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Un plátano pegado a una pared, la obra conceptual "Comedian" de Maurizio Cattelan, es al mismo tiempo una sátira del mercado del arte y una sensación mediática.
Un plátano que durante años ha suscitado polémica en el mundo del arte se vendió por 6,2 millones de dólares con comisiones en la subasta de arte contemporáneo de Sotheby's celebrada el miércoles por la noche. Se convirtió en la que posiblemente sea la fruta más cara del mundo, aunque probablemente se irá a la basura en un par de días.
El plátano es la estrella de una obra de arte conceptual de 2019, Comedian, del conocido bromista Maurizio Cattelan, que está pensado para ir pegado con cinta adhesiva a la pared. Viene con un certificado de autenticidad e instrucciones de instalación para que los propietarios puedan sustituir el plátano --si lo desean-- cuando se pudra. Cinco minutos de rápida puja, que había comenzado en 800.000 dólares, terminaron cuando el criptoempresario de origen chino Justin Sun hizo la oferta ganadora, superando a otros seis rivales, lo que los expertos dijeron que era una señal de que incluso un mercado en aprietos gastaría a lo grande en espectáculo.
"Los rendimientos del mercado se han mantenido estables o han disminuido en la última década", dijo Michael Moses, quien sigue el potencial de inversión de las obras de arte para sus clientes. "Es un activo fascinante porque puedes obtener tanta alegría de él que la gente está dispuesta a aceptar rendimientos más bajos. Con la alegría no se juega".
De hecho, Sun dijo en un comunicado que la obra de Cattelan "representa un fenómeno cultural que tiende un puente entre los mundos del arte, los memes y la comunidad de criptomonedas".
El empresario, que presenció la subasta desde Hong Kong, añadió que "en los próximos días, me comeré personalmente el plátano como parte de esta experiencia artística única, honrando su lugar tanto en la historia del arte como en la cultura popular".
En una llamada telefónica, predijo que, desde la elección de Donald Trump y el aumento del valor de las criptomonedas, "creo que seguiremos viendo grandes compras de arte por parte de la comunidad cripto".
La obra de Cattelan apareció por primera vez en Art Basel Miami Beach, donde la Galería Perrotin vendió tres ediciones de Comedian por 120.000 a 150.000 dólares cada una. Pero la multitud demostró estar alborotada y un artista de performance, David Datuna, arrancó la fruta de la pared y se la comió. En Sotheby's, el plátano volvió con un estimado de entre 1 y 1,5 millones de dólares, pero el precio de remate final --5,2 millones de dólares que, más las comisiones de la casa de subastas, ascendieron a un total de 6,2 millones de dólares-- sextuplicó su estimado más bajo.
La obra se convirtió en una sensación mediática y apareció en la portada del New York Post. Algunos críticos fueron más generosos que la prensa sensacionalista. En el New York Times, Jason Farago explicó que el título Comedian es irónico, "porque Cattelan, como todos los mejores payasos, es un hombre trágico que hace que nuestras certezas sean tan resbaladizas como una cáscara de plátano".
Por aquel entonces, el artista dijo que concebía su obra como un golpe satírico a la especulación del mercado, planteando la pregunta: "¿En función de qué adquiere valor un objeto en el sistema del arte?". En una reciente entrevista por correo electrónico, añadió: "La subasta será la cúspide de su carrera. Estoy ansioso por ver cuáles serán las respuestas".
De fruta de puesto a realeza de subasta
El plátano Dole que estaba pegado a la pared de Sotheby's el miércoles por la noche fue comprado ese mismo día en un puesto de fruta cercano, en el Upper East Side de Manhattan, por 35 centavos. El encargado del puesto era un hombre de Bangladés que no dio su nombre y dijo que no sabía que uno de sus plátanos se estaba vendiendo por varios miles de veces su precio original.
"Apuesto a que el personal de Sotheby's está deseando dejar de tener que escuchar chistes sobre plátanos y fingir que es la primera vez que los oyen", dijo el asesor de arte David Norman. "¡Debe ser insoportable!".
