PriestsFinancesStocks and BondsReal Estate and Housing (Residential)Eric Adams Federal Corruption Case (24 CR 556)Content Type: Personal ProfilePop and Rock MusicRoman Catholic ChurchGigantiello, Jamie JAdams, Eric LBrennan, Robert J (1962- )Carone, Frank (Attorney)Carpenter, Sabrina (1999- )DiMarzio, Nicholas ABrooklyn (NYC)New York City
Pocos días después de que el alcalde Eric Adams fuera imputado por corrupción, la estrella del pop Sabrina Carpenter subió al escenario del Madison Square Garden y dijo algo sorprendente en su rutilante micrófono: "¿Deberíamos hablar de cómo logré que el alcalde fuera imputado?".
La ocurrencia de Carpenter era tan sugerente como obviamente falsa: la cantante no desempeñó ningún papel en la investigación y procesamiento de Adams.
Pero su comentario improvisado ante 20.000 fans en septiembre descorrió ligeramente el telón de una extraña trama secundaria del asunto Adams, una historia cuyos contornos parecen casi el principio de un chiste: ¿has oído el de la estrella del pop, el político y el sacerdote?
El sacerdote es monseñor Jamie Gigantiello, un párroco que ha dirigido tres parroquias de Brooklyn a lo largo de sus 30 años de carrera y que conoce a Adams, quien fuera presidente del distrito de Brooklyn, desde hace décadas. El sacerdote también es párroco y amigo cercano de Frank Carone, antiguo jefe de gabinete del alcalde.
Ahora el monseñor está en el centro de una reyerta impía. La pelea ha llegado a los niveles más altos de la Diócesis Católica Romana de Brooklyn y a las oficinas de la fiscalía federal del Distrito Este de Nueva York, quienes han reclamado como evidencia algunos registros de transacciones por valor de casi 2 millones de dólares entre la parroquia del monseñor y negocios relacionados con Carone.
No se conoce públicamente la naturaleza de la investigación federal, ni quién podría ser su objetivo. No se ha acusado a nadie de ningún delito, y no está claro si el sacerdote o Carone hicieron algo indebido o ilegal.
Monseñor Gigantiello ya había sido degradado por su decisión de permitir que Carpenter filmara un video musical subido de tono en el altar de una iglesia de su parroquia por 5000 dólares.
Pero esta semana, Robert Brennan, obispo de Brooklyn, adoptó la inusual medida de publicar para los periodistas locales una fulminante condena del sacerdote.
El obispo anunció que relevaba a "monseñor Jamie Gigantiello, el párroco actual, de cualquier función de supervisión pastoral o gobierno de la parroquia", y lo describió como un sacerdote renegado que había hecho tratos financieros en la trastienda sin la documentación adecuada y había utilizado una tarjeta de crédito de la parroquia para comprar artículos personales.
Se ha nombrado a un nuevo clero para gestionar la parroquia financiera y espiritualmente, y la diócesis dijo que continuaría la investigación sobre las finanzas de la parroquia, iniciada por el obispo tras la publicación del video musical el otoño pasado.
Monseñor rechaza las acusaciones: los acuerdos con Carone se hicieron en beneficio de la parroquia, dijo, y los gastos personales con la tarjeta de crédito de la parroquia no fueron inapropiados.
Los detractores de monseñor Gigantiello dicen que se promociona a sí mismo en la prensa y que ha puesto en peligro su parroquia haciendo inversiones inusuales.
Pero es muy querido entre los feligreses de sus iglesias de Williamsburg, Nuestra Señora del Monte Carmelo y de la Anunciación de la Bienaventurada Virgen María, donde se le conoce como monseñor Jamie.
Muchos de sus feligreses ven a monseñor Gigantiello, de 65 años, como un líder espiritual carismático y eficaz, que dirige misas enérgicas y orientadas a la comunidad, renueva los edificios de la iglesia y en quien se puede confiar para que se presente en los momentos difíciles.
Dicen que ha sido tratado injustamente por el obispo Brennan, quien lo humilló públicamente por el fiasco del video musical, lo despojó de autoridad en su parroquia y lo marginó de sus exitosos esfuerzos de recaudación de fondos.
