James Earl Jones, actor cuya voz podía amenazar o seducir, muere a los 93 años

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James Earl Jones, un niño granjero tartamudo que se convirtió en una voz de trueno rodante y uno de los actores más versátiles de Estados Unidos en una carrera teatral, cinematográfica y televisiva que abarcó desde las relaciones raciales, las tragedias rapsódicas de Shakespeare y la amenaza sin rostro de Darth Vader, falleció el lunes en su casa del condado de Dutchess, Nueva York, a los 93 años.

La oficina de su agente, Barry McPherson, confirmó el fallecimiento en un comunicado.

Desde sus días de indigencia trabajando en una cafetería y viviendo en un departamento con agua fría por el que pagaba 19 dólares al mes, Jones ascendió al estrellato de Broadway y Hollywood con talento, empuje y unas cuerdas vocales extraordinarias. De niño, fue abandonado por sus padres, criado por una abuela racista y durante años estuvo prácticamente mudo por la vergüenza de la tartamudez. Sin embargo aprendió a hablar de nuevo con una voluntad hercúlea. Todo esto tuvo mucho que ver con su éxito.

También tuvieron que ver las obras de teatro de Howard Sackler y August Wilson que permitieron a un joven actor explorar el odio racial en la experiencia nacional; las telenovelas que dieron audazmente el papel de médico a un hombre negro en la década de 1960; y la decisión de George Lucas, el creador de La guerra de las galaxias, de poner una voz afroestadounidense anónima y retumbante tras la grotesca máscara del villano galáctico Vader.

El resto lo hizo el propio Jones: una obra prodigiosa que abarca decenas de obras de teatro, casi 90 series dramáticas y episodios de cadenas de televisión y unas 120 películas. Entre ellos se incluye su trabajo de voz, en gran parte no acreditado, en la trilogía original de La guerra de las galaxias, en la voz acreditada de Mufasa en El rey león, la película musical animada de Disney de 1994, y en su repetición del papel en la versión animada por computadora de Jon Favreau en 2019.

Jones no era un ídolo de matiné, como Cary Grant o Denzel Washington. Pero su voluminoso papel de hombre común encajaba con muchos personajes, y su gama de contundencia y sutileza se comparaba a menudo con la de Morgan Freeman. Tampoco era cantante, pero su voz, aunque no tan potente, se comparaba a veces con la del gran Paul Robeson. Jones coleccionó Tonys, Globos de Oro, Emmys, honores del Kennedy Center y un premio honorífico de la Academia.

Bajo las exigencias artísticas y competitivas del trabajo diario en el escenario y los fuertes compromisos con la televisión y Hollywood --presiones que agotan a muchos actores--, Jones era una roca. En una ocasión actuó en 18 obras en un periodo de 30 meses. A menudo hacía media decena de películas al año, además de su trabajo en televisión. Y lo hizo durante medio siglo, con miles de actuaciones que cautivaron al público, a los cinéfilos y a los críticos.

Su presencia los deslumbraba. Como un oso de casi 1,90 metros y 90 kilogramos, dominaba el escenario con su pecho de barril, su gran cabeza y sus emotivos fuegos, correteando por las tablas y disparando sus líneas de diálogo a las primeras filas. Y el público quedaba hipnotizado por su voz. Era el rugido de Lear en su caída en la locura, el dulce bálsamo de Otelo para Desdémona, el último arrebato de Oberón para Titania, la reina de las hadas en una noche de verano.

Le gustaba interpretar a reyes y generales, recogedores de basura y albañiles; interpretar a Shakespeare en Central Park y las obras de August Wilson y Athol Fugard en Broadway. Podía pavonearse y cortejar lascivamente, estallar de ira o derretirse con ternura; interpretar al fanfarrón Big Daddy en La gata sobre el tejado caliente (2008), de Tennessee Williams, o a un envejecido Norman Thayer Jr. en la confrontación de Ernest Thompson con la mortalidad, En la laguna dorada (2005).

