Presidential Election of 2024Polls and Public OpinionTrump, Donald JHarris, Kamala DUnited States Politics and Government
Un análisis de los probables resultados que, en retrospectiva, podrían parecer obvios.
Las elecciones de 2024 se presentan reñidas y muy inciertas.
¿Por qué? Sobre el papel, ninguna de las partes debería ganar.
Para los demócratas, es un reto de manual. En la última encuesta nacional del New York Times/Siena College, solo el 40 por ciento de los votantes aprobaba la actuación del presidente Joe Biden, y solo el 28 por ciento de los votantes decía que el país iba en la dirección correcta. Ningún partido ha conservado nunca el control de la Casa Blanca cuando una proporción tan pequeña de estadounidenses piensa que el país va bien.
El reto para Donald Trump es mucho más inusual, pero igualmente obvio: es un delincuente que intentó anular las últimas elecciones. Normalmente, esto sería descalificante, y Trump aún enfrenta varios casos penales más.
Por si fuera poco, cada bando tiene otra gran vulnerabilidad (en gran medida autoinfligida) en un tema importante: el aborto para los republicanos, la inmigración para los demócratas.
No obstante, uno de los candidatos ganará.
Si el resultado final se asemeja a las encuestas, todos los puntos fuertes y débiles se anularán más o menos, dando lugar a otras elecciones reñidas. Sin embargo, hay razones para pensar que la contienda podría terminar de una u otra manera. Puede que las encuestas muestren ahora unas elecciones ajustadas, pero podrían equivocarse en ambos sentidos. Incluso si las encuestas son mejores en este ciclo, los votantes podrían decidir de forma sumaria que las responsabilidades de un bando son más importantes cuando se dirijan a las urnas.
He aquí cuatro escenarios de lo que podría ocurrir en estas elecciones. Todos son plausibles, tanto así que cada uno de ellos podría parecer obvio en retrospectiva.
El repudio
Si Kamala Harris gana por una gran diferencia, deberíamos haberlo visto venir desde el principio.
Los demócratas han ganado elección tras elección desde la sorprendente victoria de Trump en 2016. Le ganaron en 2020, y podría decirse que les ha ido incluso mejor desde el 6 de enero. Han sobresalido en elecciones especiales y han tenido un rendimiento superior en las elecciones intermedias (dada la tendencia a una reacción negativa a mitad de mandato contra el partido que ocupa la presidencia). Incluso les ha ido bien en las primarias del estado de Washington, una especie de día de la marmota para los adictos a la política.
Sí, el electorado desconfía del statu quo, pero las reglas habituales no se aplican desde el 6 de enero y la decisión de la Corte Suprema de anular Roe contra Wade. Si la gente acude a las urnas pensando en el aborto, el 6 de enero y las amenazas a la democracia --como ha ocurrido en los últimos años-- Harris podría ganar de forma decisiva. En la última encuesta nacional del Times/Siena, Harris tenía una ventaja de 13 puntos porcentuales sobre el aborto y de 7 puntos sobre la democracia.
¿Podría Trump ser repudiado con una derrota decisiva? Es difícilmente descartable. Por un lado, existe la posibilidad de que los encuestadores hayan sobrecompensado por no haber logrado llegar a sus partidarios en las elecciones más recientes.
Por otro, la fuerza de Trump descansa sobre un terreno inestable. Tiene que conseguir que los votantes jóvenes, negros e hispanos desafectos voten a un candidato muy diferente del que habrían votado en el pasado. Si estos votantes vuelven a Harris o simplemente no acuden, la carrera podría cambiar rápidamente.
Y, por último, la carrera se inclinó hacia la democracia en la recta final. Esto se debe en parte a que la propia elección plantea naturalmente preguntas sobre si Trump y sus aliados aceptarán los resultados. Trump ha llamado la atención sobre el tema con comentarios sobre el uso de los militares contra un "enemigo interno." Su exjefe de gabinete John Kelly también dijo recientemente que Trump encajaba en la definición de fascista.
No haría falta mucho para que las elecciones se sintieran como una victoria aplastante para Harris. Si superara sus números en las encuestas por solo dos puntos, ganaría más de 300 votos en el Colegio Electoral. Teniendo en cuenta la situación de los demócratas hace unos meses, incluso una victoria modesta sería una victoria aplastante.
No hay ninguna razón por la que no pudiera superarlo incluso por más. Al fin y al cabo, los sondeos la muestran bastante bien entre los votantes blancos y de más edad, que para los demócratas suelen ser el gran reto. El sábado por la noche, el último sondeo de Selzer/Des Moines Register ofreció quizá la ilustración más llamativa hasta la fecha de esa fuerza potencial: Harris lideraba por tres puntos en Iowa, un estado sólidamente rojo. Puede que no resulte, pero ella puede quedar muy por debajo del "Iowa azul" y aun así contaría como un reproche decisivo al MAGA.