Para algunos feligreses, el castigo parece vengativo. "Monseñor Jamie está en el punto de mira, y nuestra comunidad está en el punto de mira de la diócesis de Brooklyn", dijo Joseph Ciuffo, quien rinde culto en la parroquia de monseñor Gigantiello. "Es una campaña de difamación".
"Es muy dramático decirlo", dijo monseñor David Cassato, compañero sacerdote y amigo cercano de monseñor Gigantiello, "pero es como una crucifixión".
Un video musical y una misa de reparación
La historia de los problemas de monseñor en realidad son dos historias. La primera concierne a Carpenter, la cantante de "Espresso" y "Please Please Please".
El año pasado, su equipo de producción se puso en contacto con el sacerdote para alquilar la iglesia de la Anunciación de la Bienaventurada Virgen María para rodar un video musical de su canción "Feather".
La petición no era única. Monseñor Gigantiello había aprobado en el pasado propuestas de rodaje similares de Blue Bloods, el drama policíaco de la CBS, y de El irlandés, una película de gánsteres dirigida por Martin Scorsese. Las vio como una oportunidad de ganar dinero para las iglesias. Dijo que había gastado unos 2,5 millones de dólares en renovar la Anunciación, incluidos unos 325.000 dólares en su enorme órgano de tubos.
Cuando los representantes de Carpenter se pusieron en contacto con él, echó un vistazo al guión del video y aceptó alquilarlo durante un día por 5000 dólares. Pero no supervisó la producción, que incluía cubrir el altar con velas y ataúdes de colores pastel. Un primer plano mostraba un ataúd inscrito con un epíteto que no aparecía en el guion: "RIP Perra".
En el video, la cantante, con un minúsculo vestido negro y velo de plañidera, se acerca a los ataúdes de forma sugerente. El espectador supone que dentro están algunos de los hombres que momentos antes en el video le hicieron ojitos a Carpenter antes de morir violentamente. La cantante alcanza sus notas altas con las salpicaduras de la sangre de ellos en la cara.
El video se estrenó el día de Halloween de 2023. Al día siguiente, monseñor Gigantiello recibió una llamada telefónica del obispo Brennan.
"Dijo que estaba muy disgustado por el video", dijo monseñor Gigantiello en una entrevista. Entonces lo vio por sí mismo, y comprendió rápidamente que se había equivocado al permitir que se utilizara la iglesia.
Al día siguiente, dijo, se reunió con el obispo Brennan y le pidió disculpas. El obispo le dijo que lo destituía inmediatamente de su cargo de vicario de desarrollo de la diócesis y le retiraba la supervisión administrativa de la parroquia.
En una declaración hecha pública entonces, el obispo Brennan dijo que estaba "consternado por lo que se había filmado en la iglesia de la Anunciación de la Bienaventurada Virgen María de Brooklyn". Dirigió personalmente una Misa de Reparación en la iglesia.
Casi un año después, mientras actuaba en un concierto con todas las entradas agotadas en el Madison Square Garden, Carpenter hizo su comentario sobre los problemas legales del alcalde, que se difundió por las redes sociales y devolvió el escándalo del video a los titulares de los tabloides.
A través de una portavoz, Carpenter declinó hacer comentarios.
'Guarda la cartera'
Para ser un líder religioso, monseñor Gigantiello ha sido un emprendedor fuera de lo común. Mucho antes de entrar en el sacerdocio, estudió en el Instituto Culinario de Estados Unidos; ahora es presentador de un programa de cocina llamado Breaking Bread, autor de un libro de cocina del mismo nombre y proveedor de A Taste of Heaven, una salsa de tomate.
También ha ganado mucho dinero como inversor --incluyendo en el mercado inmobiliario de Nueva York-- antes e incluso después de ordenarse.
En 1980, compró una casa en Brooklyn para vivir con su hermana y su madre. Pagó 50.000 dólares y una década después la vendió por unos 225.000 dólares. Más tarde compró a su madre su propio apartamento y heredó una ganancia inesperada tras su muerte.
