El equipo de Harris cada vez confía más en que Trump será derrotado

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Aunque todavía con cautela, los asesores de la vicepresidenta creen que designar a Donald Trump como fascista está funcionando, y que sus llamamientos sobre el derecho al aborto pueden darles la victoria.

A medida que la contienda presidencial entra en la recta final, los asistentes de campaña y los aliados cercanos a la vicepresidenta Kamala Harris se muestran cada vez más cautelosamente optimistas sobre sus posibilidades de victoria, afirmando que la balanza se está inclinando a su favor.

Los principales estrategas demócratas tienen cada vez más esperanzas de que los intentos de la campaña de mostrar al expresidente Donald Trump como un fascista --junto con una amplia operación en los estados más disputados y la fuerza entre las votantes mujeres, que siguen motivadas por el fin del derecho federal al aborto-- lleven a Harris a un apretado triunfo. Incluso a algunas personas cercanas a Trump les preocupa que la presión por etiquetarlo como un dictador en ciernes que ha elogiado a Hitler pueda influir en un número pequeño, pero potencialmente significativo, de votantes persuadibles.

Funcionarios de la campaña de Harris y personas con las que han compartido evaluaciones sinceras creen que sigue bien posicionada en los estados del "muro azul" del norte, Míchigan, Pensilvania y Wisconsin, y afirman que los sondeos internos la sitúan ligeramente por delante en los tres, aunque por tan solo medio punto porcentual.

Creen que sigue siendo competitiva en los cuatro estados disputados del Cinturón del Sol. Arizona y Carolina del Norte parecen ser los estados de tendencia electoral incierta más difíciles para Harris, dijeron estos demócratas, y se sienten mejor respecto a Georgia y Nevada.

Los asistentes de Trump, por su parte, creen que puede ganar al menos uno de los estados del muro azul, y que sigue siendo competitivo en los tres. Se muestran especialmente optimistas respecto a Pensilvania, donde miembros de su equipo dicen que los datos internos muestran que tiene la ventaja, aunque dentro del margen de error. Algunos asesores de Trump son mucho más abiertamente optimistas y dicen a sus aliados que podría arrasar en los siete estados disputados.

Este artículo se basa en entrevistas con más de dos decenas de estrategas políticos, asistentes de campaña, encuestadores y otras personas cercanas a las dos campañas y a los candidatos, muchos de los cuales insistieron en mantener el anonimato para hablar de sus deliberaciones internas.

Pocos demócratas discuten que la carrera parece extraordinariamente competitiva: nunca en las campañas presidenciales modernas ha habido tantos estados tan reñidos tan cerca del día de las elecciones. Los promedios de las encuestas muestran que los siete estados disputados están dentro del margen de error, lo que significa que la diferencia entre medio punto arriba y medio punto abajo --esencialmente un error de redondeo-- podría hacer ganar o perder la Casa Blanca.

La moderada sensación de confianza demócrata se produce tras un periodo de gran ansiedad en el partido a medida que las encuestas se estrecharon en las últimas semanas. Pero ahora Harris y otros líderes del partido han empezado a descartar sus advertencias con guiños de que ella está en desventaja.

"No se equivoquen: ganaremos", dijo en un mitin celebrado el domingo en Filadelfia. "Ganaremos porque si sabes lo que defiendes, sabes por qué luchar".

Trump también está anunciando su marcha hacia la victoria. Ha planeado mítines durante el último fin de semana antes del día de las elecciones en Nuevo México y Virginia, dos estados cómodamente demócratas en los que, según las encuestas, le separan al menos seis puntos.

El domingo por la noche, un mitin de Trump en el Madison Square Garden de Nueva York, abarrotado durante casi seis horas, fue un claro ejemplo de cómo se apoya en sus seguidores mientras Harris corteja a los republicanos moderados. Orador tras orador prometió que Trump recuperaría la Casa Blanca, mezclando comentarios racistas y misóginos, insultos vulgares y comentarios cargados de blasfemias para atraer a sus partidarios más fieles.

"Estados Unidos es ahora un país ocupado, pero pronto dejará de serlo", dijo Trump a decenas de miles de seguidores que lo aclamaban reunidos en esta ciudad profundamente demócrata. "Dentro de nueve días será el día de la liberación en Estados Unidos".

