Los migrantes detenidos en Guantánamo denuncian condiciones indeseables

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Informes y entrevistas arrojan nueva luz sobre el centro de detención, donde se vigilan las llamadas de los migrantes con sus abogados y algunos afirman que se les obliga a ponerse gafas opacas.

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Durante décadas, los migrantes interceptados en el mar cuando intentan llegar a EE. UU. han sido enviados a un centro en la bahía de Guantánamo, Cuba, un lugar más conocido por ser el campo de prisioneros de EE. UU. para sospechosos de terrorismo.

Aunque los migrantes permanecen en un espacio separado, existen en una especie de limbo legal, confinados en una base militar que opera al margen de las leyes de inmigración estadounidenses estándar. La situación siempre ha sido opaca, con escasa información pública sobre lo que allí ocurre.

Ahora, informes internos del gobierno obtenidos por The New York Times, junto con entrevistas con migrantes y grupos de defensa, han arrojado más luz sobre las condiciones en Guantánamo, incluidas las denuncias de que los migrantes han sido obligados a llevar gafas de protección durante el transporte a través de la base, que sus llamadas con abogados están vigiladas y que algunas zonas no son aptas para ser habitadas, por ratas y retretes desbordados.

Alberto Corzo dijo que salió de Cuba con esperanza de encontrar la libertad. Corzo huyó de su país con su esposa, sus tres hijos y un puñado de personas más que lograron apretujarse en el pequeño bote de madera que pasó un mes construyendo mientras planeaba su huida.

Después de que los guardacostas los detuvieran y los entregaran a Guantánamo, Corzo dijo que él y su familia vieron cómo se desvanecían sus sueños de llegar a Estados Unidos y que se sentían prisioneros de Estados Unidos, con ciertos privilegios.

En respuesta a una solicitud de comentarios, el Departamento de Seguridad Nacional dijo que los migrantes permanecían en unas instalaciones acordes con sus políticas de atención y alojamiento. Pero los propios inspectores de la agencia, quienes visitaron las instalaciones en marzo de 2023 para examinarlas en respuesta a quejas de los grupos de defensa, encontraron motivos de preocupación. Recomendaron que el Departamento dejara de retener a menores en Guantánamo y que, en su lugar, trasladara a las familias a Estados Unidos para ser procesadas.

El número de personas retenidas en Guantánamo es solo una fracción de quienes intentan cruzar la frontera sur. Solo 37 migrantes fueron retenidos allí entre 2020 y 2023; en la última década, el número de familias ha sido de un solo dígito. En febrero, el centro albergaba a cuatro migrantes, según el Departamento de Seguridad Nacional.

Estas cifras incluyen solo a quienes superaron los controles de asilo y pudieron solicitar el reasentamiento en un tercer país. No está claro cuántas personas han sido retenidas allí y deportadas rápidamente a sus países de origen.

Funcionarios del gobierno señalaron que retener a los migrantes en Guantánamo es una práctica que se ha extendido a lo largo de las administraciones presidenciales, con el objetivo de disuadir a los solicitantes de asilo de realizar el peligroso viaje en barco o balsa hasta Estados Unidos.

Pero la instalación es emblemática del creciente deseo de ambos partidos de mantener a los migrantes a distancia, y los funcionarios de EE. UU. han considerado ampliarla a medida que crisis como el caos en Haití envían a personas desesperadas hacia las costas estadounidenses. En 2019, el presidente Donald Trump sugirió usar la base militar como un corral de retención a gran escala para migrantes de todo el mundo, y ha prometido revivir y endurecer su agenda de inmigración si gana la reelección.

Controles de asilo en el mar

A los migrantes que zarpan en embarcaciones desde países como Cuba y Haití se les brinda una elección si son recogidos en el mar y superan el control inicial de asilo: pueden volver a casa, al país del que intentaban escapar, o ir a Guantánamo e intentar encontrar otro país que los acoja. No tienen una vía de acceso a Estados Unidos.

Alrededor de 500 migrantes de Guantánamo han sido reasentados desde finales de la década de 1990, cuando las autoridades estadounidenses empezaron a reubicar a los migrantes que retenían allí. Los datos gubernamentales obtenidos por el Times muestran que, por término medio, las familias permanecen más de seis meses en el centro. En una ocasión, un migrante permaneció allí casi cuatro años.

A diferencia de otros migrantes del sistema de detención de migrantes de EE. UU., los de Guantánamo no se pueden buscar en una base de datos pública de detenidos. El Departamento de Estado ni siquiera los considera detenidos porque pueden aceptar marcharse si son deportados a sus países de origen.

Las normas que rigen el asilo para los migrantes en la frontera sur no se aplican a los de Guantánamo: "Las disposiciones de la Ley de Inmigración y Nacionalidad y las normas de inmigración que rigen el asilo, la protección frente a la expulsión y los procedimientos de expulsión no se aplican a los migrantes interceptados en el mar", dijo el Departamento de Estado.

Corzo y su familia decidieron que volver a casa no era una opción.

Corzo, periodista en Cuba, dijo que había sido golpeado por agentes del gobierno, y que una de las agresiones había sido documentada por el Comité para la Protección de los Periodistas y Voz de América.

Poco después de que la familia pasara el control inicial de asilo en el mar --una versión del proceso habitual en la frontera sur de Estados Unidos--, una furgoneta los llevó a la base naval de la bahía de Guantánamo. A Corzo le dijeron que apoyara la cabeza en el asiento de delante, según recordó en una entrevista. Los cristales de la furgoneta estaban ahumados.

