuvieran los flujos de drogas a Estados Unidos.
Una devaluación estratégica de la moneda china, controlada estrictamente por el banco central del país, podría permitir a Pekín impulsar su potente maquinaria exportadora. El volumen total de exportaciones chinas a todos los destinos ya se ha disparado casi un 12 por ciento en los nueve primeros meses de este año con respecto al año anterior. China está preparada para un mayor número de ganancias y sus bancos están aumentando los préstamos para construir nuevas fábricas.
Pero permitir que la moneda china caiga podría poner en peligro la economía del país. Ante un renminbi más débil, las empresas chinas y las familias acomodadas podrían apresurarse a sacar dinero del país en lugar de invertirlo en casa.
Un tipo de cambio más débil del renminbi frente al dólar también podría dañar la confianza del público chino, socavar el gasto de los consumidores y erosionar los precios de las acciones. También podría ir en contra de los recientes esfuerzos de los responsables de las políticas por apuntalar la economía, que se ha visto azotada por el colapso del mercado inmobiliario que ha acabado con gran parte de los ahorros de la clase media china.
El banco central de China, el Banco Popular de China, provocó críticas internacionales cuando devaluó repentinamente el renminbi en agosto de 2015, y se ha mostrado cauteloso de volver a permitir un movimiento tan abrupto. Liu Ye, el jefe del departamento internacional, dijo en una conferencia de prensa el viernes que el banco central "mantendrá la estabilidad básica del tipo de cambio del renminbi en un nivel de equilibrio razonable".
Pero China es profundamente hostil a cualquier nuevo arancel. En respuesta a la amenaza de Trump el lunes, la embajada china en Washington dijo: "China cree que la cooperación económica y comercial entre China y Estados Unidos es mutuamente beneficiosa. Nadie ganará una guerra comercial o una guerra arancelaria".
En los últimos años, las empresas chinas han reforzado sustancialmente su capacidad de fabricación en otros países, construyendo fábricas que ensamblan componentes provenientes de China para convertirlos en productos terminados que se venden en Estados Unidos y otros países. Esto les ha permitido a algunas de ellas eludir los aranceles impuestos por Estados Unidos durante el primer gobierno de Trump.
Muchos empresarios chinos han estado moviendo dinero al extranjero en las últimas semanas para fortalecer aún más sus operaciones en el exterior y asegurarse de que China pueda mantener exportaciones robustas incluso si Trump impone aranceles adicionales.
El principal negociador de comercio internacional de China, Wang Shouwen, prometió durante una conferencia de prensa el viernes un fuerte apoyo a los exportadores. Dijo que China brindaría más financiamiento comercial y seguros de exportación a estas empresas.
Las exportaciones de China a Estados Unidos se han mantenido fuertes a pesar de los aranceles de 2018 y 2019, ya que muchas empresas chinas han dividido sus exportaciones en envíos lo suficientemente pequeños para evitar los aranceles o el seguimiento por parte de los funcionarios de aduanas. China también ha aumentado rápidamente las exportaciones al sudeste asiático y México, donde los productos suelen procesarse y reenviarse a Estados Unidos con pocos o ningún arancel cobrado.
En los días posteriores a la victoria electoral de Trump este mes, el valor del renminbi cayó alrededor de un 2 por ciento frente al dólar. En la última semana se ha estabilizado en torno a los 7,25 renminbis por dólar. Muchas otras divisas también se han debilitado frente al dólar desde las elecciones, no solo el renminbi. El peso mexicano y el dólar canadiense cayeron después de que Trump apuntara a ambos países con posibles aranceles.
El Banco Popular de China establece una banda diaria de tipos de cambio, comprando y vendiendo divisas en cooperación con bancos controlados por el Estado para mantener el renminbi en un rango estrecho. Algunos observadores del mercado de divisas afirman que los bancos estatales podrían estar vendiendo dólares ahora y utilizando el dinero para comprar renminbis, con el fin de preservar el tipo de cambio actual.
Arthur Kroeber, socio fundador de Gavekal, una empresa de investigación económica, dijo que el renminbi podría caer otro 9 o 10 por ciento si Estados Unidos impone fuertes aranceles a los productos chinos. Eso significaría que se necesitarían casi 8 renminbis para comprar un solo dólar, un nivel que no se ha visto desde 2006.
Pero muchos otros analistas son escépticos de que China tolere una caída tan pronunciada del renminbi. Predicen que el mínimo para la moneda se situará entre 7,3 y 7,5 por dólar.
Durante muchos años China estuvo dispuesta a permitir que el renminbi se mantuviera débil para impulsar sus exportaciones. Pero el banco central ha comenzado a enfrentar un obstáculo ideológico inusual para cualquier debilitamiento brusco de la moneda. En una reunión poco común en enero de miembros del Politburó, ministros y líderes provinciales, Xi Jinping, el máximo líder de China, pronunció un discurso en el que describió su visión de un "desarrollo financiero de alta calidad".
Xi dijo que mantener una moneda fuerte era necesario para que China fuera una potencia financiera, junto con otros elementos clave como un banco central y unas instituciones financieras fuertes.
Ese discurso se incorporó a un libro publicado con el nombre de Xi, inyectando un renminbi fuerte en la ideología rectora del país.
Cuando China permitió que su moneda se desplomara durante el primer gobierno de Trump, la Casa Blanca discutió la posibilidad de debilitar deliberadamente el dólar en 2019 como respuesta, pero Trump se abstuvo de hacerlo.
Es probable que la política monetaria sea una prioridad en el nuevo gobierno de Trump: la elección de Trump para secretario del Tesoro, Scott Bessent, es un administrador de fondos de cobertura con décadas de experiencia en el comercio de divisas. Pero es más conocido por tomar posiciones sobre la libra esterlina y el yen japonés que sobre el renminbi.
Es evidente que China tiene la tentación de debilitar su divisa antes de que Trump asuma el poder, como medida de precaución frente a los aranceles. Pero Brad Setser, un antiguo funcionario de los gobiernos de Obama y Biden, especializado desde hace tiempo en las políticas monetarias de China, expresó dudas de que Pekín lo haga.
"Claramente corre el riesgo de provocar a un gobierno de Trump enfadado", y podría incitar a Trump a fijar aranceles aún más altos, dijo Setser.
Li You colaboró con la investigación.
Keith Bradsher es el jefe de la corresponsalía de Pekín del Times. Antes fue jefe del buró en Shanghái, Hong Kong y Detroit, y corresponsal en Washington. Ha vivido e informado en China continental durante la pandemia. Más de Keith Bradsher
Li You colaboró con la investigación.