BoxingWomen and GirlsSerrano, Amanda (1988- )Taylor, Katie (1986- )Tyson, MikeTaylor, PaulShields, ClaressaNetflix IncArlington (Tex)
Las rivalidades encarnizadas son la piedra angular del boxeo. Pero Taylor y Serrano, quienes pelearán por el título de campeona el viernes en Netflix, hacen las cosas de otra forma.
Cuando Katie Taylor derrotó a Amanda Serrano en el Madison Square Garden hace dos años, en lo que se anunció como el mayor combate de boxeo femenino de la historia, las peticiones de revancha empezaron antes de que el sudor y la sangre tuvieran siquiera la oportunidad de secarse.
Había nacido una nueva rivalidad. Los aficionados y los expertos querían más. Pero las provocaciones que son sinónimo de boxeo estuvieron ausentes en gran medida.
Eso fue en abril de 2022. El viernes por la noche, Taylor y Serrano tendrán por fin la revancha en un escenario aún más grande, Netflix, y bajo unos nombres titulares aún más grandes: Mike Tyson y Jake Paul.
Y, sin embargo, las palabras provocadoras han sido escasas, al menos en lo que respecta a Taylor y Serrano.
"Definitivamente se trata de negocios, respeto a todas mis oponentes", dijo Serrano, de 36 años, en una entrevista reciente. "Respeto a cualquier mujer que practique este deporte, que suba al cuadrilátero y reciba puñetazos en la cara. Este deporte no es fácil".
"Nos respetamos mutuamente", dijo Taylor, de 38 años, "porque conozco la valentía que hace falta para subir al cuadrilátero".
Las rivalidades feroces son una piedra angular del boxeo. El odio mutuo construye una línea argumental en torno a una pelea que los promotores y los medios de comunicación mantienen y fomentan.
Pero Taylor y Serrano, quienes compiten por el título de peso superligero, no son boxeadoras típicas.
Ambas rehúyen los reflectores, a pesar de haber sido arrastradas por la exagerada campaña publicitaria previa a la pelea que rodea a Tyson y Paul. Se rumora que Taylor y Serrano podrían cobrar una suma de siete cifras por lo que se espera que sea la pelea de boxeo femenino mejor pagada de la historia, solo superada por su combate de 2022 en el Garden en el que se agotaron las entradas. En aquella ocasión Taylor ganó por una decisión dividida y cada una cobró alrededor de un millón de dólares. (Los promotores no quisieron hablar del premio de su revancha).
En lugar de crear un circo, Taylor y Serrano se apoyan en la calidad de sus habilidades para atraer la atención hacia su deporte, así como en el apoyo financiero de Most Valuable Promotions, la empresa de Paul, que organiza el combate en el AT&T Stadium de Arlington, Texas, sede de los Dallas Cowboys.
En muchos sentidos, Taylor y Serrano brindan legitimidad al evento principal. Son dos de las mejores peleadoras libra por libra del mundo, y pelearán justo antes de que Paul, una rimbombante estrella infantil que se convirtió en influente de redes sociales, se enfrente a Tyson, un excampeón mundial indiscutible de 58 años.
Taylor, originaria de Irlanda, llega al encuentro como campeona indiscutible de peso superligero, con un récord de 23-1. Serrano, quien creció en Puerto Rico y Brooklyn, sube al ring con un récord de 47-2-1 y 31 nocauts.
"Taylor y Serrano son la pelea en serio, pero no son el evento principal", dijo Malissa Smith, autora de The Promise of Women's Boxing. Cuando Taylor y Serrano boxearon la primera vez, dijo Smith, "se anunciaba como la mejor pelea, no como la rivalidad desagradable".
Serrano, como muchas mujeres en el boxeo, empezó con sueldos bajos de tres y cuatro cifras. Taylor se disfrazó de chico cuando era más joven para participar en eventos de boxeo amateur porque las chicas tenían prohibido competir.
Jaime Schultz, profesor de kinesiología en Penn State, dijo que, a partir de la década de 2010, las mujeres deportistas abrazaron dos ideas en apariencia contradictorias: que pueden ser feroces rivales en el contexto de su disciplina y, al mismo tiempo, promover el deporte femenino en su totalidad.
"Hay una especie de sentido de la solidaridad en el deporte femenino: si vamos a avanzar, estamos juntas en esto, nos caigamos bien o mal", dijo Schultz.
Pero la idea de una acalorada rivalidad deportiva entre mujeres va en contra de estereotipos profundamente sexistas, dijo Anne Tjonndal, profesora de Sociología del deporte en la Universidad Nord de Noruega y excampeona de boxeo de peso ligero.
"Por supuesto que se les permite ser rivales y competir, pero se espera que sean mucho más amables al respecto", dijo Tjonndal, y añadió que las mujeres "reciben más comentarios negativos".
"Sigue sin ser tan atractivo para las boxeadoras adoptar este tipo de personaje", dijo.
En cambio, Tjonndal argumentó que habría que dar la vuelta a la cuestión de la rivalidad en el deporte femenino: "¿No es bueno que haya boxeadoras profesionales que ganen dinero y atraigan la atención sin jugar este tipo de narrativa infantil?", dijo.
Pero para las boxeadoras, a veces no hay elección. Dar vida a una rivalidad forma parte del negocio de Claressa Shields, de 29 años, ganadora de dos medallas de oro olímpicas que ha obtenido varios títulos, entre ellos el de la división de peso pesado.
"Tengo que vender las peleas y conseguir traseros para las butacas, y hacer que sean muy entretenidas", dijo. "Pero sobre todo se trata de diversión".
Cuando llega el momento de promocionar un combate, dijo: "Nadie quiere ver una pelea con dos chicas abrazándose y besándose en una rueda de prensa".
En lugar de eso, dijo: "Se trata de dos chicas que de verdad no se caen bien, que se enfrentan, que se provocan y que son de dos lados opuestos del mundo. A la gente le intriga saber que hay algo de historia. Siempre hace que la pelea sea más grande".
Laila Ali, de 46 años, hija de Muhammad Ali, adoptó un enfoque similar durante sus años en el cuadrilátero. La rivalidad es natural, dijo, sobre todo cuando está en juego el legado de tu familia: una de sus mayores rivales fue Jacqui Frazier, cuyo padre, el excampeón de los pesos pesados Joe Frazier, se definió por su épica rivalidad con el patriarca de los Ali.
"Es lo que hace que el deporte sea divertido, es lo que nos mueve como seres humanos", dijo Ali, añadiendo que nunca fue amable con sus oponentes, incluida Jacqui Frazier. "Eso no funciona conmigo. No voy a ser tu amiga porque estoy intentando arrancarte la cabeza".
Para Ali, la rivalidad en el boxeo femenino tiene menos que ver con las presiones sociales y más con los recursos. Mientras más se invierta en el boxeo femenino, habrá más rivalidades, dijo.
"Eso es lo que realmente crea la rivalidad", dijo. "Cuando tienes a dos personas que se considera que están al mismo nivel, con dos estilos diferentes, y dan un gran espectáculo y todo el mundo se va con la sensación de que ambas han ganado y quieren volver a verlo, eso es lo que hace grandes a las rivalidades".
Remy Tumin es reportera del Times y cubre noticias de última hora y otros temas. Más de Remy Tumin