Algunas personas han dicho que se les obligó a llevar gafas opacas durante el viaje a través de la base, según un informe de los inspectores de la Oficina de Derechos Civiles y Libertades del Departamento de Seguridad Nacional. Los inspectores también dijeron que revisaron las directrices para el manejo de los migrantes, que decían que las gafas opacas están destinadas a oscurecer lo que ellos ven.

El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por su sigla en inglés) de EE. UU. informó a los inspectores de que las medidas eran necesarias "para preservar la seguridad de las operaciones de una base militar de EE. UU.", dijeron los inspectores en su informe. "No obstante, el impacto del uso de gafas opacas en terroristas internacionales ha sido bien documentado, incluyendo la naturaleza desorientadora de la incapacidad de ver y el impacto psicológico de su uso".

Los migrantes disponen de hasta 30 minutos a la semana para hacer llamadas telefónicas, todas ellas vigiladas. No pueden hablar de las instalaciones de la base, de información sobre otros migrantes ni de "información que distorsione o exagere" el trato que reciben, según una copia de las normas. Los migrantes tampoco pueden decir nada en las llamadas que pueda "animar aún más a otros a intentar la migración ilegal", aunque no se enumeran ejemplos concretos de ese tipo de lenguaje.

El principal centro de detención es un edificio anodino de dos plantas que en su día funcionó como cuartel militar. Está en el lado oeste de la isla y a un trayecto en transbordador de las principales zonas comerciales para los empleados y contratistas militares de EE. UU., y de las partes de la isla que albergan a sospechosos de terrorismo.

Los migrantes tienen toque de queda desde la puesta de sol hasta la madrugada del día siguiente. El himno nacional suena en toda la base como parte de la ceremonia de la bandera que se celebra todos los días y también sirve de recordatorio del toque de queda.

Los migrantes de Guantánamo, a diferencia de los detenidos por el ICE o la Patrulla Fronteriza en Estados Unidos, pueden salir del centro durante el día. Si su solicitud es aprobada, pueden conseguir trabajo al otro lado de la isla.

Pero el acceso a asesoramiento jurídico es limitado. El Departamento de Estado dijo que había ayudado a facilitar asesoramiento jurídico a algunos migrantes, aunque existe la preocupación de que el control de las llamadas pueda obstaculizar el privilegio abogado-cliente. El ICE dijo que algunas llamadas pueden ser privadas en función de cada caso.

El Proyecto Internacional de Asistencia a los Refugiados (IRAP, por sus siglas en inglés), un grupo de defensa de migrantes, ha expresado su preocupación ante el Departamento de Estado y el ICE por las condiciones del centro de Guantánamo, conocido como Centro de Operaciones para Migrantes.

El IRAP, cuyos propios investigadores hablaron con migrantes en Guantánamo, dijo en un informe: "Los entrevistados describieron signos de deterioro y ruinas: inodoros que arrojaban aguas residuales cuando alguien en otra habitación tiraba de la cadena, un problema de fontanería conocido en prisiones de mala fama como 'inodoros ping-pong'; duchas que rebosaban; hongos que crecían en los techos, y ratas que correteaban por la habitación".

El informe decía que las condiciones eran especialmente malas para los niños.

El grupo dijo que recibió un aviso en 2022 de que una familia cubana, incluidos dos niños de 10 y 12 años, estaba retenida en la base y necesitaba ayuda. Un pediatra del Hospital Naval de EE. UU. en la bahía de Guantánamo había escrito un memorando diciendo que ambos niños debían ser sacados de la isla porque corrían el riesgo de autolesionarse y, en el caso del niño varón, de una operación de urgencia de una hernia.

"Mi opinión médica es que estas afecciones seguirán empeorando si no reciben el tratamiento adecuado", escribió el médico en la nota, obtenida por el IRAP.

Semanas después, la familia fue reasentada en un tercer país.

Los inspectores del Departamento de Seguridad Nacional también expresaron su preocupación porque los "daños" a las familias y los niños en el centro "son mayores que las políticas de disuasión del departamento", dijeron en un informe.

El ICE respondió a los inspectores diciendo que no podía negarse unilateralmente a retener a niños en el centro, y se remitió al Consejo de Seguridad Nacional.

Entre la libertad y el cautiverio

Mientras la familia de Corzo se adaptaba a las rutinas de la vida en Guantánamo, se sentían atrapados entre la libertad y el cautiverio. Martha Liset Sánchez, esposa de Corzo, dijo que era un lugar muy aislado del mundo.

Corzo intentó organizar la escolarización formal de sus dos hijos menores, ambos de 12 años en aquel momento, pero no había ninguna disponible. Lo más parecido eran clases de inglés.

Corzo dijo que no cree que las familias deban ser retenidas en Guantánamo, ya que no hay condiciones para ello. Añadió que los niños necesitan socializar y sentirse seguros, no vigilados, y estudiar.

Lucas Guttentag, exfuncionario del Departamento de Justicia durante el gobierno de Joe Biden, dijo que Guantánamo era una forma que tenía el gobierno de evitar la supervisión.

"Poner a las familias en un lugar donde la supervisión legal y constitucional es esencialmente inexistente hace que esas familias estén aún más sujetas al sufrimiento y al maltrato", dijo Guttentag, quien una vez representó a migrantes haitianos en demandas por su detención en Guantánamo en la década de 1990.

Tras cinco meses en Guantánamo, Corzo se enteró de que Canadá estaba dispuesto a acoger a su familia. Ahora viven como residentes permanentes y Corzo trabaja en el sector de la construcción.

Al recordar su estancia en Guantánamo, Corzo sigue pensando que tomó la decisión correcta cuando partió hacia Estados Unidos aquella tarde de 2022.

Hamed Aleaziz cubre el Departamento de Seguridad Nacional y la políticas migratorias. Más de Hamed Aleaziz

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