Michaela DePrince, huérfana de guerra convertida en primera bailarina, muere a los 29 años

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En un orfanato pobre de Sierra Leona, anhelaba bailar ballet. Tras ser adoptada por unos padres estadounidenses, su improbable sueño se hizo realidad.

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Michaela DePrince, aclamada bailarina nacida durante la guerra civil de Sierra Leona cuya vida no era menos fantástica que los cuentos de hadas que inspiran el ballet, murió el 10 de septiembre en Nueva York. Tenía 29 años.

Su muerte fue confirmada por sus hermanos Mia y Erik DePrince. Dijeron que la causa no estaba "inmediatamente clara" y declinaron dar más detalles.

DePrince acumuló toda una carrera de logros en la década de 2010.

A principios de la década, se dio a conocer por su papel en First Position, un popular documental de Bess Kargman sobre una competición que impulsa a bailarines adolescentes a lo más alto de la profesión.

Luego se convirtió en bailarina principal del Dance Theater of Harlem, antes de ser contratada por el Ballet Nacional de Holanda. Tuvo papeles principales en ballets tan importantes como El Cascanueces y Coppelia, y fue solista en Cenicienta y en la Tarantella de George Balanchine.

DePrince se labró una reputación por su estilo atlético. En The New York Times, la crítica Roslyn Sulcasle atribuyó una "rapidez explosiva". La revista Dance Spiritescribió en 2012: "Poderosa es la primera palabra que me viene a la mente".

DePrince voló de regreso a Estados Unidos desde los Países Bajos para una aparición en el video musical de Beyoncé para la canción "Freedom", de su álbum de 2016, Lemonade. Fue patrocinada por Nike. En los debates sobre destacadas bailarinas negras, a menudo se le mencionaba junto a Misty Copeland. Al escribir en el Times en 2018, Copeland la describió como "una de las artistas jóvenes más visibles y brillantemente talentosas de la actualidad".

La historia de DePrince como huérfana de Sierra Leona, incluida como un detalle en First Position, fue contada en su totalidad en sus memorias ampliamente elogiadas, Taking Flight: From War Orphan to Star Ballerina, que escribió con su madre adoptiva, Elaine DePrince. Es la crónica de una transformación de circunstancias tan completa como pueda imaginarse.

Mabinty Bangura nació el 6 de enero de 1995 en una zona rural del distrito de Kenema, al sureste de Sierra Leona, en la costa occidental de África. Su padre cosechaba arroz y fabricaba manteca de karité en unas tierras que poseía con su hermano. También trabajó en minas de diamantes.

Mabinty nació con vitíligo, una enfermedad cutánea que le provocaba manchas en la piel. Algunas personas, incluido su tío, pensaban que eso la convertía en portadora de mala suerte. Cuando le dijeron que no podría casarse, su padre replicó que era muy importante que se educara. Aprendió a leer y escribir en árabe y dominó varias lenguas africanas.

Todo cambió cuando su padre fue asesinado en las minas. Ella y su madre fueron acogidas por su tío. En su libro, describe cómo le pegaba y le negaba la comida. Su madre intentó protegerla, pero acabó muriendo de desnutrición y fiebre. Su tío la llevó a un orfanato.

Allí le dieron un nuevo nombre que también era una clasificación: número 27, la menos favorecida entre todos los niños de su nuevo hogar. Se le servía la comida en último lugar y, por tanto, era la que menos recibía, y se le dio a entender que merecía su humilde posición por tener la piel manchada. Había otra niña en el orfanato cuyo nombre de nacimiento era Mabinty. La designaron con el número 26, por ser zurda. Las niñas se hicieron muy amigas.

La vida en el orfanato estaba llena de palizas, desnutrición y escenas horribles, como el asesinato de un profesor.

Un día, una ráfaga de viento hizo entrar en el orfanato un número de la revista Dance. En la portada aparecía la imagen de una bailarina en punta. Sonreía, parecía feliz. Mabinty también quería ser feliz. Empezó a dar vueltas y a ponerse de puntillas. Guardó la portada de la revista como un talismán.

Finalmente, una milicia ocupó el orfanato. Los residentes huyeron al estado vecino de Guinea. Caminando hacia la frontera, Mabinty vio cientos de cadáveres y cuerpos en descomposición.

Casi al mismo tiempo, a miles de kilómetros de distancia, en Cherry Hill, Nueva Jersey, una profesora de educación especial jubilada llamada Elaine DePrince y su esposo, Charles DePrince, ejecutivo de una empresa de suplementos nutricionales, planeaban adoptar.

