Fernando Valenzuela, beisbolista legendario de los Dodgers, muere a los 63 años

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En 1981, fue galardonado con los premios Novato del Año y Cy Young, y generó el fenómeno llamado "Fernandomanía", que lo convirtió en uno de los nombres más conocidos del deporte.

Fernando Valenzuela, el lanzador zurdo de origen mexicano de los Dodgers de Los Ángeles que electrizó a los aficionados del béisbol cuando tenía 20 años, en la temporada de 1981, con su peculiar lanzamiento de tirabuzón, murió el martes. Tenía 63 años.

Su muerte fue confirmada el martes en comunicados de los Dodgers y del comisionado de las Grandes Ligas de Béisbol, Robert D. Manfred Jr. No se dio a conocer la causa de la muerte. El equipo dijo que Valenzuela se separó de su trabajo como locutor de los Dodgers a principios de este mes para centrarse en su salud, y había estado planeando regresar para la temporada 2025.

Valenzuela ganó sus ocho primeras salidas de un modo espectacular: cinco de ellas fueron blanqueadas y siete fueron partidos completos. Su promedio de carreras limpias permitidas era de 0,50.

"Tiene el mundo a su favor, y va 8-0", decía un titular de Los Angeles Times.

Valenzuela recibió un poco más de batazos durante el resto de la temporada, que se vio interrumpida por una huelga de jugadores que duró casi dos meses. Sin embargo, su récord de 13-7 y su promedio de 2,48 carreras limpias permitidas en la temporada le bastaron para ganar los premios de Novato del Año y Cy Young de la Liga Nacional; el único jugador en ganar ambos en el mismo año.

Siguió triunfando en la postemporada de 1981, con un récord de 3-1, que incluyó una victoria en juego completo en el tercer partido de la Serie Mundial contra los Yankees. Aunque no lanzó a su mejor nivel --permitió nueve hits y siete bases por bolas y realizó 146 lanzamientos-- Valenzuela ayudó a que los Dodgers retomaran la iniciativa contra los Yankees, que habían ganado los dos primeros partidos. Los Dodgers ganaron los tres siguientes partidos para llevarse la serie.

Cuando Valenzuela comenzaba su preparación, levantaba los brazos arriba de la cabeza y, al bajarlos para encontrarse con su pierna derecha, que levantaba alto, miraba hacia el cielo. Sus ojos parecían girar hacia atrás, como en una especie de éxtasis.

Vin Scully, el locutor de los Dodgers que durante 67 temporadas vio lanzar a Sandy Koufax, Don Drysdale y Don Newcombe, dijo a Los Angeles Times en 1991 que había algo diferente en los juegos en los que lanzaba Valenzuela una década antes.

"La Fernandomanía rozaba la experiencia religiosa", dijo. "Fernando siendo mexicano, viniendo de la nada, era como si los mexicanos se aferraran a él con ambas manos para cabalgar hasta la luna".

"Es uno de los lanzadores jóvenes más impresionantes que he visto", dijo Tommy Lasorda, entrenador de los Dodgers, al columnista George Vecsey, de The New York Times, a principios de la temporada de 1981. "No puedo comparar sus estadísticas ni su repertorio con nadie".

El espectacular comienzo de Valenzuela provocó el fenómeno llamado "Fernandomanía". Sus partidos llenaron el Dodger Stadium y los estadios de toda la liga. Aumentaron las ventas de artículos, se dispararon los índices de audiencia televisiva y la atención de los medios, tanto estadounidenses como mexicanos, alcanzó su punto máximo. El titular de la edición del 18 de mayo de Sports Illustrated fue: "¡Increíble!" (Unreal!, en inglés).

En junio, Valenzuela asistió como invitado a un almuerzo en la Casa Blanca ofrecido por el presidente Ronald Reagan en honor del presidente mexicano José López Portillo.

"Todos los países latinoamericanos estaban representados cuando él lanzaba", dijo Dusty Baker, uno de sus compañeros de equipo, el jardinero y futuro mánager, a mlb.com en 2021. "No solo México, hablo de El Salvador, Nicaragua. Había banderas".

Fernando Valenzuela nació el 11 de noviembre de 1960 en Navojoa, México, y creció en Etchohuaquila, donde sus padres, Avelino y María Valenzuela, tenían un pequeño terreno. De niño, Fernando jugaba al fútbol, pero era mejor para el béisbol.

