6 conclusiones del evento de Kamala Harris en CNN

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Harris, Kamala DTrump, Donald J

Entrando en un nuevo territorio retórico, la vicepresidenta incluso convirtió preguntas no relacionadas en ataques a Donald Trump, mientras ofrecía respuestas complicadas a las dudas de los votantes.

El miércoles por la noche, Kamala Harris calificó a Donald Trump de fascista, elevando lo que hasta hace poco había sido un argumento que solo de hablaba por lo bajo en el Partido Demócrata que lleva años atacándolo como antidemocrático, incapaz de servir y criminal.

Al principio de un foro abierto de CNN en Pensilvania, se mostró de acuerdo con el presentador, Anderson Cooper, cuando este le preguntó si creía que Trump se ajustaba a la definición de fascista. "Sí, lo creo", respondió rápidamente. "Sí, lo creo".

Más tarde, cuando le preguntaron por la difícil situación de los palestinos en Gaza, lanzó una crítica cargada contra su rival.

"Para muchas personas a quienes les preocupa este asunto, también les preocupa que baje el precio de los alimentos", dijo. "También se preocupan por nuestra democracia y por no tener un presidente de Estados Unidos que admira a los dictadores y es un fascista".

Sus comentarios --que fueron un paso más allá de su anterior aceptación de que Trump era un fascista-- pretendían amplificar la noticia de esta semana de que John Kelly, exjefe de gabinete de Trump en la Casa Blanca, dijo que pensaba que el expresidente cumplía la definición de esa palabra y que le preocupaba profundamente la amenaza que un segundo gobierno de Trump suponía para las instituciones democráticas.

Los ataques de Harris del miércoles por la noche quedaron en gran medida sin respuesta: Trump rechazó tanto un segundo debate como una invitación de CNN para participar en un foro similar.

He aquí seis conclusiones del evento en Chester Township, Pensilvania.

Su respuesta predeterminada: Trump es mucho peor

A lo largo de los 80 minutos que duró el evento, Harris fue preguntada por una amplia gama de cuestiones políticas. Sus respuestas se ciñeron a menudo al mismo tema.

¿Ampliaría la Corte Suprema? ¿Aumentaría los impuestos de quienes ganan 500.000 dólares? ¿Pagarían los estadounidenses los beneficios de los inmigrantes que cruzan la frontera? ¿Cómo codificaría Roe vs. Wade en la legislación federal? ¿Y qué pasaría con Gaza?

Sus respuestas se redujeron a: Donald Trump sería peor.

Fue una estrategia dirigida a los demócratas tradicionales que podrían estar dudando de ella, como los progresistas que están descontentos con el apoyo estadounidense a Israel o los votantes judíos preocupados de que Harris no los apoyara lo suficiente.

Su objetivo era volver a centrar a los demócratas en algo en lo que todos pueden estar de acuerdo: los peligros que ven en Trump y en su lenguaje divisivo, a veces antidemocrático.

Los votantes hicieron preguntas directas. Harris dio respuestas circulares

Harris recibió una pregunta bastante directa de un votante independiente que se autodenominaba judío sobre cómo abordaría el antisemitismo en los campus universitarios.

En una respuesta que se prolongó durante más de cinco minutos, se refirió brevemente a los delitos motivados por el odio, pero luego entró en una tangente discursiva que abordaba las supuestas invocaciones que Trump hace de Hitler, sus relaciones con Kim Jong-un y Vladimir Putin y sus acciones durante la pandemia de coronavirus.

Fue un ejemplo del giro que Harris hizo a lo largo de la noche, pasando de las preguntas cortas, agudas y punzantes que se le hicieron a las respuestas largas y sinuosas que prefirió dar.

Consiguió el momento que quería al ir al evento

La campaña de Harris quería que los votantes escucharan sus argumentos más contundentes contra Trump al principio del evento, antes de que volvieran a cambiar de canal para ver Supervivientes. Sus ayudantes cumplieron su deseo cuando ella aceptó rápidamente que Trump era un fascista.