Siguió comprando barato y vendiendo caro. Con su amigo el monseñor Cassato, compró y luego vendió una casa en Quogue, en Long Island, con un beneficio neto de casi 400.000 dólares. Juntos compraron un condominio en Pompano Beach, Florida, y una casa en Westhampton Beach, Nueva York, con cuatro dormitorios y cocina junto a la piscina. Compraron la casa por 850.000 dólares y la pusieron a la venta este verano por 2,5 millones. Monseñor Gigantiello posee también una cuarta parte de una multipropiedad en San Martín (el resto pertenece a otros tres sacerdotes).
Sabe que su cartera inmobiliaria puede levantar cejas. "Como sacerdotes", dijo, "no hacemos voto de pobreza. No somos sacerdotes de órdenes religiosas, por lo que se nos permite poseer nuestras propias cosas".
Saber cómo generar ingresos puede ser una habilidad valiosa en la Iglesia, explicó monseñor Gigantiello, sobre todo en una época en la que las diócesis están lastradas por los acuerdos financieros que deben a las víctimas de abusos.
A lo largo de sus tres décadas como sacerdote, dijo monseñor Gigantiello, ha recaudado dinero para renovar y ajardinar los edificios parroquiales, ha aumentado la asistencia a misa y ha dejado sus parroquias financieramente solventes.
En 2008, fue nombrado vicario de desarrollo de la diócesis de Brooklyn, responsable de la recaudación de fondos. A menudo recaudaba 2 millones de dólares en una sola noche para un programa que paga la matrícula de niños desfavorecidos en escuelas católicas, dijo Angelo Vivolo, empresario, fideicomisario de la City University de Nueva York y filántropo que apoya causas italoamericanas y católicas.
Durante sus años como vicario, el sacerdote colectó 105 millones de dólares en una campaña de recaudación de capital para la diócesis, 25 millones más de lo que se había fijado como objetivo, dijo Nicholas DiMarzio, ex obispo de Brooklyn.
Su perspicacia para recaudar fondos es bien conocida incluso fuera de la diócesis. Hace unos años, en una celebración del Martes Gordo celebrada en Tiro a Segno, un club privado de herencia italiana de Manhattan, Ciuffo se presentó al cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, y le dijo que era feligrés de monseñor Gigantiello.
"Ah, ese monseñor Jamie", dijo Ciuffo que le dijo el arzobispo en tono jovial. "¡Será mejor que guardes la cartera!".
Vivolo dijo que, dadas las dotes de monseñor Gigantiello, el castigo del obispo Brennan "es demasiado".
"¿Cómo tomas a quien recauda anualmente millones para las escuelas diocesanas y le dices que no puede recaudar fondos para la Iglesia?", dijo. "Es como cortarte la nariz para fastidiarte la cara".
Una amistad fatídica
La breve relación de monseñor Gigantiello con Sabrina Carpenter puede haber sido el principio de sus problemas. Su larga relación con Carone agravó la situación.
En 2008, mucho antes de que Carone empezara a trabajar para Adams, monseñor Gigantiello se puso en contacto con él como parte de sus esfuerzos para recaudar fondos para la iglesia. Carone, abogado, empresario e inversor, ayudó a organizar cenas en la rectoría para que el sacerdote pudiera conocer a otros líderes empresariales de la comunidad.
Monseñor y Carone estaban entrelazados de una manera muy Brooklyn-italiana-estadounidense-católica: la madre de Carone conocía a monseñor Cassato desde que iban juntos a la escuela primaria en un colegio católico del barrio. Cuando murió el padre de Carone, monseñor Cassato llevó consigo al velorio a un sacerdote del que era mentor: Jamie Gigantiello.
A partir de ahí, Carone y monseñor Gigantiello se hicieron muy amigos. "Monseñor Jamie tiene una forma única de unir a nuestra comunidad católica a través de nuestra fe, como nadie que yo haya experimentado", dijo Carone en un comunicado.
A lo largo de los años, el sacerdote buscó la ayuda de Carone para invertir las ganancias que generaba con los bienes inmuebles.
En 2018, dijo monseñor Gigantiello, también pidió ayuda a Carone para invertir el dinero de la parroquia. La diócesis había concedido a un promotor inmobiliario un contrato de arrendamiento a largo plazo sobre una propiedad de la iglesia situada al otro lado de la calle de la Anunciación de la Bienaventurada Virgen María, un acuerdo en el que el promotor pagó inicialmente a la parroquia un millón de dólares.
