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La situación de seguridad del país se ha deteriorado aun más desde el lunes, cuando al menos tres aviones fueron tiroteados, lo que obligó a cerrar el aeropuerto principal.
El pasado fin de semana, los líderes de las bandas haitianas acudieron a las redes sociales y prometieron problemas.
Los cumplieron.
"Si son imprudentes en las calles, pagarán las consecuencias a partir de mañana", dijo el domingo Joseph Wilson, líder de una banda conocido como Lanmou Sanjou, en un mensaje grabado que circuló ampliamente.
Habló en nombre de Viv Ansanm --una coalición de bandas con el apodo eufemístico de "Vivir Juntos"-- que ha sembrado el terror en Haití durante los últimos meses, y juró que estaría "en las calles".
En 48 horas, al menos tres aviones estadounidenses habían sido tiroteados, lo que obligó a cerrar el aeropuerto internacional Toussaint Louverture de Puerto Príncipe, la capital de Haití, y dejó varados a pasajeros de todo el mundo.
La Administración Federal de Aviación suspendió todos los vuelos estadounidenses a Haití durante 30 días, y American Airlines dijo que no volvería al país hasta febrero como mínimo. Incluso se suspendieron los vuelos humanitarios de las Naciones Unidas.
Los estragos no se limitaron al aeropuerto: Deborah Pierre, uróloga, murió tiroteada el martes al entrar en su coche en Puerto Príncipe, y su padre, dentista, resultó herido, dijo su antiguo jefe en el sur de Florida, Angelo Gousse.
Médicos Sin Fronteras anunció que la policía detuvo a sus empleados el lunes y que una turba de vigilantes les arrojó gases lacrimógenos. Los pacientes heridos que transportaban en una ambulancia --supuestos miembros de una banda-- fueron asesinados.
En medio de toda esta agitación, el lunes por la tarde un nuevo primer ministro juró su cargo para sustituir al que fue destituido el domingo, tras menos de seis meses en el cargo.
Casi seis meses después de que cientos de policías kenianos llegaran a Haití en una misión patrocinada por Estados Unidos para restablecer el orden, la crisis ha empeorado repentinamente.
Las bandas del país, de forma descarnada, han demostrado que son una fuerza a tener en cuenta y que los esfuerzos por acabar con ellas han sido en gran medida inútiles.
Con un nuevo presidente estadounidense que ha hecho comentarios despectivos sobre Haití a punto de tomar posesión, la situación es cada vez más grave e incierta.
"No estamos como al principio, sino peor", dijo la hermana Paésie Philippe, monja francesa que dirige escuelas para niños de la calle en Cité Soleil, un barrio pobre de la capital. "Más zonas han sido tomadas por las bandas, más personas han tenido que marcharse y huir de sus casas y se han quedado sin hogar. La situación no es mejor".
Casi 4500 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares solo en los dos últimos días, según la Organización Internacional para las Migraciones, una agencia de la ONU.
La hermana Paésie regresaba a Puerto Príncipe de un viaje a Boise, Idaho, cuando el lunes se produjeron disparos contra un vuelo de Spirit Airlines de Fort Lauderdale a Puerto Príncipe, y su vuelo de conexión fue cancelado. Ahora está varada en Nueva York, pero decidida a llegar a casa para asistir a una ceremonia de comunión este fin de semana.
"Mis niños me esperan allí", dijo.
Haití lleva más de tres años sumido en el caos, desde que su último presidente, Jovenel Moïse, fue asesinado en su casa. Las bandas llenaron el vacío de poder, apoderándose de carreteras y puertos, matando y secuestrando a su antojo.
La crisis empeoró este año, cuando bandas rivales unieron sus fuerzas y atacaron comisarías, liberaron a presos de las cárceles y se apoderaron de barrios enteros. Naciones Unidas ha dicho que las bandas controlan el 85 por ciento de la capital.
Se creó un consejo presidencial de transición de nueve miembros para gobernar el país hasta que puedan celebrarse las elecciones previstas para finales de 2025, pero la frágil coalición formada para gobernar ha empezado a desgastarse.
El portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Matthew Miller, hizo pública una declaración que incluía una crítica apenas velada de los juegos de poder a los que se achaca ampliamente la agitación política.
"Las necesidades agudas e inmediatas del pueblo haitiano exigen que el gobierno de transición dé prioridad a la gobernabilidad por encima de los intereses personales contrapuestos de los actores políticos", dijo Miller.
Leslie Voltaire, presidenta del consejo de transición, dijo que las bandas habían actuado tras el despido del primer ministro, percibiendo un vacío de poder y una oportunidad.
"Pensaron que había un vacío, así que intentaron llenarlo", dijo Voltaire en una entrevista el miércoles por la noche. "Pero en cuanto vean que hay un nuevo primer ministro, que hay un nuevo sheriff en la ciudad, creo que serán menos agresivos".
