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El presidente electo Donald Trump citó repetidamente el caso de Riley en su campaña a favor de la deportación masiva de millones de personas indocumentadas.
Un migrante venezolano de 26 años fue declarado culpable el miércoles de asesinar a Laken Riley, una estudiante de enfermería de Georgia cuyo caso ha mencionado repetidamente el presidente electo Donald Trump en su campaña en favor de la deportación masiva de millones de personas indocumentadas.
Riley, de 22 años, fue atacada en febrero mientras corría por un sendero del campus de la Universidad de Georgia en Athens. Un día después, las autoridades acusaron a José Antonio Ibarra, migrante que había entrado ilegalmente en el país, en relación con el asesinato.
Ibarra se enfrentaba a numerosos cargos, entre ellos asesinato doloso y agresión agravada con intento de violación.
El juez H. Patrick Haggard del Tribunal Superior Estatal del condado de Athens-Clarke lo declaró culpable y lo condenó a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional tras un juicio sin jurado de cuatro días. El juez Haggard anunció el veredicto solo unos minutos después de que los abogados concluyeran sus alegatos, repitiendo la declaración anterior del fiscal de que las "pruebas eran abrumadoras y contundentes".
El juez, en lugar de un jurado, decidió el caso a petición de los abogados de Ibarra, después de que intentaron sin éxito trasladar el caso fuera de Athens. El miércoles, los abogados de Ibarra dijeron que su decisión de solicitar un juicio sin jurado se basaba en la preocupación de que un jurado de Athens no pudiera examinar las pruebas desapasionadamente.
Durante meses, el nombre de Riley fue invocado por los conservadores, quienes argumentaban que su muerte había sido el resultado del fracaso del gobierno de Joe Biden a la hora de asegurar las fronteras de la nación. En campaña, Trump llamó "monstruo" a Ibarra. La representante Marjorie Taylor Greene, republicana por Georgia, interrumpió al presidente Biden durante su discurso del Estado de la Unión, incitándole a que abordara el caso.
En una publicación en las redes sociales el miércoles por la tarde, Trump escribió en parte: "Te queremos, Laken, y nuestros corazones siempre estarán contigo. Es hora de asegurar nuestra frontera y expulsar a estos criminales y matones de nuestro país, ¡para que nada como esto pueda volver a ocurrir!".
Durante el juicio, los fiscales eludieron en gran medida las cuestiones relacionadas con la condición de inmigrante de Ibarra. En cambio, se enfocaron en el 22 de febrero, presentando a Ibarra como un depredador que esa mañana había salido a la caza de mujeres y a Riley como una víctima que se cruzó en su camino.
Los fiscales describieron un angustioso forcejeo en el que Riley intentó zafarse de su agresor, clavándole las uñas en los brazos y el cuello, dejándole profundos arañazos. Después, los fiscales dijeron que Ibarra la arrastró fuera del sendero para correr, donde la estranguló y la golpeó en la cabeza con una piedra, utilizándola "como si fuera un martillo", dijo Sheila Ross, fiscala especial encargada del caso, en su alegato final.
"Las pruebas de este caso", añadió, "han dicho alto y claro que es el asesino de Laken Riley".
Los abogados de Ibarra argumentaron que las pruebas contra él eran circunstanciales y no concluyentes, y que su hermano, Diego Ibarra, con quien compartía apartamento en Athens, podría haber sido el culpable. Sus abogados alegaron que Diego Ibarra era más alto y más atlético que su hermano.
"José era bajo, era regordete", dijo Kaitlyn Beck, una de las abogadas de la defensa, en su alegato final.
"Ella era rápida, podría haberle dejado atrás", añadió Beck, refiriéndose a Riley. "Pero hay otro sospechoso en este caso que es más alto, que está más en forma físicamente".
Los fiscales se apoyaron en la tecnología, incluidos los datos de los teléfonos móviles y los datos de seguimiento de un reloj de correr, para proporcionar un relato detallado del ataque y de la frenética búsqueda mientras los compañeros de departamento de Riley y las autoridades intentaban encontrarla aquella mañana.
Riley había salido a correr poco después de las 9 a. m., escuchando música y corriendo a gran velocidad. Pero unos 10 minutos después, activó la función de emergencia de su iPhone y llamó al 911. La línea permaneció en silencio durante casi un minuto antes de que se oyera a un hombre decir "Yo tengo" en español, según una grabación mejorada por los investigadores.
A las 9:28 a. m., el reloj inteligente de Riley ya no detectaba los latidos de su corazón.
Ella y sus compañeras de casa compartían la ubicación de sus teléfonos y utilizaron esa información para intentar encontrarla.
Un agente de policía del campus encontró su cuerpo sobre las 12:30 p. m. La habían arrastrado unos 20 metros desde el sendero, donde estaba cubierta con hojas.
Los investigadores relacionaron a Ibarra con el ataque gracias a la huella de un pulgar que se encontró en la pantalla del teléfono de Riley y a la cámara del timbre de un complejo de apartamentos cercano al lugar del crimen, que captó a un hombre parecido a Ibarra arrojando una chaqueta a un contenedor de basura. La chaqueta tenía pelo largo y oscuro y manchas de sangre.
Los abogados de Ibarra argumentaron que podría haber sido su hermano quien hubiera tirado la chaqueta, y que Ibarra no fue la única persona que utilizaba el teléfono móvil en el que se basaron los investigadores para situarlo cerca del lugar de los hechos.
Los fiscales dijeron que las pruebas de ADN encontradas bajo las uñas de Riley demostraban que Ibarra había sido su agresor.
Durante el juicio, Ross dijo que Ibarra había salido aquella mañana para acechar mujeres. También fue declarado culpable el miércoles de un cargo de "mirón" derivado de su merodeo fuera de la casa de otra mujer antes de dirigirse al sendero donde encontró a Riley.
El asesinato inquietó profundamente a Athens, sede del campus principal de la Universidad de Georgia. Pero el caso se elevó rápidamente tras la detención de Ibarra, cuando los funcionarios electos se centraron en su condición de migrante y en sus anteriores interacciones con las fuerzas de seguridad.
Ibarra fue detenido por agentes de la Patrulla Fronteriza cuando ingresó al país en 2022 cerca de El Paso, según funcionarios federales. Como muchos migrantes, fue puesto en libertad con un permiso temporal para permanecer en el país, y se dirigió en un principio a Nueva York. El año pasado se trasladó a Athens porque su hermano vivía allí, según el testimonio durante el juicio.
Anteriormente había sido detenido en Nueva York por conducir un escúter sin licencia y con un menor que no llevaba casco, y de nuevo en relación con un caso de hurto en Georgia.
El gobernador de Georgia, el republicano Brian Kemp, dijo que el resultado suponía un poco de justicia. "Las políticas de fronteras abiertas le fallaron a Laken Riley, y el veredicto de hoy es un recordatorio de que la seguridad de nuestras comunidades debe seguir siendo nuestra prioridad número 1", dijo en un comunicado.
En el tribunal, el miércoles por la tarde, familiares y amigos de Riley se presentaron ante el juez Haggard, uno tras otro, compartiendo la angustia que ha llenado sus vidas en los meses transcurridos desde el ataque.
"José Ibarra no se apiadó de mi niña asustada, que luchó, presa del pánico", dijo Allyson Phillips, su madre. "El dolor, el sufrimiento y la pérdida que hemos experimentado no tienen fin".
Rick Rojas es el jefe de buró del Times en Atlanta, y lidera la cobertura del sur de Estados Unidos. Más de Rick Rojas