'Guasón 2: Folie à Deux': hazles reír (y bostezar)

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La gran "novedad" de "Guasón 2: Folie à Deux" es que se trata de un musical a medias con una estrella que sabe cantar, Lady Gaga, en el papel de Harley Quinn, y otra (Joaquin Phoenix) que no sabe o no quiere.

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Guasón 2: Folie à Deux es tan aburrida, sombría y desagradable que es difícil saber por qué se hizo o para quién. Es cierto que suena absurdo --¡es para nosotros!-- aunque no más ridículo que nada en esta secuela de Guasón (2019). Dirigida por Todd Phillips y protagonizada por Joaquin Phoenix como el payaso triste y loco del título, aquella primera película fue un éxito, tanto de crítica como comercial. La intensidad de la interpretación de Phoenix, con su violencia ardiente y su imprevisibilidad, te atraía, y los guiños a la violencia y el nihilismo estadounidense te mantenían expectante. La película parecía tener algo serio que decir, lo que finalmente fue su gran broma.

El Guasón original ganó el León de Oro en el Festival de Venecia y recaudó más de mil millones de dólares en todo el mundo. También fue nominada a 11 premios Oscar (incluido el de mejor película), lo cual es solo notable porque es casi tres veces el número total de nominaciones que recibió Martin Scorsese por Taxi Driver y El rey de la comedia, dos de las evidentes influencias de Phillips. Así pues, considerando todos los factores, y con un montón de dinero a la vista, la secuela era inevitable, aunque el ceño fruncido de Phoenix, la historia casi inexistente de la película, su crudeza implacable y su compromiso con la excentricidad forzada sugieren que nadie de los implicados estuvo realmente entusiasmado por hacerla.

La gran "novedad" de Guasón 2: Folie à Deux es que se trata de un musical a medias con una estrella que sabe cantar, Lady Gaga, en el papel de Lee Quinzel (Harley Quinn), y otra (Phoenix) que no sabe o no quiere. Gaga y Phoenix interpretan canciones variadas y a veces números de baile con clásicos del gran cancionero estadounidense que se mezclan con algunas melodías tradicionales y canciones recientes. Cada vez que Gaga canta, la película te atrapa, y es divertido ver a Phoenix haciendo de Gene Kelly. Los números musicales se distribuyen a lo largo de la película, que por lo demás alterna en gran medida entre escenas del Guasón --y su triste alter-ego civil, Arthur Fleck-- encerrado en una institución mental y de él en un tribunal de Ciudad Gótica, siendo juzgado por múltiples cargos de asesinato.

Escrita por Phillips y Scott Silver, la secuela sigue a Fleck/Guasón dentro y fuera de la institución, donde los guardias (uno de ellos interpretado por Brendan Gleeson) son previsiblemente brutales y le aplican rutinariamente los crueles castigos habituales. En algún momento, Fleck conoce a Lee/Harley, quien está en un pabellón adyacente. Sea amor, locura o algo así a primera vista, de forma poco convincente, y en poco tiempo están intercambiando besos, sonrisas extrañas, haciendo duetos y planeando el caos como hacen los niños locos en los romances de los cuentos. A pesar de la evidente atracción de los dos protagonistas, nunca tienen sentido como pareja, en gran medida porque la propia película nunca es coherente.

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Hay momentos llamativos aquí y allá, incluida una escena construida en torno al testimonio en el juzgado de Gary Puddles (Leigh Gill), un colega de los días de Fleck como payaso de alquiler. En la primera película, Puddles es testigo de cómo Fleck (o el Guasón) apuñala a otro colega hasta matarlo (¡eso es entretenimiento!), y ahora ha sido llamado para relatar el sangriento desastre. Gill hace palpables tanto el miedo trémulo como la angustia de su personaje; es un momento de sentimiento poco frecuente en la película, que Phillips socava casi al instante insertando un plano que muestra que Puddles, que es de baja estatura, está sentado sobre una guía telefónica. Tanto si Phillips estaba atizando --o provocando-- a los espectadores a reírse de esta imagen, el corte lo único que logra es debilitar la interpretación del actor.

Phillips ha atiborrado Guasón 2: Folie à Deux de alusiones cinematográficas que pueden expresar sus influencias o simplemente sugerir que pasó mucho tiempo durante la pandemia pegado a Turner Classic Movies. Sea como fuere, hay referencias esparcidas como migas de pan a películas como Tiempos modernos de Chaplin (también citada en la primera película) y a personajes como Pepé Le Pew, y el juez (Bill Smitrovich) que preside el juicio de Fleck tiene más de un parecido pasajero con Scorsese. En una escena, Harley y Fleck (o el Guasón, lo que sea), ven un fragmento de The Band Wagon, el musical de Vincente Minnelli de 1953 con Fred Astaire y Cyd Charisse como intérpretes que trabajan junto a un "director genio" para montar un nuevo espectáculo.

Al igual que el subtítulo en francés de la secuela (en su día un término clínico para una rara psicosis compartida), este guiño a un autor pomposo parece un gesto astuto, autorreflexivo y casi autoburlón de Phillips, aunque también podría interpretarse como defensivo, como si se estuviera preparando para las críticas. Al igual que Guasón, la secuela rebosa ambición, desde la locura metódica de Phoenix --adelgazó tanto que parece que sus huesos van a atravesar su piel-- hasta los tonos siniestros de la banda sonora de Hildur Gudnadottir. Sin embargo, mientras que Phillips y Phoenix parecían igualmente comprometidos en captar la atención de la audiencia en la primera película, en Guasón 2: Folie à Deux parecen más interesados en negarle un mínimo de placer, un triunfo que comparten a partes iguales.

Guasón 2: Folie à DeuxClasificada R por violencia sangrienta. Duración: 2 horas 18 minutos. En cines.

Manohla Dargis es la crítica de cine principal del Times. Más de Manohla Dargis

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