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La persona más rica del mundo, no muy conocida por su humildad, está aprendiendo la despiadada política cortesana del círculo íntimo de Donald Trump, y su influencia final sigue siendo una incógnita.
Durante los primeros 53 años de su vida, Elon Musk apenas pasó tiempo con Donald Trump. Luego, a partir de la noche del 5 de noviembre, básicamente no pasó tiempo sin él.
Y así, Musk, más que cualquier otro actor clave en la transición presidencial, se encuentra en un entrenamiento intensivo para aprender la política cortesana del círculo íntimo de Trump. Para la persona más rica del mundo --no muy conocida por su humildad o su paciencia-- es un reto de ingeniería social mucho más difícil y menos familiar que la fabricación pesada o la ciencia de cohetes.
Abundan las dudas sobre si se graduará en 2028 con un título de cuatro años en Trumpismo: en este momento, en Washington y Silicon Valley, es como un juego de salón especular cuánto durará la relación Musk-Trump. La respuesta, como te dirán los asesores descartados del primer mandato de Trump, puede depender de la capacidad de Musk para aplacar al jefe y mantener un perfil relativamente bajo, pero también para apuñalar a un rival cuando llegue el momento.
En resumen, cómo jugar a la política en el mundo de Trump.
La mayoría de las personas que rodean actualmente a Trump en la transición son ayudantes curtidos en batallas anteriores o amigos personales desde hace décadas. Musk no es ni lo uno ni lo otro. Lo que aporta en cambio son sus 200 millones de seguidores en X y los aproximadamente 200 millones de dólares que gastó para ayudar a elegir a Trump. Ambas cosas han impresionado mucho al presidente electo. Trump, asombrado por la disposición de Musk a despedir al 80 por ciento del personal de X, ha dicho que el multimillonario de la tecnología ayudará a dirigir un Departamento de Eficiencia Gubernamental junto con Vivek Ramaswamy.
Durante la última semana, Musk ha mantenido su rutina de amigos con Trump, acompañándolo a casi todas las reuniones en Mar-a-Lago, así como a un combate de la UFC. El martes, llevó al presidente electo al valle del Río Grande en Texas para un lanzamiento de SpaceX.
En las reuniones privadas en Mar-a-Lago, Musk muestra poca familiaridad con la política o los posibles miembros del personal que se discuten, pero vuelve repetidamente a un punto central: lo que se necesita, dice, es una "reforma radical" del gobierno y "reformadores" que sean capaces de ejecutar cambios radicales, según dos personas informadas de las reuniones, que insistieron en mantener el anonimato para describir las conversaciones internas.
El miércoles, Musk, quien a menudo critica a los principales medios de comunicación, escribió un ensayo en The Wall Street Journal con Ramaswamy en el que detallaba más su plan para la nueva agencia a la que llaman DOGE.
Musk no ha sido especialmente agresivo a la hora de proponer sus nombres preferidos para puestos gubernamentales. Pero su órbita en el mundo de la tecnología está envalentonada y se considera influyente.
Mick Mulvaney, quien se desempeñó como segundo jefe de personal de Trump y ahora trabaja en una firma de cabildeo, Actum, ha dicho a sus clientes que es probable que los ejecutivos tecnológicos tengan un acceso extraordinario.
"Elon Musk, Marc Andreessen, David Sacks, Joe Lonsdale y otros líderes tecnológicos están influyendo en los preparativos de Trump para su segundo mandato, algo que ningún otro líder empresarial ha podido hacer a este nivel en pasadas elecciones presidenciales", se lee en una presentación compartida por Mulvaney con clientes, que fue vista por The New York Times.
Pero Mulvaney, ex director de la Oficina de Administración y Presupuesto, ha sonado escéptico sobre la capacidad de Musk para cumplir con sus recortes presupuestarios prometidos.
Recientemente dijo a sus clientes en una llamada con unas 70 personas que Musk descubriría que "ir a Marte es más fácil", según una persona que estaba escuchando y describió la llamada. Mulvaney, añadió la persona, dijo que no preveía un cambio total de la forma en que el gobierno federal hacía negocios, y que dudaba que Musk se quedara para conseguirlo.
Los líderes tecnológicos a los que Mulvaney hizo referencia sí están firmemente involucrados en la transición.