Si añadimos los márgenes demócratas habituales entre los votantes jóvenes, negros e hispanos a la fortaleza entre los votantes blancos de más edad, de repente se dan los ingredientes de una derrota. Las más recientes sondeos del Times/Siena la mostraron ganando a última hora exactamente entre estos grupos.
La repetición: 2020
En el país polarizado de hoy, ¿qué podría ser menos sorprendente que una casi repetición de las elecciones de 2020: otra elección reñida en los estados disputados, con pocos cambios desde hace cuatro años?
Después de todo, Trump se presenta a las elecciones por tercera vez consecutiva. Los votantes pueden vacilar, pero es fácil ver cómo podrían votar en su mayoría como lo hicieron la última vez, dando un resultado muy parecido al de 2020.
Eso es esencialmente lo que muestran hoy las encuestas: una pequeña diferencia de uno o dos puntos en los mismos siete estados disputados en los que Biden y Trump terminaron a pocos puntos de diferencia hace cuatro años.
Podría pensarse que una repetición en 2020 significa una victoria para Harris, pero no me refiero a eso. Ella podría ganar la "repetición 2020" de las elecciones, pero este escenario no se trata de una repetición exacta de las últimas elecciones. La carrera de 2020 estuvo tan reñida en el Colegio Electoral que no harían falta demasiados cambios para cambiar el resultado. Incluso una modesta caída en el apoyo o la participación de Harris entre los votantes jóvenes, negros o hispanos podría ser suficiente para poner a Trump por encima.
Biden ganó en Georgia, Arizona y Wisconsin por menos de un punto --en una repetición en 2020, Harris necesitaría al menos uno de esos estados para prevalecer--.
Harris podría ser una ligera favorita en un escenario de repetición en 2020. Pero gane quien gane, la elección sería muy reñida.
La repetición: 2022
De los cuatro escenarios, quizá este sea el más difícil de prever. Históricamente, no hay muchas razones para pensar que las elecciones intermedias tengan mucho valor predictivo para las siguientes elecciones presidenciales.
Sin embargo, las encuestas sugieren que las elecciones de 2024 podrían parecerse más a las de 2022 que a las de 2020: una elección en la que diferentes estados, regiones y grupos demográficos se inclinan significativamente, pero en diferentes direcciones.
Por un lado, las encuestas nacionales muestran una carrera mucho más reñida que hace cuatro años, aunque Harris sigue siendo competitiva en los principales campos de batalla. Esto es también lo que ocurrió en las elecciones legislativas de 2022, cuando los republicanos ganaron el voto popular pero tuvieron dificultades en los estados clave.
Por otra parte, muchos sondeos muestran que a Trump le va bien en los mismos lugares donde los republicanos destacaron en las elecciones de mitad de mandato, como en Nueva York y Florida. Por el contrario, Harris está mostrando más resiliencia en los estados relativamente blancos del norte, donde los demócratas sobresalieron en 2022.
¿Por qué las elecciones intermedias serían un presagio de un mapa electoral cambiante? Fueron las primeras elecciones después de la pandemia y toda la agitación que le siguió --incluyendo el 6 de enero, el fin de Roe, el debate sobre lo woke, un repunte de la delincuencia y el aumento de los precios. Muchas de estas cuestiones eran también profundamente personales, desde el cierre de escuelas y la obligación de vacunarse hasta la sensación de no poder comprar la primera vivienda.
A diferencia de muchos debates políticos nacionales, muchas de estas cuestiones se desarrollaron de forma diferente en cada estado. En Nueva York, el derecho al aborto estaba protegido por el gobierno demócrata, pero una ola de delincuencia afectó al metro y los nuevos inmigrantes sobrecargaron los recursos de la ciudad. En Michigan, mientras tanto, el movimiento "Stop the steal" ("Detengan el robo") hacía estragos y el fin del caso Roe contra Wade amenazaba el derecho al aborto.
O puede que a Harris le esté yendo realmente bien en estados como Iowa o Nebraska, donde los votantes se han centrado en los excesos republicanos y en la prohibición del aborto, incluso cuando el éxito de los demócratas en Wisconsin y Michigan ayudó extrañamente a quitar el aborto de la mesa.