Algunos espectadores, conscientes de la aflicción infantil de Jones, percibieron sutiles vacilaciones ocasionales en sus diálogos. Las pausas eran deliberadas, dijo, una técnica de autocontrol aprendida por los tartamudos para controlar las repeticiones involuntarias. Lejos de restarle lucidez, las pausas solían añadir fuerza a los momentos emotivos.

Jones sacaba provecho de un profundo análisis del significado de sus frases. "Debido a mi mutismo", dijo en Voces y silencios, un libro de memorias escrito en 1993 con Penelope Niven, "me acerqué al lenguaje de una manera diferente a la mayoría de los actores. Llegué al lenguaje de cabeza, dándole la vuelta a las palabras en busca de significado, haciéndome un lío a veces, pero viendo la verdad desde un punto de vista muy diferente".

Otra de sus técnicas teatrales era permanecer solo durante unos minutos en un ala a oscuras antes de que se levantara el telón, acomodándose y evocando en silencio la emoción que necesitaba para la primera escena. Se convirtió en un ritual nocturno durante las representaciones de Fences en 1987 (Barreras, como fue conocida en español) drama de Wilson galardonado con el Premio Pulitzer, en el que Jones encarnaba a un trabajador de los servicios sanitarios que rumiaba sus sueños rotos, su carrera en el béisbol, antaño prometedora, truncada por las barreras raciales de las grandes ligas. Se presentó durante 15 meses en Broadway, y Jones ganó un Tony al mejor actor.

La voz de Vader

La técnica de Jones en la primera trilogía de La guerra de las galaxias --Una nueva esperanza (1977), El imperio contraataca (1980) y El retorno del Jedi (1983)-- fue otra marca registrada. Para mantener la amenaza de Vader --una voz que combinara con su capa negra y un casco que filtrara su aliento sibilante y sus anuncios malévolos-- Jones hablaba en un rango de inflexión estrecho, casi monótono, para que casi todas las frases sonaran amenazadoras. (Se le acreditó el trabajo de voz en la tercera película, pero, a petición suya, no se acreditó en las dos primeras hasta una reedición en edición especial en 1997).

Jones fue uno de los primeros actores negros en aparecer regularmente en las telenovelas diurnas, interpretando a un médico en The Guiding Light y en As the World Turns en la década de 1960. La televisión se convirtió en un elemento básico de su carrera. Apareció en las series dramáticas Los defensores, Dr. Kildare, Tocado por un ángel y Homicidios: la vida en la calle y en miniseries como Raíces: las siguientes generaciones (1979), en la que interpretó al escritor Alex Haley.

El primer papel de Jones en Hollywood fue pequeño pero memorable, como bombardero de un B-52 en la sátira de Stanley Kubrick de 1964 sobre la guerra nuclear, Dr. Insólito: o cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba.

Aunque los críticos de teatro registraron sus constantes progresos como actor, Jones no alcanzó el estrellato cinematográfico hasta 1970, cuando interpretó a Jack Jefferson, un personaje basado en Jack Johnson, el primer campeón negro de boxeo, en La gran esperanza blanca, reeditando un papel que había interpretado en Broadway en 1968. Ganó un Tony por la obra teatral y fue nominado al Oscar por la película.

Aunque nunca participó activamente en el movimiento por los derechos civiles, Jones dijo al principio de su carrera que admiraba a Malcolm X y que él también podría haber sido un revolucionario de no haberse convertido en actor.

Dijo que su contribución a los derechos civiles radicaba en papeles que trataban temas raciales, y fueron muchos. Entre ellos destaca su papel en la obra de teatro de 1961 The Blacks , un violento drama de Jean Genet sobre las relaciones raciales. En ella aparecía un reparto de actores negros formado por Maya Angelou, Cicely Tyson, Louis Gossett Jr. y Billy Dee Williams, algunos con horribles máscaras blancas, que noche tras noche representaban en una farsa judicial la violación y asesinato de una mujer blanca. Jones, el brutal y seductor protagonista, encontró el papel tan emocionalmente agotador que lo abandonó y volvió a unirse al reparto varias veces durante los tres años y medio que duró su presentación en el teatro off-Broadway.

