Amazon JungleGlobal WarmingBiden, Joseph R JrBrazilAmazon RiverManaus (Brazil)Environment
El presidente recorrió la selva tropical y prometió a Brasil fondos para iniciativas medioambientales, a pesar de que el gobierno de Trump parece dispuesto a hacerlas retroceder.
El presidente Joe Biden prometió nueva ayuda financiera para proteger la Amazonia, la mayor selva tropical del planeta, durante una visita a Brasil el domingo, haciendo un último esfuerzo para combatir el cambio climático antes de que el presidente electo Donald Trump vuelva al poder en enero.
Tras un recorrido aéreo por uno de los ecosistemas más diversos del mundo, Biden firmó una proclama declarando cada 17 de noviembre Día Internacional de la Conservación y prometió que Estados Unidos destinaría millones de dólares en toda la Amazonia a restaurar tierras, plantar especies arbóreas autóctonas, apoyar los esfuerzos de biodiversidad y aumentar los programas de eficiencia de los fertilizantes. Era la primera vez que un presidente estadounidense en ejercicio visitaba la Amazonia.
"A menudo se dice que la Amazonia es el pulmón del mundo", dijo Biden durante una breve parada en Manaos, una bulliciosa ciudad de dos millones de habitantes enclavada en el corazón de la selva tropical. "Pero, en mi opinión, nuestra selva y nuestras maravillas nacionales son el corazón y el alma del mundo", añadió. "La selva amazónica se construyó a lo largo de 15 millones de años. Quince millones de años de historia nos observan literalmente ahora".
Volando a baja altura en su helicóptero Marine One a través de la inmensa copa de los árboles, Biden recorrió el Río Negro, donde sus oscuras aguas se encuentran con el marrón turbio del principal río Amazonas. Desde su helicóptero, el presidente pudo ver un refugio de vida salvaje, la erosión de la costa, los daños causados por los incendios y los barcos varados, según un mapa de la zona facilitado por la Casa Blanca.
Pero sus iniciativas pueden ser efímeras. Los activistas medioambientales se preparan para una drástica sacudida de la política exterior estadounidense bajo el mandato de Trump, quien se ha opuesto enérgicamente a la cooperación internacional en materia de cambio climático. Ha prometido abandonar los compromisos mundiales y deshacer muchas de las promesas medioambientales de Biden.
Trump ha dicho que retirará a Estados Unidos --por segunda vez-- del histórico Acuerdo de París sobre el clima, cuyo objetivo es frenar las emisiones que calientan el planeta y frenar el aumento de las temperaturas. Ha prometido "perforar, perforar y perforar" en busca de petróleo y gas, y ha nombrado a Chris Wright, un ejecutivo del sector de los combustibles fósiles que ha afirmado que "no hay crisis climática", para dirigir el Departamento de Energía.
Altos funcionarios de medio ambiente de la Casa Blanca dijeron el domingo que parte de la financiación federal para proteger la Amazonia seguiría adelante antes de que Trump tome posesión, pero no toda.
En sus declaraciones, Biden reconoció la amenaza de Trump sin utilizar su nombre directamente. Pero expresó su confianza en que ni siquiera su sucesor sería capaz de detener los esfuerzos para proteger el clima que también promueven el empleo y ayudan a mejorar la vida de las personas en todo el mundo.
"Es cierto que algunos pueden tratar de negar o retrasar la revolución de la energía limpia que está en marcha en Estados Unidos", dijo Biden. "Pero nadie --nadie-- puede revertirla. Nadie".
"La cuestión ahora", dijo, "es qué gobierno se interpondrá en el camino y cuál aprovechará la enorme oportunidad económica".
Un rechazo estadounidense a la agenda climática mundial llegaría en un momento crucial en la lucha por contener el aumento de las temperaturas. Las investigaciones demuestran que la Tierra ya se ha calentado considerablemente, y que la última década ha sido la más calurosa jamás registrada.
Biden ha instado a los países ricos, responsables de la mayor parte de las emisiones mundiales, a que ayuden a financiar programas en los países más pobres, donde los efectos de los cambios climáticos suelen ser más graves.
En 2021, Estados Unidos fue uno de los más de 140 países que se comprometieron a poner fin a la deforestación para 2030. El año pasado, Biden también prometió 500 millones de dólares en cinco años para luchar contra la deforestación en Brasil, aunque el plan ha encontrado resistencia en el Congreso y, hasta ahora, el país sudamericano solo ha recibido alrededor del 10 por ciento de los fondos.
"El presidente ha hablado con frecuencia de la importancia del liderazgo estadounidense en la protección de la Amazonia y otros bosques tropicales", dijo Nigel Purvis, director ejecutivo de la consultora Climate Advisers.
La selva amazónica desempeña un papel crucial en la regulación del clima del planeta. Comparada por los científicos con un "aire acondicionado gigante", la Amazonia reduce las temperaturas, genera precipitaciones y almacena grandes cantidades de gases que calientan el planeta.
Tras aterrizar en Manaos el domingo, Biden bajó del avión bajo el sol abrasador del mediodía, con aspecto relajado y optimista. Acompañado por su hija, su nieta y sus ayudantes, permaneció en la pista antes de subir a uno de los siete helicópteros que le esperaban para realizar el recorrido aéreo.
Biden contempló la inmensidad de la selva tropical y el impacto del cambio climático en el Museo de la Amazonia, un espacio de exposiciones y jardín botánico de Manaos. Fue recibido por tres mujeres indígenas con tocados tradicionales que cantaban y agitaban maracas al ritmo de una canción ancestral. En lo alto, los guacamayos sobrevolaban las copas de los árboles y sus ruidosos graznidos resonaban por toda la selva.
En las últimas décadas, se han arrasado y quemado franjas de la Amazonia para dar paso a ranchos ganaderos y granjas de soya. Esto libera carbono y reduce la capacidad de la selva para capturarlo, lo que supone un doble golpe a los esfuerzos por frenar las emisiones.
A medida que avanza la destrucción, partes de la selva tropical han empezado a emitir más carbono del que almacenan. Y un atisbo de un futuro de sequías recurrentes ha sacudido a los países de la cuenca del Amazonas, agostando tramos del río más grande del mundo, provocando escasez de electricidad y dejando varadas a las aldeas indígenas.
Cada vez son más los estudios que advierten de que, si no se controla, la deforestación podría llevar a la Amazonia a un punto de inflexión que la transformaría de una exuberante selva tropical en una sabana de pastizales.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, también ha insistido en la necesidad de que los países más ricos aporten fondos para ayudar a preservar la selva amazónica, dos tercios de la cual se encuentran en Brasil. En una entrevista concedida este mes a la CNN, instó a Trump a "pensar como un habitante del planeta Tierra" a la hora de diseñar sus políticas climáticas.
Desde Manaos, Biden se dirigirá a Río de Janeiro, donde se unirá a una cumbre de líderes del Grupo de los 20.
Allí, es probable que los aliados de Biden aprovechen la última gira del presidente por el extranjero para fijar alianzas sobre el clima y otros objetivos comunes, aunque solo sea como gestos simbólicos que pueden desaparecer cuando Trump vuelva al poder.
Catrin Einhorn colaboró con reportería.
Michael D. Shear es corresponsal en la Casa Blanca de The New York Times y cubre al presidente Biden y su gobierno. Ha reportado sobre política durante más de 30 años. Más de Michael D. Shear
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