FloodsRainSpainValencia (Spain)
Otras personas siguen desaparecidas, aunque no está claro cuántas. Los equipos de rescate temen encontrar más cuerpos, dijo la ministra de Defensa.
Cuando se produjeron algunas de las peores inundaciones repentinas de las últimas décadas en el este de España, Diego Hernández pasaba por la ciudad de Valencia de camino al funeral de su madre.
El martes por la noche, mientras él y su esposa conducían, una fina corriente de agua turbia empezó a aparecer bajo sus neumáticos. Pronto alcanzó casi un metro de altura y se acercó a la parte superior de sus asientos. En cuestión de segundos, otro automóvil se apiló encima del suyo.
La pareja huyó de su vehículo, al principio agarrados a un árbol, mientras cubos de basura, ruedas de automóviles, sofás y sillas se deslizaban por la furiosa crecida.
De acuerdo con Hernández, parecía ser como el apocalipsis.
No estaban solos. Miles de personas quedaron atrapadas de una forma u otra --en autos, camiones y casas-- por las fuertes lluvias que azotaron el sur de España a principios de esta semana.
El número de muertos creció a al menos 158 personas el jueves. Otras siguen desaparecidas y los equipos de rescate temían encontrar más cadáveres, dijo Margarita Robles, ministra de Defensa española, mientras excavaban más profundamente en el barro.
Algunas zonas del este y el sur de España recibieron entre un mes y un año de lluvia en un solo día, o incluso en ocho horas. Las lluvias cayeron hasta el jueves por la mañana, mientras ciudades y pueblos evaluaban los daños.
Algunos distritos de Valencia y Cataluña, en la costa este de España, permanecían en alerta máxima, y se esperaban más lluvias durante el día, dijo la agencia meteorológica nacional.
Miles de hogares seguían sin electricidad ni conexión telefónica, dijeron las autoridades. Más de una decena de municipios anunciaron que no tenían agua potable, dijeron los servicios de emergencia de Valencia.
El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, viajó a Valencia y se esperaba que visitara las zonas más afectadas, después de que el Gobierno declarara tres días de luto nacional. El líder del principal partido de oposición, Alberto Núñez Feijóo, también visitó las zonas.
"No os vamos a dejar solos", dijo Sánchez a los valencianos tras visitar un centro de coordinación de emergencias en Valencia. También instó a la gente a quedarse en casa, "porque así estaremos salvando vidas".
Miembros de la Unidad Militar de Emergencias, guardias civiles y policías participaban en la operación de búsqueda y rescate, dijo Sánchez.
El Rey Felipe VI de España también dio instrucciones a la Guardia Real para que se uniera a la operación de búsqueda y rescate. "Nos unimos a ellos en su dolor", dijo el rey.
Se ha confirmado la muerte de al menos 158 personas nada más en la región de Valencia, dijo en un comunicado el Centro de Coordinación de Emergencias de Valencia. Los gobiernos regionales de Castilla-La Mancha y Andalucía dijeron que tres personas habían muerto en esas zonas.
En la ciudad de Valencia, la capital de la región, y sus alrededores, el agua entró en los apartamentos de las plantas bajas y atrapó a algunos residentes. Inundó centros comerciales, refugios para perros e incluso una residencia de ancianos, matando a algunos de sus habitantes. Otras víctimas murieron en lugares donde no llovió, arrastradas por las violentas aguas.
El miércoles, mientras los forenses trabajaban para identificar los cadáveres, algunos de los pueblos más afectados seguían incomunicados, con las carreteras y puentes que los conectaban con el resto del país rotos o inundados por las lluvias repentinas.
Decenas de carreteras permanecen cerradas, incluidas las principales autopistas, dijo la Guardia Civil. Tres de las líneas del metro de Valencia se han derrumbado, y el servicio de trenes se suspenderá hasta tres semanas, dijo Óscar Puente, ministro de Transportes y Movilidad Sostenible.
