'Nadie quiere esto' sabe lo que tú quieres

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TelevisionNobody Wants This (TV Program)Netflix IncBell, KristenBrody, AdamFoster, Erin (1982- )

La comedia romántica de Netflix cumple todos los requisitos del género, pero se convirtió en un gran éxito al ofrecer versiones de todo lo que ya te gusta en televisión.

Dos protagonistas que apelan a la nostalgia. Un encuentro simpático, lo que se conoce como meet cute. Una serie de percances, algunos de los cuales se basan en un nivel casi alarmante de ignorancia o ineptitud. Una fiesta que se va al traste, tal vez por exceso de estrés. (Probablemente una mujer adinerada, quizá incluso gélida, ha provocado ese estrés). Ella: agotada, al teléfono. Él: seguro, sensible, sabio.

Si se trata de Navidad, tendrás un original de Hallmark Channel. Si se trata de un romance interreligioso, entonces es el más reciente éxito de Netflix Nadie quiere esto.

Nadie quiere esto, una comedia romántica que cumple todos los requisitos del género, trata de la atracción desventurada entre Joanne, una presentadora de pódcast de Los Ángeles interpretada por Kristen Bell, y Noah, un rabino conmovedor interpretado por Adam Brody. Desde que llegó a Netflix a finales del mes pasado, la serie se ha mantenido en lo más alto de la lista de las más vistas del servicio, o por ahí, compartiendo espacio con un programa del extremo más oscuro de la fábrica de réplicas, Monstruos: la historia de Lyle y Erik Menéndez.

Nadie quiere esto ha generado tanta cobertura como ese espeluznante docudrama, gracias en parte a sus encantos y en parte a sus defectos, a saber, sus descripciones de las mujeres judías que se fundamentan en estereotipos anticuados.

El atractivo de Nadie, sin embargo, no es que la serie sea tan peculiar, sino que resulta tan familiar. Las comedias románticas han prosperado en los servicios de emisión en continuo, ya que han pasado de moda en los cines, y para este género en concreto, "formulaico" no es un insulto, sino todo lo contrario. (Nadie quiere esto ni siquiera es la mejor comedia romántica de opuestos que se atraen que ha llegado recientemente a la televisión: esa sería la segunda temporada de Colin de Cuentas, en Paramount+). Más allá de las muchas alegrías e irritantes persistentes del programa --"¿Qué pasa con nuestro pódcast?", es el "¿podrá sobrevivir MomTok a esto? de esta serie--, hay una facilidad de Ricitos de Oro en el esfuerzo que uno puede ver ya sea como finamente perfeccionado o algorítmicamente precocinado; solo hay que recalentar y disfrutar.

Y no solo porque sepa cómo orquestar un beso importante. Nadie quiere esto cumple fácilmente con sus requisitos de comedia romántica --patiños torpes, fricción familiar--, pero también se inspira en otros subgéneros de moda y en el sentimiento de los fans, una cepa híbrida de todo lo que ya te gusta.

Las series basadas en historias reales están de moda en estos momentos --hola, hermanos Menéndez-- y Nadie quiere esto se basa en esta difuminación entre lo que se ve en pantalla y lo que no para ganar credibilidad y permiso de la audiencia. Es un elemento clave de la promoción del programa, y el hecho de que la serie se base libremente en la vida de su creadora, Erin Foster, significa que no tenemos que suspender la incredulidad. Nos limitamos a apoyarla.

La comedia de autor semiautobiográfica se normalizó en la década de 2010. Ahora el género está viendo su próxima generación: Baby Reindeer demostró cómo puede ser una versión más oscura y despiadada, y Nadie quiere esto adopta el enfoque más brillante, ligero y suave. Los descendientes de Fleabag caminan por senderos muy diferentes.

Las estrellas de Nadie quiere esto también son productos probados, interpretando versiones de personas que ya antes hemos querido. Bell no es meramente un encanto. (¿En cuántos anuncios comerciales puede aparecer una madre con la que es fácil identificarnos?) También la hemos visto interpretar a una mujer de espíritu libre, con vaqueros de tiro alto, que no tiene curiosidad sobre la naturaleza de la existencia hasta que se enamora de un tipo sexy y nerd que ha dedicado su vida a estudiar la moralidad. Onda en The Good Place.

En cuanto a Brody, no solo conocemos su currículum general en Hollywood: lo conocemos como Seth Cohen de The OC, icono interreligioso y popularizador de Chrismukkah. Es el hijo que Noah y Joanne podrían criar.

Y Bell y Brody ya han formado una pareja romántica, aunque brevemente, en una serie de televisión por cable, House of Lies, de Showtime: ella como asesora de empresas y él como heredero de un imperio de consoladores. (Así que incluso la escena de la tienda de juguetes sexuales de Nadie quiere esto tiene una especie de predecesora).

Pero quizá el aspecto más contemporáneo de Nadie quiere esto es que, aunque se centra en un rabino, su perspectiva general podría describirse como "espiritual, pero no religiosa".

Sus personajes religiosos no lo son. Sus judíos, aparentemente observantes, comen cerdo en secreto. El rabino no solo juega al baloncesto los sábados, sino que tampoco ofrece consejo cuando se da cuenta de que un feligrés tiene una aventura, sino que se limita a aceptar un donativo para la sinagoga y mirar hacia otro lado. Los ritos de iniciación no son más que excusas para celebrar grandes fiestas, y los rituales son tediosos y vacíos. El resultado es que Joanne parece más fiel a sus principios, o a la falta de ellos, que Noah a los suyos. "No es que defiendas algo ni tengas creencias firmes", le dice su amiga con aprobación. Pero ella se resiste a convertirse de todos modos; es Noah quien está dispuesto a arriesgar sus tradiciones y creencias.

Dicho de otro modo, incluso lo que hace distintivo a Nadie quiere esto ha sido empaquetado en algo cómodo y familiar. Si la forma en que la serie entiende el judaísmo parece mezquina y superficial, probablemente se deba a que su verdadera religión es el algoritmo sagrado, cuyos episodios están predestinados a ser aún más irresistibles que el prosciutto ilícito.

Margaret Lyons es crítica de televisión para el Times y escribe la sección sobre televisión para el boletín Watching. Más de Margaret Lyons

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