Voltaire añadió que espera trabajar con la FAA para conseguir la reapertura del aeropuerto y que el gobierno planea "enormes represalias" contra las bandas haitianas.
En un comunicado emitido el martes, el consejo que dirige declaró que "Los autores de estos actos atroces serán perseguidos y llevados ante la justicia", en referencia al tiroteo de los aviones, la quema de propiedades y los recientes asesinatos en la capital.
"Creo que las bandas están mostrando su poder para ver hasta dónde pueden llegar sin que Estados Unidos haga nada al respecto", dijo Wolf Pamphile, fundador de Haiti Policy House, instituto de investigación en Washington.
Subrayando el poder que las bandas ejercen en Haití, los analistas señalaron que incluso el embajador estadounidense, Dennis Hankins, reconoció que la embajada de Estados Unidos está en comunicación con ellas.
"De vez en cuando, hay contactos con las bandas, y para nosotros se trata de controlar la seguridad en la región de la embajada", declaró Hankins recientemente a Haitian News TV Metropole.
En un comunicado, el Departamento de Estado estadounidense dijo que los comentarios del embajador han sido "objeto de malinterpretación".
"Desde luego, no negociamos con las bandas", decía el comunicado. "Estamos centrados en combatir a las bandas y promover la seguridad en Haití mediante apoyo logístico y financiero a la Policía Nacional de Haití y a la misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad". (La misión es el nombre formal de la fuerza dirigida por Kenia).
Debido al fuerte aumento de la violencia esta semana, la embajada está actualmente cerrada al público. El embajador se encontraba fuera del país cuando se cerró el aeropuerto, y no ha podido regresar.
Estados Unidos sigue siendo, de lejos, el mayor financiador de la fuerza internacional enviada para ayudar a restablecer el orden. La fuerza, compuesta en su mayor parte por agentes de policía kenianos, ha estado infradotada de fondos y personal, lo que ha dejado a la población decepcionada por sus resultados.
Los expertos afirman que el hecho de que la fuerza de seguridad multinacional no consiguiera grandes victorias de inmediato, como retomar los barrios controlados por las bandas, dio a estas la confianza necesaria para resurgir, tras una breve retirada.
Los ataques del lunes contra aviones estadounidenses fueron probablemente un esfuerzo de la coalición de bandas para demostrar su potencia y ganar influencia, dijeron los expertos.
"Creo que esencialmente están intentando conseguir el poder o, al menos, negociar para conseguirlo", dijo Robert Fatton Jr, profesor de gobierno y asuntos exteriores de la Universidad de Virginia. "En última instancia, si la situación se deteriora aun más, estarán en condiciones de negociar, les guste o no".
Un portavoz de la misión policial no respondió a las solicitudes de comentarios. El comandante de la misión, en un comunicado de prensa emitido el lunes, dijo que sus fuerzas estaban saliendo de su "fase de despliegue".
La misión, según su comandante, puede señalar algunos logros, como la recuperación de carreteras y la interrupción de las actividades de las bandas.
"Nos comprometemos a que Haití recupere su gloria", escribió el comandante Godfrey Otunge.
Se esperaba que otros 600 policías llegaran pronto a Haití, pero no está claro si sus desplazamientos se verán obstaculizados por el cierre del aeropuerto.
Louis-Henri Mars, quien dirige una organización de consolidación de la paz, Lakou Lapè, en Puerto Príncipe, dijo que la Policía Nacional de Haití no tenía capacidad para derrotar a las bandas, y coincidió en que la misión keniana había esperado demasiado para empezar a actuar con firmeza.
"Estoy muy preocupado", dijo Mars. "No podemos salir de la ciudad por tierra ni por aire. Ahora mismo estamos en una prisión al aire libre".
Con los vuelos cancelados en un futuro próximo, las organizaciones sin fines de lucro que prestan asistencia sanitaria y alimentos a millones de haitianos temen que la crisis de seguridad estalle en una emergencia alimentaria y sanitaria.
Con 700.000 personas obligadas a abandonar sus hogares por la violencia en los últimos años, Naciones Unidas ya ha advertido de la existencia de focos de condiciones "similares a la hambruna".
Tras el ataque del lunes contra su personal y sus pacientes, Christophe Garnier, jefe de la misión de Médicos Sin Fronteras en Haití, dijo que la organización estaba evaluando seriamente sus operaciones.
"Todo el mundo tiene miedo", dijo Garnier. "Si todos los países extranjeros, como el mío o el tuyo, decidieran prestar el apoyo adecuado, la estabilidad podría funcionar. Esto dependerá de la política internacional".
David C. Adams y André Paultre colaboró con reportería.
Frances Robles es una reportera del Times que cubre América Latina y el Caribe. Lleva más de 25 años informando sobre la región. Más de Frances Robles.
David C. Adams y André Paultre colaboró con reportería.