Conmoción en Francia: se mostraron videos de los acusados de violar a una mujer drogada

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Gisèle Pelicot luchó para que se mostraran públicamente en el tribunal los videos explícitos grabados por su marido, insistiendo en que eran pruebas esenciales en el caso de violación contra él y otros 50 hombres.

Un silencio demoledor se apoderó del juzgado cuando empezaron a proyectarse los videos en tres pantallas.

Allí estaba Gisèle Pelicot, la víctima en el centro de un juicio por violación que ha conmocionado a Francia, tumbada de lado en una cama, con los brazos inertes y la boca abierta. El sonido de sus ronquidos llenaba el tribunal. Parecía estar profundamente dormida.

En los videos, no respondía a las caricias de los hombres, quienes practicaban actos sexuales con su cuerpo.

Pelicot había luchado con fuerza para que estos videos se mostraran públicamente en el tribunal porque, afirmó, eran pruebas irrefutables. Mientras que la mayoría de las víctimas de violación solo cuentan con su palabra y su recuerdo de los hechos, Pelicot dispone de una biblioteca de pruebas en forma de videos y fotografías, captadas por su propio marido.

Mostrarlas públicamente era esencial, dijo su abogado Antoine Camus al juzgado, "para mirar a la violación directamente a los ojos".

Fue otro momento impactante en un juicio que durante el último mes ha parecido agarrar a Francia por el cuello y sacudirla violentamente. El caso ha suscitado profundos cuestionamientos sobre las relaciones entre hombres y mujeres, la prevalencia de la violación y las nociones del consentimiento.

Más de 50 hombres están siendo juzgados al mismo tiempo. Casi todos están acusados de violación con agravantes contra Pelicot, abuela y directiva retirada de una gran empresa, mientras se encontraba en estado inconsciente. El que fuera su marido durante 50 años, Dominique Pelicot, se ha declarado culpable de mezclar drogas en su comida y bebida y de invitar a otras personas a su casa, en un pueblo del sur de Francia donde se habían retirado, para que se unieran a él en la violación de su cuerpo inerte.

Aunque Gisèle Pelicot, de 71 años, tenía derecho a solicitar que el juicio se celebrara a puertas cerradas, decidió hacerlo público. Dijo que no lo hacía por ella, sino para proteger a otras mujeres. La vergüenza, dijo, debe cambiar de bando: de las víctimas a los agresores.

Los hombres acusados parecen ser una galería de la sociedad francesa de clase media y trabajadora: camioneros, carpinteros y comerciantes, un enfermero, un experto en informática, un periodista local. Sus edades oscilan entre los 26 y los 74 años. Muchos tienen hijos y pareja. Durante cuatro meses, sus casos han llegado al tribunal en tandas de seis o siete por semana.

Todos menos 15 han impugnado los cargos. Muchos han alegado que fueron engañados para entrar en su dormitorio por Dominique Pelicot, quien les había ofrecido un trío juguetón con su esposa. Muchos dicen que les hizo creer que ella dormía --o fingía dormir-- como parte de la fantasía sexual de la pareja. Pelicot los manipulaba cuando eran vulnerables, han dicho algunos de los hombres, y los dirigía en los actos como un director de escena. Dijeron que habían seguido ciegamente sus órdenes.

Uno dijo esta semana que creía que él también estaba drogado y que no recordaba nada desde que entró en la habitación hasta que volvió a su coche más tarde. Otro dijo que estaba tan aterrorizado por Pelicot, al que consideraba un "depredador" y un "psicópata", que interactuó con el cuerpo de Gisèle Pelicot serenamente para "no mostrar debilidad y que me atacara".

"Tomaron una línea precisa de defensa", dijo el viernes al tribunal Camus, uno de los abogados de Pelicot. Gisèle Pelicot ha dicho que, aunque tal vez engañaron a los hombres para que entraran en su dormitorio, una vez allí ella estaba tan inconsciente que era evidente que no podía haber dado su consentimiento.

Aquí es donde entran en juego los videos. Dominique Pelicot filmó la mayoría de los encuentros, a menudo con dos cámaras, y los editó y tituló cuidadosamente. En el curso de su investigación, la policía encontró más de 20.000 videos y fotografías en sus dispositivos electrónicos, muchos de ellos en una carpeta digital titulada "Abuso".

