En 'La leyenda de Zelda: Ecos de sabiduría', Nintendo apuesta por la princesa

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Computer and Video GamesThe Legend of Zelda: Echoes of Wisdom (Video Game)Nintendo Co Ltd

El nuevo título de la saga utiliza la tierra de Hyrule como una plataforma para experimentar y explorar, y tiene bastante éxito en ese sentido.

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La leyenda de Zelda: Ecos de sabiduría nos vuelve a llevar al amenazado mundo de fantasía medieval llamado Hyrule. Esta vez, una fuerza misteriosa ha estado creando grietas que absorben edificios y personas por igual, llevándolos a un vacío oscuro y misterioso. Comienzas luchando en una mazmorra como Link, el protagonista de todos los juegos anteriores de Zelda, pero tu tiempo con él es breve.

Por primera vez, la princesa Zelda asume el papel heroico.

Trabajando con un diminuto orbe amarillo llamado Tri, Zelda se propone reparar las numerosas grietas que se abren a lo largo del extenso mundo abierto del juego y devolver a Hyrule a su idílico estado previo. Lo que hace especial a Ecos de sabiduría es la manera en que lleva a cabo esta tarea.

Tri dota a Zelda de una varita mágica que le permite manipular el entorno de varias maneras. No solo puede agarrar objetos lejanos y moverlos, una mecánica familiar para quien haya jugado a títulos recientes de La Leyenda de Zelda: Aliento de lo salvaje o Lágrimas del Reino, sino que también puede hacer un eco, o copia, de casi todo lo que hay en el mundo del juego.

Ya sea un arbusto o una vasija de barro, un bloque de hielo, una cama acolchada de felpa o un Moblin blandiendo espadas, poco queda fuera del alcance de los poderes de duplicación de Zelda. Es infinitamente divertido.

En vez del conocido juego de espada y escudo que define a la franquicia, Zelda puede aportar un montón de soluciones creativas a los encuentros con los enemigos. Puede lanzarles una bandada de cuervos, congelarlos con un Keese de hielo, prender fuego al entorno con una Llamababa reptante o solo con levantar al monstruo con el rayo tractor de la varita y tirarlo por el acantilado más cercano.

La magia también aporta soluciones fascinantes e ingeniosas a los numerosos rompecabezas ambientales del juego. Puedes usar los bloques de pisotón como peldaños para alcanzar plataformas más altas. Puedes extender puentes líquidos sobre abismos o elegir que te lleven sobre una baldosa voladora. Puedes juntar un montón de camas hasta crear una escalera muy fea, aunque perfectamente funcional. Es magia poderosa que refresca el juego.

Cada zona ofrece nuevos monstruos y entornos, como zonas frías con paredes que se derriten y zonas submarinas con corrientes rápidas por las que navegar, contra los que puedes emplear tu surtido de ecos. El nivel de dificultad por defecto del juego es indulgente, y te da mucho espacio para experimentar antes de encontrar una solución que funcione de forma interesante o francamente ridícula. Aunque Zelda tiene acceso a las armas de Link a lo largo del juego, a menudo es mucho más entretenido introducir monstruos o elementos del entorno y descubrir qué efectos sorprendentes pueden tener.

Tri y sus aliados globulares usan una magia similar pero a una escala mucho mayor. Pueden traer castillos enteros, plazas, templos y lagos desde el vacío conocido como el mundo del vacío, y devolverlos enteros a sus emplazamientos originales. Es un efecto extraño. Y lo es doblemente gracias a la estética de juguete de Ecos de sabiduría, cuyo aspecto de diorama con esquinas redondeadas se estableció en la adaptación de El despertar de Link de 2019.

Todo en Ecos de sabiduría encaja con precisión en su propio espacio, con una profundidad y altura predeterminadas. En una de las primeras secuencias de curación, ves cómo un aliado de Tri ubica un árbol en el lado derecho de una casa y sale flotando de la pantalla solo para regresar de inmediato y hacer aparecer de la nada un gemelo perfectamente simétrico en el lado opuesto de la casa. Es como ver a un desarrollador construir una sección del mapa en tiempo real.