Monseñor dijo que pidió a Carone que invirtiera el dinero en nombre de la parroquia. No pidió detalles sobre la inversión. "Era un amigo muy querido en quien confiaba", dijo.
En 2021, la empresa de Carone había devuelto a la parroquia el millón de dólares, junto con un rendimiento de unos 120.000 dólares.
Monseñor Gigantiello dijo que entonces pidió a Carone que invirtiera otros 900.000 dólares en nombre de la parroquia. Poco después, el sacerdote recibió una llamada de un periodista del New York Daily News, quien le dijo que un organismo policial estaba investigando las inversiones de Carone.
El sacerdote llamó a su amigo y recuperó los 900.000 dólares, varios meses después, sin intereses. "No quería que la Iglesia se viera envuelta en ninguna investigación", dijo.
Un portavoz de la diócesis dijo que monseñor había infringido las normas al no solicitar aprobación para "comprometer recursos parroquiales" superiores a 30.000 dólares.
El portavoz dijo que el sacerdote no había conseguido la documentación adecuada que demostrara lo que Carone pensaba hacer con el millón de dólares, ni tenía documentación suficiente para el trato posterior. La documentación que la diócesis sí encontró para una transacción mostraba solo que una empresa asociada a Carone se había comprometido a devolver el dinero de la parroquia con intereses, un acuerdo que la diócesis considera un aparente préstamo.
En una declaración, Carone negó que la transacción fuera un préstamo y dijo que nunca había necesitado ni aceptado un préstamo de una iglesia. Dijo que había invertido el dinero de la parroquia, pero no quiso dar más detalles.
"A la luz de los desacuerdos entre monseñor y la dirección actual de la diócesis", dijo Carone, "no voy a hacer comentarios sobre sus inversiones ni sobre otras".
Tampoco quiso referirse a la investigación del Distrito Este que dio lugar a la reclamación de los documentos como evidencia.
Avanzamos rápidamente hasta 2023: agentes federales allanaron la casa del principal recaudador de fondos de la campaña de Adams en el marco de una investigación supervisada por Damian Williams, fiscal del distrito sur de Nueva York, sobre las actividades del alcalde y sus socios.
Menos de un año después, Adams fue imputado por cinco cargos penales, incluido el de soborno. Media decena de altos cargos, entre ellos el comisario de policía y el director del sistema escolar, dimitieron en medio de otras investigaciones.
Unos meses antes de que el alcalde fuera acusado en Manhattan, otro fiscal --Breon Peace, del Distrito Este de Nueva York, que incluye Brooklyn-- había citado a declarar a la parroquia de monseñor Gigantiello en relación con sus negocios con Carone.
La investigación de Brooklyn que afecta a Carone y a la iglesia es distinta de la que condujo a la imputación del alcalde y de las otras que afectan a sus ayudantes. Pero en una ciudad que se ha visto cautivada por la desconcertante profundidad y amplitud de los enredos del alcalde, ha atraído una atención no deseada hacia la parroquia.
Monseñor Gigantiello ha cumplido con el reclamo de los documentos, dijo su abogado, Arthur Aidala, y ha entregado a los investigadores la auditoría de la diócesis sobre la parroquia realizada tras el drama de Sabrina Carpenter.
Carone, quien ya no trabaja en el Ayuntamiento pero sigue siendo uno de los principales asesores del alcalde, no ha sido acusado de ningún delito. El abogado del sacerdote dijo que el fiscal que supervisa la investigación le había comunicado que monseñor Gigantiello no es objeto de la investigación.
Un portavoz de la fiscalía estadounidense declinó hacer comentarios.
La diócesis también señaló que, en su propia investigación continuada, había descubierto que monseñor Gigantiello había utilizado una tarjeta de crédito de la iglesia para "gastos personales sustanciales."
Un portavoz de la diócesis añadió que sus investigadores habían descubierto que monseñor cargó más de 600.000 dólares a la tarjeta de crédito de su parroquia desde 2017 hasta 2023, y que había dicho a los investigadores que casi 120.000 dólares se destinaron a gastos personales.
"No hay evidencias de que el uso por parte de monseñor Gigantiello de su tarjeta de crédito parroquial para muebles de su propiedad de vacaciones en Florida, billetes de avión y ropa personal fuera una forma autorizada de compensación por parte de la diócesis", dijo el portavoz.
