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Hermano distanciado del presidente Daniel Ortega, había estado bajo arresto domiciliario durante meses después de hacer declaraciones que enfurecieron al mandatario.
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Humberto Ortega Saavedra, ex jefe de las fuerzas armadas de Nicaragua y hermano menor del actual presidente, quien cuestionó públicamente el gobierno "dictatorial" de su hermano solo para terminar bajo arresto domiciliario, murió el lunes, según anunció el gobierno nicaragüense. Tenía 77 años.
Ortega llevaba varios meses enfermo, con graves problemas de corazón, dijo el ejército nicaragüense en un comunicado. Murió en un hospital militar en la capital del país, Managua.
Ortega fue un miembro clave del Frente Sandinista de Liberación Nacional, movimiento de izquierda que en 1979 derrocó a la dictadura derechista de Anastasio Somoza.
Junto con su hermano, Daniel Ortega, actual presidente de Nicaragua, formó parte del directorio de nueve hombres que gobernó Nicaragua durante una guerra civil contra los rebeldes apoyados por EE. UU. conocidos como los contras, un conflicto que duró toda la década de 1980.
Al anunciar su muerte, el gobierno reconoció su "contribución estratégica" como sandinista, movimiento al que se unió como adolescente.
"Era conocido como uno de los estrategas militares más importantes durante la insurrección", dijo Mateo Jarquín, historiador de Nicaragua en la Universidad Chapman de California.
Ortega publicó varios libros de memorias sobre su papel en la caída del régimen de Somoza --una dinastía familiar corrupta que gobernó Nicaragua durante décadas-- y se enorgullecía de haber ayudado a traer el cambio a la nación centroamericana, dijo Jarquín.
Una vez que los sandinistas ganaron, se culpó a Ortega de instituir el servicio militar obligatorio durante el combate a los contras y algunos le adjudicaron una masacre de indígenas de la que se acusó a los sandinistas en diciembre de 1981.
Pero podría decirse que el mayor legado de Ortega llegó después de la revolución y la guerra posterior. Se le conoce sobre todo por profesionalizar las fuerzas armadas, transformándolas de una fuerza partidista vinculada a un único partido político en un ejército legítimo.
Después de que los sandinistas perdieron el poder en las elecciones de 1990, la entonces presidenta Violeta Barrios de Chamorro lo mantuvo al frente de las fuerzas armadas, una medida controvertida que Chamorro consideró clave para el éxito de la transición.
"Ella lo veía como un instrumento para ayudar a pacificar el país", dijo John Maisto, quien fue embajador de EE. UU. en Nicaragua durante su gobierno. "Fue una decisión muy acertada".
Aun así, se enfrentó a la presión de los conservadores, tanto en Nicaragua como en Estados Unidos, para que lo despidiera.
Durante su tiempo al servicio del gobierno de Chamorro, Ortega redujo el tamaño del ejército y supervisó una transición que incluyó la eliminación de la palabra "sandinista" de su nombre.
"Todo ello formaba parte de la transición democrática", dijo Maisto. "Entre los militares nicaragüenses se le respetaba".
Durante años, Ortega fue asediado por acusaciones de que ayudó a encubrir el asesinato en 1990 de un niño de 16 años de edad, quien fue baleado por miembros del equipo de seguridad de su caravana. El caso fue trasladado a una corte militar, que lo absolvió, pero un tribunal internacional de derechos humanos ordenó posteriormente al gobierno el pago de 20.000 dólares por daños y perjuicios.
Permaneció en el cargo hasta 1995 y más tarde se trasladó a Costa Rica, donde tuvo éxito en varios negocios, ayudado por los numerosos contactos que había hecho durante sus años en el cargo.
Su hermano Daniel fue elegido presidente en 2007 y ha sido acusado de instaurar una dictadura dinástica autoritaria muy parecida a la que los hermanos Ortega ayudaron a derrocar.
Humberto Ortega utilizó su posición de hermano del presidente para denunciar los abusos. Cuando cientos de personas murieron en un levantamiento popular en 2018, Ortega cuestionó públicamente el uso de grupos paramilitares de civiles armados, pidió elecciones anticipadas e instó a su hermano a trabajar con el ejército para encontrar una solución a la crisis.
En una entrevista este año con un sitio de noticias argentino, Infobae, después de regresar a Nicaragua, cuestionó si alguien podría reemplazar a un dictador autoritario.
"Porque la misma tendencia autoritaria, personalista, verticalista de mandar, ha castrado las correas de trasmisión del partido", dijo.
La declaración enfureció al presidente y a su esposa y anticipada sucesora, la vicepresidenta Rosario Murillo.
En cuestión de horas, los medios de comunicación informaron que la policía había rodeado la casa de Ortega y confiscado sus dispositivos electrónicos. Nunca más se supo de él. Se informó ampliamente de que Ortega se encontraba bajo arresto domiciliario desde mayo.
Más tarde, el presidente calificó a su hermano pequeño de "traidor" por haber concedido en una ocasión una importante condecoración militar a un estadounidense.
"Rosario lo veía como una especie de rival: no quería que Daniel escuchara a nadie que no fuera ella", dijo Stephen Kinzer, profesor de la Universidad de Brown quien cubrió la guerra de los contras para The New York Times. "Él habría sido el único capaz de competir".
Un comunicado de su familia decía que le sobrevivían tres hijas y dos hijos.
Frances Robles es una reportera del Times que cubre América Latina y el Caribe. Lleva más de 25 años informando sobre la región. Más de Frances Robles.