Trump se contentó con quejarse en las redes sociales desde fuera. A diferencia del expresidente, quien se ha ceñido en gran medida a los espacios seguros conservadores y a las entrevistas amistosas en podcast, Harris se ha sentado en una serie de entrevistas de gran audiencia con medios de noticias independientes y --la semana pasada en Fox News-- combativos.

En la mayoría de sus apariciones ha conseguido impulsar los ciclos de noticias, y probablemente volvió a hacerlo el miércoles por la noche. Está por verse si los votantes le reconocen su disposición a ser cuestionada, pero no cabe duda de que ha respondido a la crítica de que se escondía del escrutinio de los medios de comunicación.

Aun así, le habría ido mejor en un debate

Resulta que atacar a Trump es más eficaz cuando él está allí mismo.

La buena actuación de Harris en su primer --y único-- debate presidencial contra su rival demostró su capacidad para provocarlo y hacerle dar un paso en falso. Pero sin él cerca, los ataques en su contra parecían más evasivas a las preguntas sobre sus propios planes que respuestas nítidas sobre lo que haría como presidenta.

Trump se ha negado repetidamente a participar en otro debate, reacio a arriesgarse a que los votantes estadounidenses tengan otra oportunidad de compararlos a ambos. Aunque esa decisión puede no ser la mejor para los votantes deseosos de evaluar a los candidatos, la actuación de Harris del miércoles por la noche demostró por qué esto podría beneficiar a Trump.

Ella tiene una respuesta para sus cambios desde 2019

Uno de los momentos más fuertes de Harris se produjo cuando se le preguntó por sus cambios de postura en cuestiones como el fracking o fracturación hidráulica, un tema especialmente importante en Pensilvania. Harris ha cambiado de postura en numerosos asuntos desde su candidatura presidencial en 2019, como la financiación de la policía, su apoyo a un sistema de salud de pagador único y la despenalización del cruce ilegal de la frontera.

Cuando se le preguntó por sus cambios de postura, Harris transformó lo que durante mucho tiempo se ha considerado una debilidad para ella en un rasgo fuerte de su carácter y un sutil ataque al egoísmo de su oponente.

"Nuestro país merece tener un presidente de Estados Unidos que no tenga miedo de las buenas ideas y que no se base en el orgullo", dijo. "Nunca voy a rehuir las buenas ideas. Y no voy a sentir la necesidad de que el orgullo se asocie a una postura que he adoptado, cuando lo importante es crear consenso para solucionar los problemas".

A menos de dos semanas, todavía se está definiendo

A menos de dos semanas de la elección, y tras casi cuatro años como vicepresidenta, sigue siendo sorprendente cómo Harris expone detalles básicos de su historia personal a los votantes estadounidenses.

Proviene de una familia de clase media. Reza todos los días y está muy cercana a su pastor. Todavía está de duelo por la muerte de su madre. La mayor parte de su carrera la pasó fuera de Washington.

El amplio desconocimiento de su biografía contrasta fuertemente con el de su oponente. La vida de Trump no solo forma parte de la tradición política, también ha aparecido en las pantallas de televisión durante décadas y ha sido el tema de los libros más vendidos y ha dominado la política estadounidense durante casi una década.

Un candidato suele explicar su historia personal durante una larga lucha en las primarias, y luego vuelve a hacerlo ante un público más amplio en las elecciones generales, en primavera y verano. Este año, Harris se vio obligada a un plazo inusualmente corto, y el hecho de que todavía esté contando su historia subraya el reto y el largo camino que aún tiene que recorrer para decirle a los votantes quién es ella.

Reid J. Epstein cubre campañas y elecciones desde Washington. Antes de unirse al Times en 2019, trabajó en The Wall Street Journal, Politico, Newsday y The Milwaukee Journal Sentinel. Más de Reid J. Epstein

Lisa Lerer es reportera de política nacional para el Times, radicada en Nueva York. Lleva casi dos décadas cubriendo la política estadounidense. Más de Lisa Lerer

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