¿Cinco? ¿Siete? ¿Cuántos continentes hay? La respuesta quizá no es la que esperas

The New York Times: Edición Español

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Avances recientes en las ciencias de la Tierra sugieren que la forma de contar las mayores masas de tierra de nuestro planeta está menos clara de lo que aprendimos en la escuela.

El mundo está dividido en siete continentes en total.

Si quieres que sea divertido, hagamos una lista musical,

Empezamos con el pequeñito y terminamos con el colosal…

En Estados Unidos, es muy posible que los niños vuelvan de la escuela cantando esa cancioncilla pegajosa, u otra parecida. Pero, ¿existen realmente siete continentes?

Cualquiera con un mapa puede ver que Asia y Europa están conectadas. Por eso se les suele llamar Eurasia. La división es bastante arbitraria, más cultural que científicamente definida. Entonces, ¿podríamos decir que en realidad solo hay seis continentes?

Es solo el primer paso resbaloso sobre una pendiente bien engrasada. ¿Qué pasa con América del Norte y Asia?

Están conectados por el estrecho de Bering, antaño tierra seca atravesada por el hombre e inundada solo en un pasado geológicamente reciente. Técnicamente, Asia, Norteamérica y Europa son un solo continente. ¿Eso significa que solo hay cinco?

Otros expertos sostienen que cinco, seis y siete son erróneos y abogan por ocho continentes. Incluso hay quien llega a decir que solo hay dos.

Escondida dentro de la simplicidad de la canción, existe una ilusión de acuerdo general sobre el número de continentes.

La disputa surge en parte porque en realidad hay dos tipos de continentes: los que reconocen las culturas de todo el mundo y los que reconocen los geólogos. Las culturas pueden definir un continente como quieran, mientras que los geólogos tienen que utilizar una definición. Y la investigación geológica de los últimos años ha hecho que la definición de los límites continentales sea menos sencilla de lo que parecía, ya que los investigadores han encontrado pruebas de material continental inesperado.

"Esto despierta un gran interés porque tiene importantes implicaciones para nuestra comprensión de los mecanismos de separación de los continentes, la formación de los océanos y las placas tectónicas", dijo Valentin Rime, geólogo de la Universidad de Friburgo, en Suiza. Y añadió: "Pero tras la emoción vienen la comprobación rigurosa y el debate para asegurarnos de que las pruebas son sólidas".

Desde el punto de vista geológico, para ser un continente, un trozo del planeta tiene que reunir cuatro características:

