Biden y Xi se encuentran en Perú bajo la incertidumbre de un futuro con Trump

Reportajes Especiales - News

Guardar

International RelationsUnited States International RelationsPresidential Election of 2024Biden, Joseph R JrXi JinpingLima (Peru)

Los dos líderes se reunirán en Perú, país en el que China ha ido ampliando su influencia, en lo que se ha traducido como un desafío a Estados Unidos en su propio hemisferio.

El presidente Joe Biden de Estados Unidos y el máximo dirigente chino, Xi Jinping, llevan años discutiendo sobre cómo debe configurarse el mundo.

Biden, que ha descrito a Xi como un "dictador", ha dicho que la preservación de la democracia era el "desafío definitorio de nuestra era". Xi ha acusado a Estados Unidos de ser la "mayor fuente de caos" del mundo y ha advertido contra las peligrosas ideas liberales occidentales.

Ahora, cuando ambos se reúnan probablemente por última vez como líderes mundiales en Perú el sábado, la visión del mundo de Biden pareciera ser la que está en retirada. El presidente de Estados Unidos sale de la escena mundial con su legado disminuido después de que los estadounidenses votaran para que Donald Trump volviera al poder.

Xi, por su parte, sigue siendo el líder más poderoso de China desde Mao Zedong,sin límites de mandato y rodeado de funcionarios leales. Le ha achacado los problemas económicos de China a la "contención" estadounidense. Ha ampliado la influencia de Pekín en todo el mundo, incluso en territorios cercanos a Estados Unidos, un punto que Xi recalcó esta semana al inaugurar un puerto de aguas profundas de 3500 millones de dólares financiado por China al comienzo de su visita a Perú.

El gobierno de Biden afirma que el presidente quiere aprovechar la reunión de Perú, al margen del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, para increpar a Xi sobre el hackeo informático chino, las violaciones a los derechos humanos y las amenazas contra Taiwán. Es poco probable que Xi, que se ha resistido a recibir lecciones de Occidente, preste mucha atención a Biden, y podría considerar el contraste de posiciones políticas como una reivindicación de sus puntos de vista.

"Es probable que una parte de Xi haya celebrado en privado la derrota de los demócratas en Estados Unidos como una muestra de la fortaleza del sistema chino", dijo Steve Tsang, director del Instituto SOAS China de Londres. "Es probable que en su reunión bilateral con Biden se limite a seguir lo que se espera. Es casi seguro que no hará ninguna concesión significativa a Biden en nada".

El futuro de la emblemática política de Biden hacia China, que se centra en competir sin entrar en conflicto y en reunir a las democracias afines para contrarrestar a Pekín, no está claro. Es probable que Xi reitere que el mundo es lo suficientemente grande para ambas superpotencias y que deben llevarse bien, en una señal al presidente electo Trump, quien tiene predilección por la confrontación y ha prometido imponer fuertes aranceles a China.

China sabe que "después de que Trump asuma el cargo, es muy probable que muchas de las promesas hechas por Biden, muchas de las políticas adoptadas o medidas implementadas sean completamente revertidas", dijo Xin Qiang, subdirector del Centro de Estudios Americanos de la Universidad de Fudan en Shanghái. Cuando el poder cambia de manos en Estados Unidos, la política exterior del país se ha vuelto cada vez más inconsistente, dijo Xin, como "panqueque de ajonjolí que se voltean" en una plancha caliente.

Y después de que Trump asuma el poder, la relación entre los países podría volverse más volátil. Sus candidatos para los puestos más altos de su gobierno --incluidos el representante Michael Waltz para asesor de seguridad nacional y el senador Marco Rubio para secretario de Estado-- son conocidos por haber pasado años pensando en la mejor manera de presionar a Pekín y cambiar su comportamiento.

"Durante el primer mandato de Trump, los chinos se burlaron del presidente Trump y de la democracia estadounidense", dijo Yun Sun, director del programa de China en el Centro Stimson en Washington. "Esta vez se lo están tomando mucho más en serio".

A medida que se ha intensificado la competencia entre las dos superpotencias, aumentando la preocupación por una guerra o una crisis económica, Xi ha tratado de demostrar que está poniendo de su parte para mantener la paz con Estados Unidos en aras de la estabilidad mundial.

Aunque Biden adoptó muchas de las duras medidas del gobierno de Trump, lo hizo añadiendo una intensa diplomacia. A eso se le atribuye el mérito de haber contribuido a evitar que una rivalidad que abarca el poderío militar, la tecnología, el comercio y el espacio derivara en un conflicto. Pero las fricciones siguen acumulándose: esta semana, Estados Unidos acusó a China de una vasta campaña de hackeo informático contra empresas de telecomunicaciones estadounidenses, una denuncia que China rechazó y calificó de desinformación.

La pregunta que se cierne sobre Trump mientras se prepara para asumir el cargo es si buscará fomentar lazos estables con Xi. Las tensiones en torno a las reivindicaciones chinas en el mar de China Meridional y sobre Taiwán, así como el apoyo de Pekín a Rusia, convierten las relaciones entre Pekín y Washington en un campo minado que podría sumir rápidamente al mundo en una crisis.

Para Xi, su viaje a Sudamérica --también irá a Brasil-- es también una oportunidad de afirmar que China es una fuerza de estabilidad frente a la imprevisibilidad de Trump. Y puede que no haya ningún lugar más indicado para que China muestre su músculo geopolítico que Sudamérica, dada la proximidad de la región a Estados Unidos y su esfera de influencia.

China ha cortejado agresivamente a Perú durante la última década, sustituyendo a Estados Unidos como primer socio comercial del país en 2014. China afirma que Perú, que cuenta con una importante población de ascendencia china, es el segundo mayor receptor de inversión china en América Latina. En julio, una delegación militar china desfiló por primera vez en el desfile del Día de la Independencia de Perú, junto con las delegaciones sudamericanas que participan tradicionalmente.

"China aprecia su tradicional amistad con Perú", dijo Xi el jueves al reunirse con la presidenta Dina Boluarte, destacando que era su tercer encuentro en un año. También habló apasionadamente de los vínculos entre las civilizaciones inca y china.

Más tarde, los dos líderes inauguraron ceremonialmente el puerto respaldado por China en la ciudad de Chancay, a 65 kilómetros al norte de Lima. El acto virtual contó con imágenes de drones del complejo, una extensa instalación a lo largo de la costa del Pacífico equipada con gigantescas grúas azules que llevan el nombre de la mayor naviera estatal china. Xi también visitó la base aérea del Callao, en Lima.

La creciente cercanía de China con Perú pone de relieve la estrategia china de cortejar a las potencias más pequeñas, especialmente a las que se sienten desatendidas por Estados Unidos y sus aliados.

Pero la influencia de China en el país ha suscitado preocupación. Las acusaciones de corrupción han salpicado varios contratos obtenidos por empresas chinas. Washington ha advertido de que el puerto de Chancay podría ser utilizado algún día por buques de guerra chinos para amenazar a Estados Unidos.

El año pasado, la general Laura J. Richardson, del ejército estadounidense, ya retirada, advirtió que China estaba "bajo nuestras narices" debido a sus inversiones en Sudamérica. Entre ellas figuran redes de telecomunicaciones, ferrocarriles e infraestructuras espaciales.

"Están en la línea de 20 yardas de nuestra patria", dijo.

Berry Wang colaboró con reportería desde Hong Kong.Berry Wang colaboró con reportería desde Hong Kong.

Guardar