Todo parece intercambiable, todo parece el eco de un eco. Y eso da la impresión de que muy pocas cosas en el mundo tienen sustancia real o un significado específico. Como Zelda puede arrasar con casi todo, a veces resulta confuso saber qué objetos son reales y cuáles son ecos temporales.

Esta confusión encaja con el enfoque que Nintendo siempre ha adoptado con sus juegos de La leyenda de Zelda, que, a diferencia de sus series de Mario o Metroid, no son tanto una narración lineal con lazos argumentales como una repetición interminable del mismo viaje heroico con personajes relativamente inexpresivos.

Los juegos intentan, a través de su texto, venderse como historias mitológicas, encajando a sus protagonistas en arquetipos determinados por el destino como el héroe y la sacerdotisa de leyenda. En gran medida, los detalles reales de la trama son arbitrarios y carecen de importancia. Los mismos tipos de monstruos, los mismos pueblos, los mismos personajes secundarios que aparecen obedientemente antes de marcharse. Cuando entra el rey Rhoam, reconozco su personaje de Aliento de lo salvaje. No es específico de Ecos de sabiduría, es más un símbolo que hace avanzar la trama que el padre de Zelda con motivaciones personales.

Ecos de sabiduría confunde aún más las cosas al plantear la cuestión de si estos personajes son ecos reales o falsos; en la historia, a menudo aparecen como impostores que se hacen pasar por los originales.

Hay cierta ironía en todo esto si tenemos en cuenta la agresividad con la que Nintendo persigue los casos de infracción de los derechos de autor. Tiene un largo historial de contiendas judiciales con los creadores de juegos creados por fanáticos y recientemente ha presentado una demanda por infracción de patentes contra los desarrolladores de Palworld, cuyos personajes y mecánicas se parecen a los de la franquicia Pokémon.

Cuando se trata de los personajes y la mitología subyacente a sus mundos, Nintendo mantiene un control extraordinariamente férreo. Pero dentro de ese espacio protegido, suele ofrecer a los jugadores un mundo sorprendentemente flexible y experimental. Después de todo, ¿hasta qué punto puede Nintendo ser tan estricta con la tradición de La leyenda de Zelda cuando, en Ecos de sabiduría, puedes tumbarte en una cama en medio de una batalla campal y dormir una siesta para recuperar tus corazones perdidos? ¿O encender un brasero en llamas junto a un muñeco de nieve viviente, sentarte y observar el macabro espectáculo de cómo se derrite hasta convertirse en un charco?

Otras series de larga duración, como Final Fantasy, reinician sus historias en cada encarnación, pero cada una presenta nuevos personajes con relaciones específicas con sus mundos únicos. Con Zelda, tienes el mismo Hyrule, la misma aldea Kakariko bajo el volcán Eldin, el mismo monte Lanayru, el mismo desierto Gerudo azotado por tormentas de arena. Es lo suficientemente específico como para sentirse familiar e intocable al mismo tiempo.

Ecos de sabiduría utiliza Hyrule como una plataforma para experimentar y explorar, y tiene bastante éxito en este sentido. Pero este Hyrule no es un lugar que me permita conectar emocionalmente con sus personajes, o verlos como algo más que elaborados juguetes que podemos tomar y dejar caer por ahí.

Mientras manejo a mi pequeña Zelda, quien luce adorables atuendos y gira con elegancia, balanceando su coleta con una floritura, me divierto recreando el mito de la historia. Esta vez hay algunos giros espeluznantes y vueltas existenciales cuando figuras queridas pierden el color y la vida ante sus ojos y son arrastradas al malévolo mundo del vacío.

Sin embargo, no puedo evitar preguntarme cómo sería Ecos de sabiduría si tomara el mismo espíritu experimental en su jugabilidad y lo aplicara a sus icónicos personajes. Nintendo haría bien en rescatarlos del vacío atemporal de su legado inalterable, no para usarlos como arquetipos planos, sino como personajes reales y vivos que podrían desmarcarse mejor de décadas de historia.

La leyenda de Zelda: Ecos de sabiduría saldrá a la venta para Nintendo Switch el próximo jueves.

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