Varios amigos de Musk han sido vistos en Mar-a-Lago en los últimos días, entre ellos Andreessen, Lonsdale y Ken Howery. Lonsdale, uno de los fundadores de Palantir, ha contado a sus colegas que se le consideró para varios puestos, entre ellos el de secretario de Educación, pero que renunció a seguir adelante, pues quería dedicarse a su carrera empresarial y a la filantropía privada. Sacks, otro amigo de Musk, también se ha involucrado en la transición de Trump, participando en llamadas y pasando tiempo en Mar-a-Lago en los últimos días, según dos personas informadas de sus actividades.
Otros ejecutivos del sector tecnológico se han apresurado a negociar presentaciones con Musk o sus representantes. En todo Silicon Valley hay un gran interés por formar parte del Departamento de Eficiencia Gubernamental. Brian Armstrong, el director ejecutivo de Coinbase, esta semana describió esa labor en las redes sociales como "una oportunidad única en la vida para aumentar la libertad económica en EE. UU. y reducir el tamaño del gobierno a una medida saludable". Musk ha estado sondeando a sus amigos para ver si están interesados en desempeñar funciones formales en el gobierno, según una persona informada de sus contactos.
Musk presionó con éxito para que Brendan Carr, un republicano, fuera elegido para dirigir la Comisión Federal de Comunicaciones -- una "gran elección", escribió el multimillonario tras el anuncio--, aunque Carr siempre había sido visto como el favorito. Además, Musk ha presionado a Trump para que traiga de vuelta a Russell T. Vought, otro director de presupuesto en el primer mandato de Trump, según una persona informada sobre el asunto.
Pero el historial inicial de Musk también tiene sus manchas. Presionó para que Emil Michael, un ex alto ejecutivo de Uber, fuera el próximo secretario de Transporte, solo para que Michael perdiera ante Sean Duffy, un excongresista de Wisconsin. Duffy contaba con el apoyo de Susie Wiles, que será jefa de gabinete de Trump en enero, y de Reince Priebus, antiguo jefe de gabinete del presidente electo, según una persona informada del proceso.
Musk también presionó públicamente a Trump para que eligiera a Howard Lutnick, director ejecutivo de Cantor Fitzgerald, como secretario del Tesoro. Al final, el presidente electo se negó y eligió a Lutnick como secretario de Comercio. Además, Musk defendió a capa y espada al exrepresentante por Florida, Matt Gaetz, quien el jueves se retiró como candidato de Trump a fiscal general.
Los colaboradores de Trump están divididos sobre el papel de Musk. Algunos lo ven como relativamente inofensivo, y es cercano a Stephen Miller, un alto asesor político. A otros les molesta su presencia casi constante en Mar-a-Lago, especialmente dada su falta de historia personal con Trump.
Así que es notable que Musk haya parecido preocupado por la percepción de su influencia. El miércoles, en respuesta a un titular que lo describía como el "confidente más cercano" de Trump, el multimillonario tecnológico se desvivió en elogios hacia "la gran cantidad de gente leal y buena en Mar-a-Lago que ha trabajado para él durante muchos años".
"Para ser claros, aunque he ofrecido mi opinión sobre algunos candidatos al gabinete, muchas selecciones se producen sin mi conocimiento y las decisiones son 100% del Presidente", escribió en X.
Parecía el reconocimiento de una lección bien conocida en el mundo Trump: no eclipses al jefe. Al menos si quieres quedarte un tiempo.
¿El consejo de Mulvaney para Musk? Sé franco con Trump, porque "hay mucha gente que sentirá la necesidad de darle la razón todo el tiempo".
"Lo que hace que Musk sea un asesor tan valioso", dijo Mulvaney al Times en una entrevista, "es que tiene suficiente dinero --y suficientes otras cosas que hacer-- que está en una situación única para ser el portador de noticias honestas. Más que quizás ninguna otra persona en el planeta, no necesita ese trabajo".
Ryan Mac, Maggie Haberman y Jonathan Swan colaboraron con la reportería.
Theodore Schleifer es un reportero del Times que cubre la financiación de campañas y la influencia de los multimillonarios en la política estadounidense. Más de Theodore Schleifer
Ryan Mac, Maggie Haberman y Jonathan Swan colaboraron con la reportería.
La mayoría de las personas que rodean actualmente al presidente electo Donald Trump son ayudantes que le demostraron su valía en luchas pasadas, o amigos personales desde hace décadas. Elon Musk no es ni lo uno ni lo otro, pero aporta su propio megáfono y su inmensa riqueza. (Haiyun Jiang/The New York Times)
Trump y Musk asistieron a un combate de la UFC en el Madison Square Garden este mes. (Al Drago/The New York Times)