Detrás del audaz plan de OpenAI para hacer fluir la IA como electricidad

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SAN FRANCISCO -- A finales del año pasado, Sam Altman, director general de OpenAI, comenzó a promover un plan audaz que esperaba pudiera crear el poder computacional que su empresa necesitaba para construir inteligencia artificial más potente.‌En reuniones con inversionistas en los Emiratos Árabes Unidos, fabricantes de chips para computadora en Asia y funcionarios en Washington, propuso una colaboración en un proyecto de varios billones de dólares con el propósito de erigir nuevas fábricas de chips computacionales y centros de datos en todo el mundo, incluido el Medio Oriente. Aunque algunos participantes y reguladores se opusieron a partes del plan, las conversaciones han continuado e incluso se extendieron a Europa y Canadá.‌El plan de acción de OpenAI para el futuro de la tecnología mundial, que nueve personas cercanas a las conversaciones de la empresa le describieron a The New York Times, consiste en crear innumerables centros de datos capaces de proporcionar una reserva global de poder computacional dedicada a construir la siguiente generación de IA.‌Aunque la campaña de Altman parecía un tanto inverosímil, demostró que, en solo unos años, el empresario se ha convertido en uno de los ejecutivos tecnológicos más influyentes, capaz de obtener en unas cuantas semanas una audiencia con personalidades adineradas de Medio Oriente, gigantes asiáticos de la manufactura y los principales reguladores de Estados Unidos.‌También demostró que la industria tecnológica está decidida a acelerar el desarrollo de una tecnología que afirma podría provocar una transformación comparable a la de la Revolución Industrial.‌Cuando corrió la noticia de que Altman, de 39 años, quería conseguir billones de dólares, el empresario fue blanco de burlas por buscar una inversión equivalente a alrededor de una cuarta parte de la producción económica anual de Estados Unidos. Algunos funcionarios de Washington también expresaron su inquietud por los planes de una empresa estadounidense de construir tecnología vital en Medio Oriente. Para construir infraestructura de IA en varios países, las empresas estadounidenses necesitan autorización de funcionarios del país encargados de supervisar los controles a la exportación.‌Altman con posterioridad moderó sus ambiciones a cientos de miles de millones de dólares, según las nueve personas, y concibió una nueva estrategia: empezar por colaborar en la construcción de centros de datos en Estados Unidos para cortejar a los funcionarios del gobierno estadounidense.‌Todavía no se sabe a ciencia cierta cómo funcionaría todo esto. OpenAI ha intentado reunir una especie de federación de empresas con constructoras de centros de datos como Microsoft, inversionistas y fabricantes de chips. Pero no se han definido detalles como quién pagaría el dinero, quién lo recibiría y qué construirían.‌Al mismo tiempo, OpenAI ha sostenido pláticas independientes con el objetivo de recaudar 6500 millones de dólares para respaldar su propio negocio, acuerdo que llevaría la valuación de la empresa emergente a 150.000 millones de dólares. La empresa de inversiones tecnológicas de Emiratos Árabes Unidos MGX es una de las posibles inversionistas, además de Microsoft, Nvidia, Apple y Tiger Global, según dijeron tres personas enteradas de las conversaciones.‌OpenAI busca efectivo porque sus costos superan por mucho sus ingresos, informaron las tres personas. Cada año recauda más de 3000 millones de dólares en ventas, pero gasta alrededor de 7000 millones de dólares.‌Bloomberg, The Wall Street Journal y Reuters han difundido en el pasado noticias sobre los planes de OpenAI. Algunas conversaciones con las nueve personas cercanas a las pláticas, que solicitaron permanecer en el anonimato porque no están autorizadas para hablar con los medios, ofrecen un panorama más amplio de los proyectos de la empresa y cómo ha evolucionado su estrategia.

(El Times demandó a OpenAI y a Microsoft en diciembre por infracciones a derechos de autor sobre contenido de noticias relacionado con sistemas de IA).