Valenzuela fue descubierto por accidente en 1978, cuando Mike Brito, un cazatalentos de los Dodgers, estaba de viaje en Silao, México, para ver jugar a un campocorto, Alí Uscanga, en un partido de la liga mexicana de novatos. Pero le llamó la atención la actuación de Valenzuela, que ponchó a 12 bateadores del equipo de Guanajuato, el rival de Silao ese día.

"No podía creer que solo tuviera 17 años", dijo Brito más tarde a Sports Illustrated.

Al año siguiente, los Dodgers ficharon a Valenzuela y lo enviaron a las ligas menores, donde mejoró su bola rápida y su bola curva además del lanzamiento de tirabuzón, que aprendió de Bobby Castillo, uno de los lanzadores del equipo. Valenzuela aprendió rápido.

El tirabuzón requiere que un zurdo como Valenzuela mueva la muñeca en la dirección opuesta a otras bolas de ruptura para que se aleje de un bateador diestro.

"Es un lanzamiento antinatural, justo lo contrario de la curva", dijo Carl Hubbell, uno de los mejores ejecutantes del tirabuzón con los New York Giants, en una entrevista con Los Angeles Times en 1981. Los lanzamientos de tirabuzón que hacía Valenzuela, añadió, era "los mejores desde los míos".

Se trata de un lanzamiento que ha sido tan poco dominado que Tyler Kepner, quien fue periodista nacional de béisbol de The New York Times, y ahora está en The Athletic, lo describió como el "Pie Grande del béisbol", en su libro, K: A History of Baseball in Ten Pitches (2018).

Después de una temporada completa en el sistema de ligas menores de los Dodgers, con su equipo Doble A de San Antonio (donde su récord fue de 13-9 con un promedio de carreras limpias de 3,10), Valenzuela fue convocado por el club matriz. En 10 juegos, todos como relevista, no permitió ninguna carrera limpia y ganó sus dos decisiones.

Tras su asombrosa temporada de novato en 1981, fue lanzador de los Dodgers hasta 1990. Terminó tercero en la votación para el Cy Young en 1982, cuando tuvo un récord de 19-13, con un promedio de carreras limpias de 2,47, ganó 21 partidos en 1986, la mayor cantidad en su carrera, y lanzó un juego sin hits el 29 de junio de 1990, contra los Cardenales de San Luis.

"Si tienes un sombrero", dijo Scully tras el último out, "¡lánzalo al cielo!".

Un juego sin hits fue inesperado en ese momento de la carrera de Valenzuela. Había tenido problemas durante la temporada y había permitido ocho carreras en su salida previa. Y se estaba cansando en las últimas tres entradas.

"Este tipo de cansancio no me molestó", dijo a los periodistas después. "¿Creen que sentí algo durante esas últimas entradas? De ninguna manera".

Completó esa temporada con un récord de 13-13 y un promedio de carreras limpias de 4,59, el peor de su carrera, y fue dejado ir por los Dodgers al inicio del siguiente año, el día en que su contrato de 2,55 millones de dólares habría estado garantizado.

Durante las siete temporadas siguientes, lanzó para Los Ángeles de California (ahora Los Ángeles de Los Ángeles); para un equipo de la Liga Mexicana de Béisbol, y luego regresó a las mayores con los Orioles de Baltimore, los Filis de Filadelfia, los Padres de San Diego y los Cardenales, que lo dejaron libre en julio de 1997 tras ser enviado ahí un mes antes por los Padres.

Su récord de 2-12 puso fin a su carrera en las Grandes Ligas, aunque lanzó hasta pasados sus 40 años en la Liga Invernal Mexicana durante algunos años.

En total, el récord de su carrera fue de 173-153, con un promedio de carreras limpias de 3,54. Fue elegido para seis Juegos de las Estrellas, entre los que están el que inició en 1981 durante su temporada de novato.

Le sobreviven su esposa, Linda; sus hijas, Linda y María Fernanda; sus hijos, Fernando Jr. y Ricardo, y siete nietos, según las Grandes Ligas de Béisbol.

Valenzuela regresó a los Dodgers en 2003, donde siguió siendo muy querido por los aficionados, como analista de las transmisiones de radio en español del equipo.

"Cuando jugaba, tenía miedo de hablar", dijo a Los Angeles Times en 2004. "Mi primera opción no era estar delante del micrófono. Pero ahora me gusta".

John Yoon colaboró con reporteo.

John Yoon colaboró con reporteo.

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