Otro factor: la campaña. Mientras que los votantes de tendencia demócrata pueden descargar su frustración con el statu quo votando en Nueva York o California, los votantes de Pensilvania o Michigan podrían tener una perspectiva diferente. En estos estados clave, los demócratas han gastado millones en anuncios, han llamado a miles de puertas y los propios votantes saben lo que está en juego. En un momento en que los demócratas cuentan con que los votantes dejen a un lado sus frustraciones con el statu quo, puede que la campaña sea exactamente lo que diferencie a los campos de batalla del resto del país.
Tanto si se repite en 2022 como en 2020, la conclusión es la misma: unas elecciones muy reñidas en las que cualquiera de los dos bandos puede imponerse. Consideremos que los republicanos ganaron el voto popular de la Cámara en estados con más de 270 votos electorales en 2022, incluso cuando los demócratas ganaron las carreras clave del Senado.
Aun así, las diferencias entre una repetición en 2020 y 2022 importan. En el escenario de 2022, Harris tendría muchas menos posibilidades de ganar el voto popular. También podría enfrentarse a un reto mayor en los estados disputados relativamente diversos del Cinturón del sol, como Georgia o Arizona. Sin el Cinturón del sol, sus posibilidades se reducirían a ganar en Michigan, Wisconsin y Pensilvania. Es posible, pero es una tarea difícil.
La realineación
Si Trump gana a lo grande, deberíamos haberlo visto venir desde el principio.
En teoría, estas elecciones deberían ser una victoria republicana. Después de todo, el índice de aprobación del presidente Biden está estancado en los altos 30 por ciento, los votantes están convencidos de que el país va en la dirección equivocada y no creen que la economía esté en buena forma. Son cifras perdedoras para el partido del presidente, y los partidos gobernantes han sido derrocados elección tras elección en todo el mundo.
Los indicios de una victoria republicana se han ido acumulando durante años. Por primera vez desde 2004, las encuestas de mayor calidad muestran a los republicanos con ventaja en la identificación con el partido. Las cifras de inscripción en el partido también han tendido significativamente hacia los republicanos, y los republicanos inscritos están a punto de superar a los demócratas en el electorado de noviembre en todos los estados disputados con inscripción en el partido: Pensilvania, Carolina del Norte, Arizona y Nevada.
Si bien a los demócratas les ha ido bien en las últimas elecciones de baja participación, ha sido sobre todo por su apoyo entre los votantes de alta participación. Es más probable que la base más desvinculada de Trump aparezca en estas elecciones de alta participación. Y, de hecho, en un estado tras otro, el voto anticipado es mucho más republicano que en el pasado. Los demócratas esperan contrarrestar con una mayor participación el día de las elecciones que en los últimos ciclos, pero si no lo hacen las elecciones podrían convertirse rápidamente en una derrota.
No, las encuestas no muestran un batacazo de Trump, pero ¿qué podría ser menos sorprendente que las encuestas subestimen a Trump, como lo hicieron en 2016 o 2020? Los encuestadores nunca encontraron una explicación convincente para lo que salió mal, y la más simple es que sencillamente no pueden llegar a suficientes partidarios menos comprometidos de Trump. A pesar de sus esfuerzos durante los últimos ocho años, puede que simplemente no haya solución para este problema.
En este escenario, la aparente fortaleza de Harris entre los votantes blancos y de mayor edad, o su resistencia en los campos de batalla del Medio Oeste, no es más que otro espejismo de las encuestas, exactamente en los mismos estados en los que las encuestas se equivocaron hace cuatro y ocho años. Si añadimos los avances de Trump entre los votantes jóvenes, negros e hispanos, el resultado es una victoria decisiva para él. Sería el comienzo de una nueva era política.
¿Es "realineación" una palabra demasiado fuerte? Si hablamos estrictamente de 2024, entonces sí. Sería más justo llamar a una victoria decisiva de Trump una "elección de cambio", como las de 1992 o 2008.
Pero si las tres elecciones de Trump se consideran colectivamente, la palabra que empieza con "R" debería estar en la conversación. El auge del populismo conservador de Trump ha transformado la política estadounidense. Ha redefinido el conflicto político básico entre los dos partidos. Ha provocado importantes cambios demográficos, primero con Trump ganando terreno entre la clase trabajadora blanca y ahora entre los votantes no blancos, mientras que los demócratas han ganado terreno entre los graduados universitarios blancos.
Si los cambios perduran después de Trump, los historiadores bien podrían mirar atrás y decir que el resultado de 2024 fue la culminación de la realineación populista que desencadenó hace una década.
Hace tiempo que está claro que el ascenso de Trump destruyó el Partido Republicano tal como lo conocíamos. Este escenario revelaría hasta qué punto destruyó también al Partido Demócrata tal como lo conocíamos.
Nate Cohn es el analista político jefe del Times. Cubre elecciones, opinión pública, demografía y encuestas. Más de Nate Cohn