En conversaciones privadas, Altman ha comparado los centros de datos del mundo con la electricidad, según tres personas cercanas a las pláticas. A medida que se ha generalizado el acceso a la electricidad, las personas han encontrado mejores maneras de utilizarla. Altman esperaba hacer lo mismo con los centros de datos y, a fin de cuentas, lograr que las tecnologías de IA fluyeran igual que la electricidad.‌Las habilidades de chatbots como ChatGPT de OpenAI se generan a partir del análisis de cantidades enormes de datos digitales. Por desgracia, los chips y los centros de datos que impulsan este proceso son escasos. Si esa oferta aumenta, OpenAI está convencida de que podrá construir sistemas de IA más poderosos.‌Las nueve personas enteradas de los diálogos de la empresa compartieron que, en decenas de reuniones, los ejecutivos de OpenAI han instado a las empresas tecnológicas y a los inversionistas a ampliar el poder computacional global.‌"Sam piensa en opciones para mantener relevante a OpenAI", aseveró Daniel Newman, director ejecutivo de la empresa de investigación tecnológica Futurum Group. "Necesita más cómputo, más conectividad, más potencia".‌El plan original de Altman era que Emiratos Árabes Unidos financiara la construcción de varias plantas de fabricación de chips, cuyo costo puede ser de hasta 43.000 millones de dólares cada una. El plan reduciría los costos de fabricación de chips para empresas como Taiwan Semiconductor Manufacturing Co., la mayor productora de chips del mundo.‌TSMC fabrica semiconductores para Nvidia, la principal desarrolladora de chips de IA. El plan le permitiría a Nvidia producir más chips. OpenAI y otras empresas aprovecharían esos chips en más centros de datos de IA.‌Altman y sus colegas evaluaron la posibilidad de construir los centros de datos en Emiratos Árabes Unidos, una nación con energía eléctrica de sobra. En Estados Unidos, ha sido complicado para las empresas construir nuevos centros de datos porque no hay suficiente energía eléctrica para operarlos.‌OpenAI dialogó sobre la opción de financiar el plan de infraestructura con MGX, un vehículo de inversión centrado en IA creado por los Emiratos Árabes Unidos. También se reunió con TSMC, Nvidia y Samsung, otra empresa de chips.‌Omar Sultan al Olama, ministro de Estado para IA de esa nación, le comentó al Times en una entrevista realizada en marzo que "es lógico en cuestión de negocios" participar en un acuerdo de tales dimensiones.‌Nvidia se negó a hacer comentarios. MGX y Samsung no respondieron a nuestras solicitudes de comentarios.‌OpenAI indicó en un comunicado que su prioridad es construir infraestructura en Estados Unidos "con el objetivo de garantizar que Estados Unidos mantenga su posición como líder global en innovación, impulse la reindustrialización en todo el país y garantice un amplio acceso a los beneficios de la IA".‌Will Moss, vocero de TSMC, señaló que la empresa está dispuesta a dialogar sobre una posible expansión del desarrollo de semiconductores, pero está concentrada en sus proyectos actuales de expansión global y "no tiene ningún plan de inversión nuevo que dar a conocer en este momento".

Durante un discurso la semana pasada en un evento para inversionistas de T-Mobile, que es cliente de OpenAI, Altman adoptó un tono más moderado con respecto a las ambiciones de la empresa.‌"Construimos sobre una cantidad gigantesca de trabajo que se hizo en el pasado", afirmó. "Si pensamos en todo lo que tuvo que pasar en la historia de la humanidad para descubrir los semiconductores y construir chips y redes y estos enormes centros de datos, solo estamos aportando nuestro granito de arena encima de todo eso".

A la izquierda, Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, dirige un discurso desde el escenario con Kevin Scott, director de tecnología de Microsoft, durante la conferencia anual de ingeniería y desarrollo de Microsoft en Seattle, el 21 de mayo de 2024. (Grant Hindsley/The New York Times).

Jensen Huang, director ejecutivo de Nvidia, en la conferencia anual de la empresa en San José, California, el 18 de marzo de 2024. (Jim Wilson/The New York Times).

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