Pero la experiencia le ayudó a aclarar sus sentimientos sobre los temas raciales. "A través de ese papel", declaró a The Washington Post en 1967, "me di cuenta de que el hombre negro en Estados Unidos es el héroe trágico, el Edipo, el Hamlet, el Macbeth, incluso el Willy Loman de la clase obrera, el Tío Tom y el Tío Vania de la vida americana contemporánea".

James Earl Jones nació en Arkabutla, Mississippi, el 17 de enero de 1931, hijo de Robert Earl y Ruth (Connolly) Jones. En la época de su nacimiento, su padre abandonó la familia para perseguir sus sueños de boxeador y actor. Su madre acabó divorciándose. Pero cuando James tenía 5 ó 6 años, su madre, que solía ausentarse, volvió a casarse, se mudó y lo dejó para que lo criaran sus abuelos, John y Maggie Connolly, en una granja cerca de Dublin, Míchigan.

El abandono de sus padres dejó al niño con heridas abiertas y cicatrices mentales. Se refería a su madre como Ruth --decía que la consideraba una tía-- y llamaba a sus abuelos papá y mamá, aunque incluso el refugio de su hogar sustituto con ellos era un lugar problemático para crecer.

"Me crió una abuela muy racista, quien era en parte cherokee, en parte choctaw y mujer negra", dijo Jones a la BBC en una entrevista en 2011. "Era la persona más racista e intolerante que he conocido". Ella culpaba a todos los blancos por la esclavitud, y a los nativos americanos y negros "por permitir que sucediera", dijo, y sus desvaríos agravaron su confusión emocional.

Años de silencio

Traumatizado, James empezó a tartamudear. A los 8 años tartamudeaba tanto, y se sentía tan mortificado por su aflicción, que dejó de hablar por completo, aterrorizado de que solo salieran galimatías. En la escuela rural de una sola aula a la que asistía en el condado de Manistee, Mississippi, se comunicaba escribiendo notas. Sin amigos, solitario, acomplejado y deprimido, soportó años de silencio y aislamiento.

"No importa la edad del personaje que interprete", dijo Jones a Newsweek en 1968, "aunque esté interpretando a Lear, esos profundos recuerdos de la infancia, esas furias, saldrán a la luz. Lo comprendo".

En el instituto de la comunidad cercana de Brethren, un profesor de inglés, Donald Crouch, empezó a ayudarlo. Descubrió que James tenía talento para la poesía y le animó a escribir y, tímidamente, a presentarse ante la clase y leer sus versos. Ganando confianza, James recitaba un poema al día en clase. La dificultad para hablar desapareció. Se unió a un equipo de debate y participó en concursos de oratoria. Cuando se graduó, en 1949, había superado en gran medida su discapacidad, aunque los efectos persistieron y nunca desaparecieron del todo.

Años más tarde, Jones llegó a creer que aprender a controlar su tartamudez le había llevado a su carrera como actor.

"Creo que el mero hecho de descubrir el placer de comunicarme me ayudó a conseguirlo", declaró a The New York Times en 1974. "De un modo muy personal, una vez que descubrí que podía volver a comunicarme verbalmente, se convirtió en algo muy importante para mí, como recuperar el tiempo perdido, recuperar los años que no hablé".

Jones se matriculó en la Universidad de Míchigan con una beca para cursar estudios de medicina y se unió a un grupo de teatro. Con un interés creciente por la interpretación, cambió de carrera y se centró en el arte dramático en la Escuela de Música, Teatro y Danza de la universidad. En sus memorias, dijo que abandonó la universidad en 1953 sin licenciarse, pero que reanudó los estudios más tarde para terminar las asignaturas obligatorias. Se licenció en arte dramático en 1955.

