MoviesEmilia Perez (Movie)Audiard, JacquesGascon, Karla SofiaSaldana, ZoeGomez, Selena
Jacques Audiard ha creado al personaje principal de su nuevo musical para sobresaltar y divertir, pero es la interpretación de Karla Sofía Gascón la que centra y fundamenta la historia. Zoe Saldaña también brilla.
En la chispeante y desconcertante Emilia Pérez, el director Jacques Audiard te lanza tantas cosas --fotos sangrientas de escenas de crimen, un amenazador jefe de cártel, una Zoe Saldaña que canta y baila-- que casi no te atreves a pestañear. Ambientada en gran parte en la actual Ciudad de México, la trepidante historia sigue a Rita (una muy buena Saldaña), una abogada atribulada, a quien contrata un poderoso capo de la droga, Manitas (una maravillosa Karla Sofía Gascón), para un trabajo inusual. Manitas, quien se presenta como hombre pero se identifica como mujer, quiere ayuda para obtener clandestinamente una operación quirúrgica de reafirmación de género y para arreglar algunas de las complicaciones derivadas de una tarea violenta.
A Audiard, cineasta francés y favorito de la crítica con una serie de créditos impresionantes, le gusta cambiar. Le gustan las personas y las historias marginales, aunque se siente especialmente atraído por las historias criminales; gran parte de una de sus mejores películas, Un profeta, transcurre en la cárcel. También le gusta entrar y salir de los géneros jugando con sus convenciones y, a veces, socavándolas, adoptando una heterodoxia que puede extenderse a sus personajes. El protagonista de De latir mi corazón se ha parado, por ejemplo, es un auténtico matón, pero también un aspirante a concertista de piano que, en un momento dado, se presenta en un recital ensangrentado tras haber estado a punto de matar a otro hombre a golpes.
Las complicaciones de Emilia Pérez surgen en rápida sucesión. Tras el trepidante comienzo --que incluye un juicio por asesinato, un veredicto injusto y dos números musicales--, unos desconocidos armados conducen a Rita a un lugar secreto, con la cabeza cubierta. Al poco tiempo, está sentada en un camión, cara a cara con Manitas, un jefe con tatuajes faciales, un peinado de raya en medio y un susurro amenazador. Manitas pronuncia un rap entrecortado y desafinado que promete a Rita "considerables sumas de dinero" a cambio de su ayuda. "Quiero ser una mujer", revela Manitas sotto voce a través de unos labios suaves y una boca llena de dientes de oro.
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Rita acepta ayudar, aunque hay pocos indicios de que pueda negarse a la petición de Manitas. Para ello, Rita empieza a viajar por todo el mundo en busca de un cirujano discreto y dispuesto a ayudar a Manitas, una expedición que, en una de sus paradas, la encuentra en una clínica de Bangkok de forma circular donde ella, el equipo quirúrgico y los pacientes vestidos y vendados no tardan en cantar y hacer poses. Mientras Rita y un cirujano discuten las opciones para Manitas, el médico empieza a cantar palabras como "mamoplastia", "vaginoplastia" y "laringoplastia", que los demás recogen como estribillo. Mientras los cuerpos y la cámara giran en el interior de la clínica, Audiard pasa a una toma aérea de las instalaciones, sacando exuberantemente el Busby Berkeley que lleva dentro.
Los números de canto y baile --la partitura y las canciones son de Clément Ducol y Camille, y la coreografía de Damien Jalet-- van de lo íntimo a lo exagerado, y se integran a lo largo de toda la película. La mayoría parecen manifestaciones de pensamientos privados, como en uno de los primeros números, en el que Rita expresa en voz alta el argumento de un juicio que está preparando mentalmente mientras está en una tienda de comestibles. Cuando sale a la noche enjoyada de la ciudad, la recibe un creciente rumor de voces de transeúntes que corean "subiendo y bajando". A medida que avanza, sus palabras se transforman en canciones, sus movimientos se estilizan y los transeúntes se convierten en un conjunto. A continuación, Audiard empieza a introducir imágenes de Rita tecleando en un ordenador portátil mientras canta.
Al principio, este cambio entre las realidades interior y exterior, entre el mundo ostensiblemente material del México contemporáneo y el mundo metafísico de los personajes, resulta chocante y divertido. Desde el principio, la película te engancha por sus giros bruscos, por cómo se desvía hacia lugares que, tonal, narrativa y emocionalmente, no esperas. Sin embargo, aunque Audiard ya ha combinado productivamente géneros clásicos y sensibilidades actuales, incluso los números más personales y confesionales aportan aquí poco más que novedad. Resulta galvanizante cuando Rita canta una canción --a sí misma, a nosotros-- sobre la corrupción de los líderes mexicanos reunidos en un banquete, pero solo porque la película está reconociendo un mundo que, por lo demás, utiliza como escenario de fantasía.
Audiard mantiene constantemente el ritmo acelerado que ha marcado desde el principio, y en poco tiempo Rita está disfrutando de su sueldo del cártel y una Manitas fuertemente vendada se despierta en una clínica en el extranjero. Adopta un nuevo nombre, Emilia Pérez, para acompañar a su nuevo ser. Sin embargo, la cuestión de si se ha transformado del todo es un interrogante que Audiard plantea tímidamente durante el resto de la película, que se vuelve exponencialmente más ajetreada y melodramática. Un factor que complica las cosas es la mujer de Manitas, Jessi (Selena Gómez, que también canta y baila), a quien Emilia ha dejado pero con quien ahora se congracia para ver a sus hijos. Audiard también introduce un par de intereses amorosos que engrosan la trama: Adriana Paz como Epifanía y Edgar Ramírez como Gustavo.
El ritmo acelerado de la película, los bombazos que detonan rápidamente y las elipsis estratégicas --sabes más del amor de Emilia por sus hijos que, por ejemplo, de cuántas personas asesinó como jefa de un cártel-- dan a la historia un impulso desestabilizador y un suspenso creciente. Esto es aún más cierto cuando, tras una pausa ("cuatro años después"), el centro de atención pasa de Rita a Emilia, quien parece haber salido de una telenovela de Pedro Almodóvar y Douglas Sirk. Reasentada en México con recursos aparentemente infinitos, Emilia se transforma de nuevo, esta vez en una benévola protectora de las víctimas de la violencia de los cárteles, un hecho que introduce una sacudida de horrible realidad, que esta película maneja como otro excéntrico giro argumental.
Es una lástima, sobre todo porque Saldaña y Gascón son muy atractivas y sinceras. Se merecen algo mejor, sobre todo Gascón, una actriz trans que dota a Emilia de una elegancia de gran dama, pero también de una lúcida expresividad que te permite ver las emociones conflictivas que laten bajo su piel. Audiard ha creado un elaborado marco para Emilia, cuyo deseo de convertirse en su verdadero ser resulta conmovedor. La suya es a la vez una verdad personal y un nuevo tipo de búsqueda heroica, que el mundo fuera de la pantalla ha politizado grotescamente. Audiard ha creado a Emilia para sobresaltar y divertir, pero es la interpretación de Gascón la que centra y fundamenta la historia, y es la actriz quien finalmente da a la película lo que realmente está en juego. Ella es su corazón y su alma.
Emilia PérezClasificada R por cártel y violencia doméstica. Duración: 2 horas 12 minutos. Ver en Netflix. Manohla Dargis es la crítica de cine principal del Times. Más de Manohla Dargis