Monseñor Gigantiello dijo que la mayoría de los cargos de la tarjeta --480.000 dólares-- no eran para gastos personales. Señaló que los cargos durante siete años ascendieron a menos de 6000 dólares al mes, que, según dijo, se utilizaron para gestionar dos iglesias y pagar renovaciones, mantenimiento y actos parroquiales.
En cuanto a los 120.000 dólares restantes, dijo que el obispo DiMarzio, su anterior jefe, había aprobado un sueldo anual adicional por el trabajo extra que realizaba para la diócesis. Monseñor Gigantiello dijo que la cantidad ascendía a 30.000 dólares anuales y que se le enviaba a través de la parroquia. Su abogado, Aidala, dijo que monseñor había pagado impuestos por todos sus ingresos.
En una entrevista, el obispo DiMarzio confirmó que, cuando monseñor Gigantiello asumió responsabilidades adicionales como vicario para el desarrollo, el obispo DiMarzio pidió que la junta estudiara la posibilidad de conceder al monseñor una compensación adicional.
El obispo dijo que no estaba seguro de la cantidad que se decidió. Pero el dinero "se envió a la parroquia y, en retrospectiva, debería habérsele enviado a él directamente", dijo. "Estaba destinado a su uso personal".
El obispo DiMarzio dijo esta semana que nadie de los implicados en la investigación diocesana sobre monseñor Gigantiello se había puesto en contacto con él para preguntarle por la retribución de monseñor.
"Es un gran trabajador y un sacerdote muy bueno", dijo el obispo DiMarzio. "Nunca he tenido ningún problema con él en 18 años. Ahora hay claramente un conflicto entre personalidades".
En las dos últimas semanas, ese conflicto ha creado otra extraña subtrama: un administrador enviado por el obispo Brennan para supervisar la parroquia de monseñor Gigantiello fue destituido de su cargo después de que este y otros le acusaran de utilizar términos como "padrino" y "la Mafia" para describir a los italianos.
Después de que monseñor entregara el video de vigilancia de la rectoría en el que se veía al hombre profiriendo los insultos, el obispo destituyó al administrador, pero reprendió al sacerdote por grabar conversaciones privadas. Ahora, los abogados discuten si el mayor pecado fueron los insultos o las grabaciones subrepticias.
Dejando huella
Un domingo reciente, en Nuestra Señora del Monte Carmelo, solo cabía gente de pie mientras monseñor Gigantiello oficiaba la misa vestido con elaborados ornamentos verdes y blancos.
Su servicio comenzó con una procesión de niños, y luego un fiel pronunció una lectura en italiano. Antes del sacramento de la comunión, se invitó al altar a los seres queridos de quien había fallecido este año para que encendieran velas. Monseñor Gigantiello añadió un poco de frivolidad dirigiendo a la congregación en el canto del "Cumpleaños feliz" a quienes cumplían años esa semana.
Antes de que concluyera el servicio, hubo anuncios, entre ellos el de un miembro del consejo parroquial. Hizo referencia a la tensión con el obispo y la diócesis. "No vamos a quedarnos parados y dejar que nadie --no me importa quién-- nos mangonee", dijo el concejal. "Apoyamos a nuestra iglesia y apoyamos a nuestro pastor". Gran parte de la congregación empezó a aplaudir.
Monseñor dijo que todo el drama le había dejado conmocionado y sin saber en quién confiar. "Es triste que el Departamento de Justicia te trate mejor y con más respeto que tu propio obispo", dijo.
Pase lo que pase, ha dejado su impronta en la parroquia. En una pared de una sala de recreo de Nuestra Señora del Monte Carmelo hay un mural que él encargó. Muestra al monseñor Gigantiello de pie sobre un grupo de feligreses, alzando los brazos hacia el cielo.
Katherine Rosman cubre la actualidad, el poder y las personas que dejan huella en la ciudad de Nueva York. Más de Katherine Rosman
(Amir Hamja/The New York Times)
Muchos feligreses de la Anunciación de la Bienaventurada Virgen María, en la foto, y de Nuestra Señora del Monte Carmelo veneran a monseñor Gigantiello. (Amir Hamja/The New York Times)