El expresidente está terminando la contienda de forma muy parecida a como lo ha hecho en todas sus campañas, con promesas de detener lo que él dice falsamente que es una avalancha de inmigrantes indocumentados que están quitando puestos de trabajo a los estadounidenses, aumentando los precios de la vivienda y provocando una ola de delincuencia. Aunque los demócratas le llaman fascista, ha intensificado sus amenazas de perseguir y encarcelar a sus oponentes políticos, a los que llama "el enemigo interno".

Los ayudantes de Harris creen que el argumento que vincula a Trump con el fascismo le está ayudando a convencer a los republicanos moderados, aunque el principal comité independiente de campaña que apoya su candidatura ha expresado su preocupación de que no sea el mensaje más eficaz de los demócratas. Los funcionarios demócratas subrayan que han ganado --o superado-- en una amplia gama de contiendas desde 2016 pintando al expresidente como divisivo.

Y a algunos asesores de Trump les preocupa que las advertencias de John Kelly, su antiguo jefe de gabinete en la Casa Blanca, de que el expresidente hizo declaraciones de admiración por Hitler mientras ocupaba el cargo puedan calar entre los votantes judíos indecisos, perjudicándolo potencialmente en Pensilvania y Míchigan.

Ambas campañas también ven motivos de inquietud en la importante brecha de género de las elecciones. Aunque Harris va a la cabeza entre las votantes, en gran parte por el derecho al aborto, algunos demócratas temen que no consiga atraer a suficientes mujeres para compensar el déficit previsto entre los hombres. Y a algunos asesores de Trump les preocupa que el derecho al aborto siga siendo una fuerza movilizadora para los demócratas, incluso dos años después de que la Corte Suprema anulara el caso Roe contra Wade.

A pesar de todas sus bravuconadas en público, Trump está malhumorado y estresado en privado, según tres personas en contacto con él, con una agenda marcada por retrasos crónicos. Harris, según sus ayudantes, está animada por sus multitudes, sobre todo por los 30.000 seguidores que la vieron hablar del derecho al aborto en un mitin con Beyoncé el viernes en Houston.

Y el compañero de fórmula de Harris, el gobernador Tim Walz de Minnesota, quien predijo la derrota demócrata en 2016, ha dicho en privado que preferiría estar en su posición que en la de Trump.

"En 10 días, le ganaremos en las urnas", dijo Walz en un acto celebrado el sábado por la noche en Phoenix. Y añadió: "Soy una persona superoptimista".

Los demócratas están cerrando con una trifecta de mensajes que han sido la base de la campaña de Harris: apoyo al derecho al aborto, promesas de mejorar la economía bajando los costos y los precios de la vivienda, y advertencias de que Trump es un peligroso autoritario. Pero en gran medida se ha negado a separarse del gobierno de Biden, que sigue siendo ampliamente impopular.

El martes, en Washington, Harris pronunciará lo que sus ayudantes consideran un alegato final en la Elipse, donde Trump congregó a la multitud que acabó irrumpiendo en el Capitolio el 6 de enero de 2021.

"La fuerza más poderosa de nuestra política desde 2018 ha sido el miedo y la oposición a MAGA, y parece que volverá a serlo", dijo Simon Rosenberg, un estratega que fue uno de los pocos demócratas que predijo correctamente que el partido obtendría mejores resultados en las elecciones legislativas de 2022. "Lo que es probable que ocurra en estas elecciones es que Trump acabe obteniendo unos resultados inferiores a lo que muestran sus encuestas".

Parte de la confianza de los demócratas se debe a la considerable ventaja financiera de su campaña y a lo que creen que es su operación de campo superior. En las últimas semanas, la campaña ha desplegado un ejército de 2500 miembros de su personal por los estados más disputados, mientras que la campaña de Trump tiene una estrategia no probada que depende en gran medida de grupos externos y comités independientes sin experiencia.

"Ganaremos", dijo el gobernador Tony Evers, demócrata de Wisconsin, en una entrevista el sábado desde un autobús de campaña. "Tenemos un buen trabajo de campo que nos llevará a la victoria".