Al evaluar los daños en Valencia, Puente, dijo que "toda la red de carreteras autonómicas está seriamente dañada".
Las autoridades han desplegado fuerzas de seguridad para impedir los saqueos. La Policía Nacional dijo que había detenido a 39 personas en una operación en la que las autoridades recuperaron "multitud de efectos sustraídos".
Miles de camiones y automóviles quedaron abandonados en las calles y carreteras, enterrados en gruesas capas de barro. Sus propietarios quedaron atrapados en refugios improvisados, incapaces de volver a casa. Había cuerpos atrapados en algunos vehículos, dijo el ministro de Transportes.
Toni Zamorano, de 59 años, estaba sentado en el suelo frente a un pabellón de baloncesto de Valencia convertido en dormitorio. El martes por la noche conducía hacia su casa cuando su vehículo se llenó de agua. Empujó la puerta y saltó al agua. A los pocos minutos, vio que su auto había quedado completamente cubierto de agua y se alejaba flotando.
De acuerdo con Zamorano, nadaba y caminaba por trechos. Estaba solo en un tramo de autopista inundada, con el agua hasta el pecho, mientras pasaban flotando sofás, computadoras y carros. Según Zamorano, los coches le parecían barcos y pensaba que ese era el fin.
Zamorano vive en el pueblo de Sedaví, a pocos kilómetros al sur de Valencia. Aún no ha podido volver a casa.
Explicó que en esos momentos, no sabía lo que se iba a encontrar. Creía que todo su pueblo debía estar devastado y no sabía cómo estaría su casa.
Las víctimas de las inundaciones en España recibirán un monto mínimo de 6000 euros, unos 6500 dólares, como parte de un paquete de ayuda anunciado por Carlos Mazón, el líder de la Comunidad Valenciana.
Hernández, de 56 años, no llegó al funeral de su madre. Su esposa consiguió agarrarse a una farola, pero él no, y fue arrastrado. Intentó agarrarse a neumáticos flotantes y postes hasta que consiguió entrar en un autobús que estaba atascado en la corriente. La parte superior del autobús aún estaba seca, se quitó la ropa mojada y se envolvió en sus cortinas.
Hacia las 4 a. m. del miércoles, los equipos de rescate vinieron a buscarlo. Durante horas, no supo qué le había ocurrido a su esposa.
No tenía su celular, y ninguno de los trabajadores de emergencias con los que habló tenía información alguna. Hernández y su esposa se conocían desde que ambos eran niños, y llevaban casados casi 30 años.
Finalmente, el miércoles por la mañana, llamó a su hermano y recibió la noticia que estaba esperando: ella estaba viva. También le reprochó no haberse agarrado a la farola como ella, dijo su hermano.
Hernández declaró entre risas que, si ella se estaba quejando de él, era señal de que estaba bien, mientras fumaba afuera de un pabellón deportivo con una sudadera del equipo de baloncesto local que le habían regalado los rescatadores.
En el interior, las ocho canchas se habían convertido en un dormitorio, con decenas de colchones colocados geométricamente bajo los tableros.
En Madrid, Ana de la Cuadra intercambiaba frenéticamente mensajes de texto con los miembros de su familia, quienes se encontraban atrapados en Catarroja, un pueblo al sur de Valencia.
Su hermana, Cristina de la Cuadra, le dijo por mensaje de texto que habían avisado que podrían recibir otra tromba de agua, acompañando sus mensajes con videos del agua de los ríos cayendo a borbotones por la calle. Y escribió que se encontraban en mal estado, sin agua ni electricidad.
Poco después, apagó su teléfono para conservar la batería.
Mark A. Walsh colaboró con reportería.
Emma Bubola es periodista del Times afincada en Roma. Más de Emma Bubola
Lynsey Chutel es periodista del Times afincada en Londres que cubre noticias de última hora en África, el Medio Oriente y Europa. Más de Lynsey Chutel
Mark A. Walsh colaboró con reportería.