Tras decidir inicialmente que los videos no se verían por su naturaleza "indecente e impactante", los jueces del tribunal penal de Aviñón cambiaron de opinión tras un acalorado debate en la sala el viernes. El juez titular, Roger Arata, anunció que no se proyectarán todos los videos, sino solo aquellos considerados "estrictamente necesarios" para la "manifestación de la verdad".

El viernes por la tarde se proyectaron en las tres pantallas planas del juzgado unos 12 videos y una decena de fotos, que se proyectaron también en la sala para el público, quien ha seguido haciendo fila todos los días para ver el proceso y apoyar a Gisèle Pelicot.

Los nombres de los videos, repletos de palabras vulgares y leídos en voz alta por el fiscal, hicieron estremecer a muchos observadores. Arata dijo en un momento dado que ya no tenía ningún "deseo particular" de leerlos en voz alta.

En muchos de los videos, Pelicot aparecía desnuda, pero en algunas llevaba liguero, ropa interior y medias blancas. En uno de los videos, llevaba una venda en los ojos. Su marido declaró a la policía que a menudo la vestía cuando estaba inconsciente y que, al final de la noche, la limpiaba y le volvía a poner la ropa de dormir.

Se vio a los acusados acariciándole los costados y las partes íntimas con las manos y la boca. Cinco fueron captados introduciendo sus penes en la boca floja de ella. En ocasiones, la cámara hacía acercamientos para obtener primeros planos. Aunque en algunas se veía a Gisèle Pelicot moverse ligeramente, en ninguna se la veía responder a las caricias. A menudo roncaba ruidosamente.

La duración de los videos fue larga e incómoda. Uno de los acusados bajó la cara. Muchos abogados y periodistas dejaron de mirar las pantallas.

Thierry Postat, técnico de refrigeración de 61 años, quien se encuentra entre los acusados, declaró ante el tribunal que había practicado el intercambio de parejas desde los 30 años. Dijo que, en al menos otros tres casos, había sido invitado a los dormitorios por maridos para mantener relaciones sexuales con sus esposas dormidas, de las que solo una se despertó.

"Confié en Pelicot", porque la mayoría de las veces entre los swingers, dijo Postat al tribunal, "es el hombre quien organiza las cosas".

Pero Postat fue presionado por el abogado de Pelicot, Camus: "¿Realmente pensó que estaba practicando un intercambio de parejas? ¿Ve una pareja ahí?", le preguntó Camus a Postat, refiriéndose al video que acababa de proyectarse.

"Sí", respondió Postat. "Así lo recuerdo".

Otro video captó a Simone Mekenese penetrando a Gisèle Pelicot, mientras ella estaba tumbada de lado durmiendo.

"¿No era consciente de que estaba inconsciente?", le preguntó Stéphane Babonneau, un segundo abogado de Gisèle Pelicot.

"No", respondió Mekenese, de 43 años, conductor en una obra en construcción y quien era vecino de la pareja en ese momento. "Pensé que participaría pronto".

Un argumento que se escuchó repetidamente en el tribunal esta semana fue que, aunque puede que no obtuvieran el consentimiento directo de Gisèle Pelicot, los hombres acusados no fueron a casa de los Pelicot con intención de violarla.

El día anterior, Postat había dicho al tribunal que podían ser violadores puesto que no habían recibido el consentimiento, "pero no somos violadores en el fondo".

Tras dos horas de visualización de los videos, la sesión terminó abruptamente. La gente salió atónita del juzgado y de la sala de desbordamiento.

"Estamos en estado de shock", dijo Anne-Marie Galvan, de 58 años, auxiliar de enfermería en el hospital local. Su marido, Serge Galvan, estaba cerca, con lágrimas en los ojos.

"Casi me avergüenzo de ser hombre", dijo. "Se veía que dormía. Era evidente que estaba inconsciente".

La pareja y el resto del público aplaudieron enérgicamente cuando Gisèle Pelicot pasó junto a sus abogados hacia la salida del tribunal. Pelicot se detuvo, miró al grupo y se llevó la mano al corazón.

"Estamos aquí por ella. No debemos defraudar a esta mujer. Debemos darle toda la fuerza posible. Es importante para las mujeres", dijo Galvan.

"Esto", añadió, recordando las escenas de la pantalla, "tiene que acabar".

Ségolène Le Stradic colaboró con reportería.

Catherine Porter es reportera de la sección Internacional del Times. Reside en París. Más de Catherine Porter

Ségolène Le Stradic colaboró con reportería.

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