En la universidad, también se alistó en el ejército por compromiso con el Cuerpo de Capacitación de Oficiales de Reserva (ROTC por su sigla en inglés), y luego abandonó la Escuela Ranger de infantería. Pero le fue tan bien en el entrenamiento para climas fríos en las Montañas Rocosas que se planteó seguir la carrera militar. Fue nombrado subteniente a mediados de 1953, tras el final de la guerra de Corea, y posteriormente ascendido a teniente primero.

Sin embargo, en 1955 renunció a su cargo y se trasladó a Nueva York, decidido a ser actor. Vivió brevemente con su padre, al que había conocido unos años antes. Robert Jones tenía una modesta carrera como actor y le ofreció su apoyo. James encontró habitaciones baratas en el Lower East Side de Manhattan, aceptó trabajos ocasionales y estudió en el American Theater Wing y en el Actors Studio de Lee Strasberg.

Una carrera de Shakespeare

Tras interpretar papeles menores en pequeñas producciones, incluidas tres obras en las que actuó con su padre, en 1960 se incorporó al Festival Shakespeare de Nueva York de Joseph Papp; durante varios años actuó en Enrique V, Romeo y Julieta, Ricardo III y Sueño de una noche de verano. Durante una larga temporada como Otelo en 1964, se enamoró de Julienne Marie, su Desdémona.

Se casaron en 1968, pero se divorciaron en 1972. En 1982 se casó con la actriz Cecilia Hart, quien también había interpretado a Desdémona en uno de sus Otelos. Ella falleció en 2016. Tuvieron un hijo, Flynn Earl Jones, quien le sobrevive, junto con un hermano, Matthew.

En la década de 1970 y la mayor parte de la década de 1980, Jones estuvo muy solicitado para trabajar en los escenarios de Nueva York, en películas de Hollywood y en papeles televisivos en ambas costas. De vez en cuando descansaba en un retiro en el desierto cerca de Los Ángeles y en su casa de Pawling, Nueva York, en el condado de Dutchess.

Pero su larga etapa en Barreras en 1987 y 1988, que incluyó una gira nacional, resultó demasiado agotadora. No volvió a Broadway en muchos años y se dedicó casi exclusivamente al cine. Entre sus papeles cinematográficos más destacados figuran el de un minero del carbón oprimido en Matewan (1987), de John Sayles; el de rey de una nación africana ficticia en la comedia de John Landis Un príncipe en Nueva York (1988), papel que repitió a los 90 años en 2021 en Un príncipe en Nueva York 2; el de escritor amargado pero resistente en la película de béisbol El campo de los sueños (1989); y el de sacerdote sudafricano en Llanto por la tierra amada (1995).

Jones recibió la Medalla Nacional de las Artes de manos del Presidente George Bush en la Casa Blanca en 1992, honores del Kennedy Center en 2002, un Oscar honorífico en 2011 por los logros de toda una vida, y un Premio Tony especial en 2017, así como un doctorado honoris causa en artes por la Universidad de Harvard.

En 2015, Jones y Cicely Tyson actuaron en una nueva versión en Broadway de la obra de DL Coburn de 1976, The Gin Game, en la que encarnaban a los residentes de una residencia de ancianos haciéndose los simpáticos, y a veces no tan simpáticos, sobre una mesa de juego. Para Jones, de 84 años, fue, como señaló el Times, su sexto papel en Broadway en la última década.

En 2022, el Teatro Cort de Broadway, de 110 años de antigüedad, pasó a llamarse Teatro James Earl Jones.

Alex Traub colaboró con reportería. Robert D. McFadden fue periodista del Times durante 63 años. En la última década antes de su jubilación en 2024 escribió obituarios anticipados, que se preparan para personas destacadas para que puedan publicarse rápidamente tras su muerte.

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