En Míchigan, los organizadores sindicales han encontrado un panorama más favorable para Harris de lo que esperaban al encuestar a sus miembros. Una encuesta interna de United Auto Workers entre los miembros del sindicato en estados disputados reveló que Harris tiene una ventaja de cinco puntos entre los votantes blancos sin titulación universitaria, y de 13 puntos entre los hombres sin titulación universitaria, resultados sorprendentes entre tipos de votantes con quienes no se espera que ella gane ampliamente.

Aunque algunos estrategas del partido están preocupados por las cifras de voto anticipado en Nevada y Georgia, altos cargos de la campaña de Harris afirman que esas cifras no son tan significativas como podría parecer. Sus modelos de voto sugieren que Trump ha conseguido empujar a muchos de sus partidarios a votar de manera anticipada, canibalizando la fuerte participación que suele cosechar el día de las elecciones.

"Nos sentimos muy, muy bien con lo que estamos viendo en cuanto al voto anticipado", dijo Jennifer O'Malley Dillon, presidenta de la campaña de Harris, en una entrevista el domingo en MSNBC. "Esos votantes de menor propensión que no siempre votan, están prestando atención, y se están presentando a un nivel más alto en apoyo de la vicepresidenta".

Los ayudantes de Trump rebaten este análisis, afirmando que están satisfechos con su mejora en la votación anticipada. Su campaña está centrando sus últimos esfuerzos en lo que sus asistentes creen que es una pequeña fracción de votantes indecisos --en su mayoría, hombres jóvenes-- a quienes se podría convencer de apoyar al expresidente.

Los demócratas están algo resignados por su debilidad entre los votantes árabes estadounidenses de Míchigan, quienes siguen furiosos por el apoyo de EE. UU. a la guerra en Gaza de Israel.

Otro motivo de preocupación para los demócratas es el destino de sus senadores en varios estados disputados. Los senadores Bob Casey, de Pensilvania, y Tammy Baldwin, de Wisconsin, estaban muy por delante de Harris hasta hace unas semanas. Ahora también están inmersos en contiendas en las que su supervivencia política está en juego.

Y a los demócratas, incluso en los niveles más altos de la campaña de Harris, les preocupa que el partido no esté modelando correctamente al electorado en sus encuestas, repitiendo un error que llevó a los asistentes de campaña de Biden a sobreestimar su fuerza en los últimos días de la carrera de 2020.

Cualquier pequeño apoyo o cambio de movimiento pone nerviosos a los demócratas. Cuando Terrelle Pryor, un conocido exjugador profesional de fútbol americano de Jeannette, Pensilvania, publicó la semana pasada una historia de Instagram con su papeleta rellenada a favor de Trump y otros candidatos republicanos, los demócratas de Pensilvania se pasaron en privado una captura de pantalla y se preguntaron con ansiedad si estaban perdiendo terreno con los hombres negros.

"La cosa más insignificante podría alterar el resultado", dijo Dan Pfeiffer, exasesor principal del presidente Barack Obama. "Podría ser el clima en el condado de Waukesha, un error con las máquinas de votación en el condado de Fulton, Georgia, o las vibras de los últimos días".

Colaboraron con reportería Kellen Browning desde Phoenix, Jonathan Swan desde Washington, Shane Goldmacher desde Nueva York y Erica L. Green desde Filadelfia.

Reid J. Epstein cubre campañas y elecciones desde Washington. Antes de unirse al Times en 2019, trabajó en The Wall Street Journal, Politico, Newsday y The Milwaukee Journal Sentinel. Más de Reid J. Epstein

Lisa Lerer es reportera política nacional del Times, radicada en Nueva York. Ha cubierto la política estadounidense durante casi dos décadas. Más de Lisa Lerer

Maggie Haberman es corresponsal política sénior que cubre la campaña presidencial de 2024, desde las contiendas electorales en todo el país hasta las investigaciones sobre el expresidente Donald Trump. Más de Maggie Haberman

Colaboraron con reportería Kellen Browning desde Phoenix, Jonathan Swan desde Washington, Shane Goldmacher desde Nueva York y Erica L. Green desde Filadelfia.

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