El plátano también fue objeto de escrutinio a principios de este mes, cuando un ejecutivo de Sotheby's, Michael Bouhanna, lanzó de forma anónima una criptomoneda con el nombre de la obra de arte satírica. Algunos comerciantes de internet lo acusaron de utilizar información privilegiada de la casa de subastas para beneficiarse económicamente del aumento de precio del token. Bouhanna negó las acusaciones, afirmando en un comunicado que "opté por lanzar el token de forma anónima al no querer asociarlo con mi perfil personal o afiliaciones profesionales".
Unas horas antes de que comenzara la subasta, la criptomoneda --conocida en internet como memecoin por su valor volátil-- tenía una capitalización de mercado de casi 214 millones de dólares. (Bouhanna se negó a decir, a través de un portavoz, cuál era su participación financiera personal en el token).
Dos hombres que compitieron en la guerra de pujas, y que llegaron hasta unos 2,5 millones de dólares, habían invertido en la criptomoneda de Bouhanna. Uno de ellos, Theodore Bi, calificó la obra de "una idea que cualquiera puede respaldar" y dijo que tenía la intención de regalársela a Elon Musk.
Sun, el ganador, es el fundador de Tron, una criptodivisa. El año pasado se presentaron cargos en su contra por la venta no registrada de valores de criptoactivos, así como de prácticas manipuladoras que crearon la falsa apariencia de un gran interés en sus monedas digitales por parte de los inversores. La Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. también acusó a ocho personas famosas, entre ellas la actriz Lindsay Lohan, de promocionar ilegalmente las criptodivisas de Sun. Sun ha impugnado las acusaciones, alegando en una presentación judicial que la Comisión aplicó erróneamente la ley y no tiene jurisdicción.
Sun nació en China y también tiene nacionalidad granadina, y fue durante un tiempo embajador de Granada ante la Organización Mundial del Comercio. Todavía utiliza el honorífico "su excelencia" en el sitio web de Tron. En entrevistas, ha dicho que se sintió fascinado por el negocio de las criptomonedas tras estudiar en la Universidad de Pensilvania. Ha gastado millones en arte tradicional y digital y su colección va desde una escultura de Alberto Giacometti de 1947, adquirida en una subasta por 78,4 millones de dólares en 2021, hasta una NFT de una roca mascota de casi 600.000 dólares.
Un espectáculo en una venta poco prometedora
Cattelan, de 64 años, instaló en 2016 un inodoro de oro macizo en un baño del Museo Guggenheim y en una ocasión pegó con cinta adhesiva a su propio comerciante de arte a la pared de una galería. Ha criticado a menudo el mercado del arte, afirmando que las subastas son injustas para los artistas, pues no suelen salir beneficiados (salvo por la publicidad). "Lo que me molesta es que, tras la primera venta, el artista deja de obtener ganancias cuando la obra cambia de manos", dijo en una entrevista. "Las casas de subastas y los coleccionistas se llevan los beneficios, mientras que el creador, quien fabrica el objeto que impulsa el mercado, queda fuera".
El plátano fue el último de los 10 lotes vendidos el miércoles en la sección "Ahora" de la venta de arte contemporáneo de dos secciones de Sotheby's, que alcanzó un total de 16,5 millones de dólares, muy por encima del estimado combinado máximo de 12 millones de dólares. En comparación, la subasta "Ahora" equivalente de 2022 --el último año de auge para el mercado del arte-- tuvo 23 lotes y recaudó 72,9 millones de dólares.
Moses, analista financiero, dijo que comprar el plátano sería una apuesta arriesgada desde el punto de vista de la inversión; pocas obras de arte con valor de conmoción han obtenido rendimientos positivos en subastas repetidas. "El comprador tiene que estar alimentando la utilidad de la alegría, porque no me queda claro que esto vaya a ser una adición a la utilidad de la riqueza", dijo.
Chris Buckley, Julia Halperin y Scott Reyburn colaboraron con la reportería.
Zachary Small es periodista del Times y escribe sobre la relación del mundo del arte con el dinero, la política y la tecnología. Más de Zachary Small