Elaine había deseado adoptar niños desde que conoció el concepto de adopción cuando era pequeña. En la década de 1980, adoptó a tres niños con hemofilia, sintiendo que era su deber porque otros padres adoptivos no querían ocuparse de sus problemas médicos. A principios de los 90, todos ellos contrajeron el virus de la inmunodeficiencia humana, al igual que muchas otras personas con hemofilia que dependían de productos para la coagulación de la sangre. Esto les causó la muerte.

Uno de sus hijos adoptivos, Michael, se había inspirado en la idea de adoptar un bebé de un país africano asolado por la guerra. Tras su muerte, los DePrince decidieron hacerlo. Elaine voló a África con la intención de adoptar a una niña llamada Mabinty, a la que había visto sonriendo en una fotografía.

Cuando Elaine llegó, le dijeron que había dos Mabintys. Decidió adoptar a las dos. La número 26 se convirtió en Mia Mabinty DePrince; la número 27, en Michaela Mabinty DePrince, llamada así por Michael.

Elaine llevó a sus hijas a su habitación de hotel, donde tenía una maleta llena de juguetes. Mia se puso a jugar encantada. Michaela rebuscó en el equipaje de Elaine. Elaine estaba confusa. Entonces Michaela le enseñó la querida portada de la revista y empezó a hacer piruetas. Había estado buscando unos zapatos de baile.

En Nueva Jersey, Elaine le prometió a Michaela que podría asistir a clases de ballet cuando supiera hablar inglés. Rápidamente, descubrieron que tenía talento y se lanzó a la danza.

Cuando la familia se trasladó a Vermont, Michaela empezó a estudiar en su escuela de ballet y se matriculó en una secundaria en línea. La separación de su familia fue dolorosa --llamaba a Mia llorando porque la echaba mucho de menos--, pero más tarde explicaría su decisión de irse de casa diciendo que su objetivo era dedicarse al ballet.

First Position documenta a Michaela mientras gana una beca para la Escuela Jacqueline Kennedy Onassis en el American Ballet Theater de Nueva York. Un año después del estreno de la película, ya era reseñada como bailarina en el Times. En 2014, actuaba en Ámsterdam como solista en El lago de los cisnes. El Ballet Nacional de Holanda tuvo que poner una moratoria a las solicitudes para entrevistar a DePrince para que pudiera centrarse en la danza.

Estaba claro que se presionaba mucho a sí misma. "Me gustaría cambiar la forma en que la gente ve a los bailarines negros", declaró a The Guardian en 2012. "Odiaría decepcionar a alguien".

En 2017, DePrince se rompió el tendón de Aquiles. Ya no podía perderse en el ballet, y se encontró pensando en las pesadillas recurrentes que tenía sobre su infancia. Se dio cuenta de que todas las promociones, compromisos, entrevistas, trabajos escritos y videos musicales en los que tenía que contar su vida le estaban haciendo revivir sus recuerdos más oscuros.

"Si no me hubiera roto el tendón de Aquiles, no creo que hubiera tenido tiempo ni espacio para darme cuenta de lo importante que era mi salud mental", declaró a la revista Pointe en 2021. Ese año, dejó su puesto de solista en el Ballet Nacional de Holanda para regresar a Estados Unidos como segunda solista del Ballet de Boston. Pointe describió la decisión como una sorpresa para el mundo de la danza.

DePrince dejó el Ballet de Boston este año, dijeron sus hermanos Mia y Erik. Había estado viviendo tanto en Nueva York como en Boston.

Además de ellos, a DePrince le sobreviven otro hermano, Adam DePrince, y cuatro hermanas más, todas ellas adoptadas de África por su familia: Amie DePrince, Jaye DePrince, Mariel DePrince y Bee Green.

La muerte de su padre adoptivo en 2020, tras una lucha contra la enfermedad de Parkinson, contribuyó a motivar a Michaela para abandonar los Países Bajos. Su madre adoptiva murió el miércoles, un día después que Michaela. Su salud había ido empeorando en los últimos meses tras agravarse su insuficiencia cardiaca congénita. Murió antes de poder enterarse de la muerte de Michaela. Después de la muerte de tres de sus hijos, dijo su familia, el hecho de que no se enterara fue un acto de gracia divina.

Alex Traub trabaja en la sección de Obituarios y ocasionalmente informa sobre la ciudad de Nueva York para otras secciones del periódico. Más de Alex Traub

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