Una gran elevación respecto al fondo oceánico. Una amplia gama de rocas ígneas, metamórficas y sedimentarias ricas en sílice. Una corteza más gruesa que la corteza oceánica circundante. Límites bien definidos en torno a una zona suficientemente extensa. Los tres primeros requisitos figuran en casi todos los manuales de geología. Pero no ocurre lo mismo con el cuarto. Lo que es "suficientemente grande" o lo "bien definidos" que tienen que estar los límites de un posible continente son cuestiones que se discuten con menos frecuencia, a menos que un geólogo esté estudiando trozos del planeta que están a punto de ser continentales. "Cualquier cosa lo suficientemente grande como para cambiar el mapa del mundo es importante", dijo Nick Mortimer, geólogo del instituto de investigación GNS Science, propiedad del gobierno neozelandés. "Etiquetar e identificar una parte de la Tierra como continente, incluso uno pequeño, delgado y sumergido, es más informativo que dejar el mapa en blanco". Esto crea problemas a la hora de enumerar los continentes. Pensemos en Islandia, que se asienta sobre una grieta que se extiende alrededor de la Tierra, la rama atlántica de la dorsal oceánica media. La actividad volcánica separa lentamente las placas tectónicas sobre las que descansan Norteamérica y Europa. La mayor parte de la dorsal se encuentra bajo el océano. Sin embargo, en Islandia se encuentra por encima del nivel del mar. Otro enigma es que los volcanes suelen escupir lava de corteza continental fundida, a pesar de que Islandia está a miles de kilómetros de cualquier continente. Por eso, algunos geólogos sospechan que Islandia no es una isla solitaria en el mar, sino que forma parte de un continente (aunque eso también puede ser complicado). Esta idea encuentra apoyo en la costa oriental de África. Una dorsal oceánica en el Mar Rojo divide África de Asia. Esta separación se está produciendo a la velocidad a la que crecen las uñas. A lo largo de la mayor parte de la dorsal, la separación es directa. Pero la separación es mucho más complicada donde el Mar Rojo se encuentra con el Golfo de Adén. En lugar de un punto obvio de adelgazamiento donde se está formando la corteza oceánica, la corteza continental entre África y Asia se está astillando en cientos de trozos. En ese lugar, no hay un punto obvio donde termine África y comience Asia. "Es como un caramelo muy fuerte y muy grueso que se estira, pero no se rompe", dijo Gillian Foulger, geóloga de la Universidad de Durham, Inglaterra. Rime y sus colegas publicaron recientemente un estudio en la revista Geology que demuestra que Islandia también tiene un caramelo muy estirado bajo los mares que la rodean. En lugar de una ruptura limpia entre Norteamérica y Europa, parece haber una compleja mezcla de magma y fragmentos de corteza continental esparcidos en un camino entre las dos masas de tierra que atraviesa Islandia. Al igual que el punto donde se unen el Mar Rojo y el Golfo de Adén, no hay un punto claro donde termine Norteamérica y empiece Europa. Por supuesto, si África sigue unida a Asia a través del golfo de Adén y Norteamérica sigue unida a Europa, esto estropea un poco la cantinela de los "siete continentes". Si la corteza entre estos continentes se estira pero no se rompe, ¿está lo suficientemente bien definida como para identificar las dos masas de tierra como continentes separados? ¿O siguen siendo uno solo? Luego está Nueva Zelanda, que realmente estropea las cosas para la canción. Aunque a menudo se agrupa a Nueva Zelanda y Australia, no están en el mismo continente. Mientras que Australia se considera un continente por derecho propio, la noción de que Nueva Zelanda forma parte de su propio continente, Zelandia, es un argumento más reciente. Las plataformas sumergidas que se elevan por encima del fondo del océano se extienden kilómetros más allá de la pequeña nación insular. A lo largo de los bordes de esas plataformas, hay aguas profundas y corteza oceánica que es más delgada que la corteza debajo de las plataformas. Las perforaciones practicadas, las muestras de dragado de los fondos marinos y las rocas recogidas en la región demuestran que la gigantesca masa sobre la que se asienta Nueva Zelanda está compuesta por rocas ígneas, metamórficas y sedimentarias ricas en sílice, al igual que ocurre en el resto de los continentes. Aunque pocos piensan en Zelandia como un continente en términos culturales, "cada vez se reconoce más como un continente geológico", dijo Mortimer. Pero no todos están de acuerdo, y señalan ese entrometido cuarto criterio ignorado en la mayoría de los libros de texto. La corteza que compone Zelandia tiene entre 10 y 30 kilómetros de espesor, lo que la hace más gruesa que los siete kilómetros de la mayor parte de la corteza oceánica. Pero no es tan gruesa como la corteza de otros continentes, que suele tener entre 30 y 46 kilómetros. Esto hace que los límites entre Zelandia y el océano estén menos definidos y sean más difíciles de discernir. El tamaño también plantea problemas. Con 4,9 millones de kilómetros cuadrados, Zelandia es mucho más pequeña que Australia, que solo tiene 7,7 millones de kilómetros cuadrados. Además, Zelandia está sumergida en su mayor parte. Estar por encima del agua no forma parte de la definición geológica de continente, pero sí parece importar culturalmente, porque la gente está acostumbrada a pensar que los continentes son tierra firme. Los geólogos siguen discutiendo qué significan estos descubrimientos sobre la corteza continental y oceánica para el número de continentes. Lo que es seguro es que la investigación está revelando que hay más de una manera de que dos continentes se separen, y que la división no siempre es limpia o incluso completa. "Básicamente, solo hay dos grandes continentes", dijo Rime. "La Antártida y todo lo demás, ya que América del Sur está conectada a América del Norte a través de Panamá, América del Norte está conectada a Asia a través del estrecho de Bering, y Asia está conectada a Europa, África y Australia a través de los Urales, el Sinaí e Indonesia, respectivamente". Mortimer no está de acuerdo. "Zelandia está separada de Australia por una depresión oceánica de 25 kilómetros de ancho y 3600 metros de profundidad", dijo. "Según la lógica de Valentin, eso significaría que en realidad hay tres continentes". Pero reconoció cierta incertidumbre, añadiendo: "A menos que se descubra que la depresión es corteza continental muy profunda, como en el caso de Islandia, en cuyo caso Zelandia sería una parte de Australia". Y luego está la posibilidad de que Islandia esté asentada sobre su propio gran trozo de corteza libre flotante como quizá el continente número 9. "De ser cierto, 'Islalandia' se uniría a una creciente comunidad de continentes grandes y pequeños", dijo Foulger. Culturalmente, esta investigación y los argumentos que suscita no cambian nada, lo cual es bueno, porque si solo hubiera dos continentes, no habría una melodía contagiosa para que la cantaran los niños. (Giulio Bonasera/The New York Times)

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